martes, 28 de marzo de 2017

Vivir activamente lo que somos a través de todo nuestro potencial.

       
El ser humano es en esencia un ser creador, alguien cuyas capacidades infinitas potencialmente no tienen límites, porque es a través de él como la totalidad del ser busca evolutivamente expresarse. Aunque humanos en la forma, somos dioses en esencia, lo que hace de nosotros seres creadores de toda clase de realidades: artísticas, científicas, literarias, poéticas, físicas, técnicas, filosóficas…La posibilidad de expresar nuestra riqueza interior es insospechada y de ella, seguramente, apenas si hemos atisbado una mínima parte. Tal es la grandeza del impulso, la sabiduría, la fuerza, la voluntad y el amor que lentamente va emergiendo en cada uno hacia el exterior.
       En nuestra esencia está el carácter dinámico de nuestro ser en movimiento imparable y constante por materializar y desarrollar todo lo que somos. No cabe, pues, la plenitud ni la felicidad de quien se introvierte sobre sí mismo al margen de la totalidad en la cual se integra. Vivir sólo puede ser relacionarse, encontrarse en estructuras de yoes que se retroalimentan e interrelacionan, posibilitando así el movimiento de  cada uno el movimiento de los demás. La existencia es una danza que a todos nos implica y en donde el papel de uno hace posible el papel de los demás. Esta es la esencia de toda acción y esta es la esencia también de la creatividad a través de la cual el todo se nos muestra a las aparentes partes. Sin creación y acción hacia fuera jamás los seres humanos nos reconoceremos, todo quedará reducido a una pura fantasía. Dios sale de sí a través de la creación, de todas las creaciones  y de todos los seres sin los cuales Él/Élla se desconocería totalmente.      
         La energía/conciencia que somos tiende a desplegarse y a expresar lo que su ser esconde. Así se han creado los universos, las galaxias y los mundos, y toda clase de seres. Y este es el camino que el dios/diosa que cada uno somos está llamado a recorrer, un camino que nuestra limitada mente aún no es capaz de concebir y al que sólo los grandes visionarios se asoman.
        El ser humano que no expresa su riqueza interior a través de las innumerables formas que tiene a su alcance, según sus tendencias y preferencias de cada momento, no puede ser feliz, por la sencilla razón que se está negando a sí mismo. Ser, felicidad y acción en el fondo son equivalentes, aunque la acción sea contemplativa y pase por recodos primero de interioridad para verterse después en un segundo movimiento hacia el mundo y los demás en formas, estructuras y creaciones mil.
      Tenemos que vivir y sentir nuestro amor, nuestra energía y nuestro poder, nuestra sabiduría y nuestra inteligencia. Tenemos que experimentar la Vida plena en nosotros y también fluyendo de nosotros hacia el exterior, y mientras esto no lo hagamos nuestra felicidad siempre será parcial, limitada, reducida.

      Digamos, para concluir este apartado que la inhibición del propio potencial es una enfermedad de la que hay que salir porque el ser humano ha sido creado para gozar de ser, y eso lleva implícito la acción creadora, el amor creador, la inteligencia creadora. 

domingo, 26 de marzo de 2017

NO LE PONGAS CONDICIONES A TU SER.

Tu ser te pone delante continuamente
oportunidades
para que te conozcas, ames y crezcas.

Tú ser sabe lo que necesitas
y te lo ofrece constantemente,
no hay que ir muy lejos para encontrarlo,
todo está junto a ti,
frente a ti,
alrededor de ti,
y eso es tu mundo,
y eso es el mundo.

Tu ser sabe lo que necesitas
y te lo da
ahora mismo,
siempre,
no le pongas condiciones
a tu ser.

LO QUE EN TI HAGAS Y VEAS HARÁS Y VERÁS EN LOS DEMÁS.

Todo camino pasa a través de ti.
El amor que despiertes en ti,
la conciencia que florezca en ti
la vida que brote de ti,
el modo como te veas y comprendas a ti,
todo eso es lo que encontrarás fuera
y darás a los demás.

Si quieres sanar a otros, sánate antes a ti,
si quieres enseñar  aprende antes tú,
si quieres amar amate primero de verdad a ti,
si quieres que el mundo cambie cámbiate en primer lugar a ti.

Si eres capaz de ver a Dios en ti,
lo verás también en los demás,
Si la Luz es lo que encuentras en ti eso es lo que ofrecerás,
si el Amor, eso es lo que expandirás,
si tu Poder, eso despertarás en otros.

De no ser así, sólo manipulamos y utilizamos
a aquellos con los que nos encontramos.
Porque los otros son también tú mismo,
y están ahí para ayudarte
a que te veas, comprendas, ames y crezcas.

El mejor servicio y ayuda que podemos dar
es despertar nosotros antes
a nuestra verdadera Identidad.

jueves, 23 de marzo de 2017

ENTRÉGATE A TU SER, SÓLO ESO.

Entrégate a tu ser,
Sólo eso.
Él sabe todo lo que necesitas.
Confía, y sobre todo
Ama, Ama a tu ser,
que es el ser de Todo,
que está en ti,
que eres tú.

Él puso en marcha
tu proyecto como alma,
¿Cómo no se iba a realizar, pues?.
Todo está sucediendo
de acuerdo con tu Plan,
puede que no lo recuerdes
pero se está desplegando,
exactamente como lo decidiste,
y tu ser lo sabe.

Mira con esos ojos la vida
que tienes delante
y mírala como lo que es:
Tu ser
a través de tu alma
experimentando,
jugando;
no importa lo que pase,
no importa demasiado, tampoco,
lo que haces,
pues,siempre, todo
es el hacer de Dios,
de tu ser,
sólo eso.

Contempla la vida así
y goza de cada instante,
sólo eso.

miércoles, 22 de marzo de 2017

VIDA, CONSCIENCIA Y CREATIVIDAD ERES

Que la vida ruede,
Que la vida siga,
Que la vida sea,
Que la vida fluya.

¡Viva el vivir de la vida!

Que nazcan niños y niñas,
Que nazcan ríos,
Que nazcan libros,
Que nazcan plantas,
Que nazcan cantos,
Que nazcan montañas y peces.

¡Viva el parir de la vida!
En la densidad de la piedra
En cada mirar de una estrella
Y en el gesto de una galaxia.

Que la vida cante,
Que la vida engendre,
Que la vida construya,
Que la vida escriba,
Que la vida pinte,
Que la vida se extasíe y contemple,
Que la vida dance y baile,
Que la vida ilumine,
Que la vida viva.

¡Viva el vivir de la vida!

Alfareros, creadores, artistas somos todos,
Instrumentos-vida de la vida viva,
Hacedores siempre,
Responsables de cada amanecer constante.

Vivifica cuanto toques
Despierta aquello que duerme,
Resucita de tu muerte muerta
De ese no saber lo que eres,
Y vive siempre consciente
De ese vivir de la vida.

Vive desde tu ser entero, vive
Sin olvidar tu Linaje,
De hijo de las estrellas,
Del Dios/Diosa- que es y que eres,
Fuente Fondo y Manantial,
Fuego vivo, Conciencia pura

Que en ti nace y a ti desciende.

lunes, 20 de marzo de 2017

EN SILENCIO













En silencio

y sólo con la luz que te envuelve,
sintiendo el amor y la gratitud
de ser,
sólo eso y en silencio.

Ser y en el ser Todo,
sintiendo
desde el vacío que te acoge,
un vacío lleno
en el que tu inmensidad
se encuentra.

Ser que es
cuanto de Tí
siempre anhelaste,
desde el silencio.

sábado, 18 de marzo de 2017

CONTEMPLA LA AMPLITUD DEL UNIVERSO Y EN ÉL TU ESPEJO

¡Contemplar la amplitud del Universo!
qué sugerencia más interesante,
y de su amplitud contemplarlo todo, 
sin excepciones:
el macro y el  microcosmos,
con todos sus niveles y planos,
con todos los universos
dentro del infinito Multiverso
que los contiene.

¡Qué grande la ceguera de quien creyó o pensó
que del Universo es su dimensión física Lo Real
y de los humanos su electroquímica
o simplemente su cuerpo!

Si contemplas la realidad con un ojo
lo ves plano y chato,
si con dos descubres sus perspectivas,
si añades la mente puedes tomar conciencia de su inmensidad.
Pero si contemplas el Universo
desde la Conciencia y el corazón que somos
-es decir sin ojos y sin cabeza-
entonces sólo Lo Real se impone,
la Infinitud que todo lo abarca
que no es diferente de Tí,
ni de ninguna parte o dimensión
de lo observado,
sea de aquí o sea de allá,
de este o de otro nivel,
material o espiritual.
Porque Lo Que Es es no diferenciado.

En Lo Real, -Lo Divino- sólo hay Uno
no dos, no tres, no cosas, no nada,
aunque todo eso esté contenido en Él/Ello/Ella.
Y sabes que todas las realidades
son sus pensamientos,
pensados en la forma de cada dimensión
y en cada modo particular de ser,
que soy yo, que eres tú,
que todos somos.

En el corazón del agua Dios,
en el de las plantas Dios
en el de las piedras Dios
en el del aire Dios
en el del fuego Dios

Viajero por las estrellas
tú como el Yo Soy de Dios,
Y en las dimensiones del alma
donde la luz que eres
sin tapujos dibuja mundos
de los que este es un mero recuerdo
también Dios como tú.

Contempla sí, contempla los universos
que bailan al son de infinitos nombres e incontables formas
y contempla de ellos la mano que los acaricia
y el beso que los alimenta,
pero que no te seduzcan ni engañen sus formas, 
ni que ninguna sirena con sus cantos te duerma.
Contempla el Universo sí,




pero como tu Espejo.

viernes, 17 de marzo de 2017

¿Por qué sólo vivimos la felicidad en ocasiones muy específicas?

        a).-  Por el estado mental condicionado en el cual vivimos,
        
      O sea: porque nosotros mismos hemos puesto y decidido cuales son las condiciones requeridas para ser y sentirnos felices y cuales no. Es decir, que nosotros social, cultural y personalmente, de manera consciente o inconsciente, a nivel individual o colectivo hemos fijado en nuestra memoria cuándo, cómo, con quién, en qué circunstancias, etc. se puede ser feliz o no, o nos podemos permitir ser felices o no. Y eso nos lo hemos creído, lo hemos adoptado como un dogma inalterable, como algo que no debemos ni podemos transgredir, De forma que hasta podríamos afirmar que existe como una especie de autohipnosis individual y colectiva que nos hace comportarnos de manera feliz o infeliz, tristemente o con alegría, aún a costa de nuestra voluntad. Simplemente porque es así como se funciona y nadie lo cuestiona. Ejemplos: si tengo escasez de dinero tengo que ponerme triste, si me quedo sin trabajo también, si tengo una enfermedad lo mismo, una persona mayor tiene que ser más infeliz que una joven, o si alguien muere nos tenemos que poner tristes, y así podríamos alargar la lista de manera muy considerable.
       
          b).- Por el valor relativo y temporal de todo aquello con lo cual relacionamos la felicidad.
        
         Para ser felices esperamos normalmente que se den en nuestras vidas una serie de condiciones que abarcan un amplio espectro de una realidad cuya característica fundaméntela es la de ser cambiante, impermanente y limitada. Ocurre esto con todo tipo de posesiones materiales con las cuales la relacionemos, como por ejemplo: poseer un determinado tipo de vivienda, un vehículo, una situación económica, tales o cuales objetos, grandes, pequeños, de más o menos lujo y valor, etc. Sucede igualmente cuando las posesiones a las que uno se aferra son de personas: marido, mujer, hijos, padres, amigos, etc. Lo mismo pasa cuando hacemos depender nuestra felicidad de nuestro estado físico, salud, aspecto externo, etc. O si va ligada al trato que recibamos de los demás, a sus reacciones, a como nos ven o nos juzgan, a nuestra fama o a la importancia social que se nos otorgue, etc. También si la hacemos depender de los sucesos sociales, políticos, incluso naturales como clima, estabilidad geológica, ausencia de temporales, sequías, hambrunas, terremotos, etc.

         Como es muy fácil constatar y deducir, ninguna de estas cosas físicas, personales, sociales, naturales, económicas, etc., son estables o infalibles. Todas ellas en algún momento se alteran, cambian, fenecen, nos sorprenden negativamente, trastocan nuestras expectativas, dejan de ser lo que habían representado para nosotros, y nos dejan finalmente sin su apoyo, seguridad y garantía. La explicación es muy simple: todo eso estaba sujeto y determinado por la ley de la impermanencia y del cambio. La consecuencia es obvia: Una felicidad que esté sustentada por todo eso no puede sino ser  una felicidad temporal, llamada a desaparecer y, por lo tanto, siempre relativa, así como, más pronto o más tarde, desalentadora y frustrante.

martes, 14 de marzo de 2017

¿Qué es la felicidad y cuál es su fuente?. Eso eres tú.

     La felicidad, tal y como la entendemos nosotros es un estado interior o sentimiento del alma que se experimenta como plenitud, lo que significa que con él desaparece cualquier sensación de necesidad, ambición, deseo o carencia, por lo menos en el momento en que conscientemente se vive. Ese estado de felicidad viene acompañado también por un estado de paz, que excluye cualquier otro sentimiento de animadversión, crispación o negatividad frente a otros, así como ante el mundo que nos rodea. Por eso, cuando se es feliz o simplemente no sentimos felices uno queda envuelto también por la sensación de que todo está en orden y en perfecta armonía, no cabiendo espacio en uno mismo para nada que no sea la positividad y el amor hacia uno mismo como hacia los demás.
      La felicidad nace desde dentro de nosotros, y es expresión de lo que nuestro ser es, no es, pues, algo ajeno a nuestra identidad profunda, sino su expresión. Por eso la podemos experimentar, porque la somos. No deberíamos de ignorar que sólo se experimenta lo que se es, todo lo demás se tiene o se posee, pero no se experimenta ni se siente. Otra cosa muy distinta es que nosotros estemos condicionados mentalmente para sentir o expresar felicidad en determinados momentos o ante determinadas cosas, personas y circunstancias, las cuales como se puede comprender nunca serán la felicidad sino aquello con lo que la relacionamos.

       Nuestro ser es felicidad, lo que somos es felicidad, así que siempre que nos sentimos felices es porque estamos experimentando lo que somos, o simplemente estamos siendo nosotros en estado puro. ¿Quieres saber lo que eres?, pues bien: cuando sientas la felicidad en ti, párate y experiméntala de forma consciente, sin relacionarla con nada ni con nadie, sólo la felicidad en sí emergiendo de ti, la felicidad desnuda, transparente y limpia, déjate llenar por ella, permite que te arrope, que te inunde, dejando que tus pensamientos y sensaciones se diluyan en ella, en ese Fondo fuera del cual nada queda más que Felicidad: Eso eres tú.

lunes, 13 de marzo de 2017

Todo camino conduce a tu verdadero Ser, a Dios en ti.

Todos nos hallamos en el lugar exacto, con las personas adecuadas y en el momento oportuno para andar el siguiente paso. No hay otra cosa más que la que hay, y esta permanecerá con nosotros mientras nuestro encaje con la realidad, que es con nosotros mismos y el universo así lo decidan. Porque todo es la expresión perfecta de la sabiduría de Dios, o sea, de nuestro ser divino que es el que ha diseñado el plan de nuestra alma.
Las cosas sólo cambian cuando se ha cumplido el cometido para el que se crearon, y si por alguna razón eso no se ha realizado del todo, más pronto o más tarde las mismas o parecidas circunstancias se repetirán en nuestras vidas. Comprender lo que tenemos que comprender para despertar a lo que somos y así evolucionar es el fin último de toda experiencia. Verlo y entenderlo facilita nuestro camino y evita mucho sufrimiento.
Es necesario entender que los caminos por los cuales transitamos y que tan distintos suelen ser de unos a otros, no son el producto del azar ni del capricho indiscriminado de la vida. El camino que cada uno experimenta y vive tiene su lógica y su sentido interno acorde con la experiencia que cada uno ha de vivir y la lección que tenemos que aprender. Tampoco las personas o las circunstancias son casuales, todo responde al mismo fin. Nadie debería, por lo tanto, ni menospreciar su vida ni creer que la suya es superior o mejor que la de nadie, aquí la vanidad, los complejos y el orgullo no tienen sentido, aunque se den a cuenta de nuestros egos.
Es muy importante ser fiel a nuestras responsabilidades personales, a nuestros compromisos interiores y al propósito de cada vida, eso es lo que nos conducirá a nuevos tipos de experiencias que nos darán nuevas comprensiones y harán que nuestra realidad evolución y prospere.
Pero de todos modos, hay algo fundamental que nadie debería de olvidar ni soslayar nunca: que sea cual sea la experiencia que tenemos que vivir y el camino que hayamos tomado, todo son medios idóneos y perfectos para regresar y despertar a lo que de verdad somos: Dios en nosotros como nosotros, porque todos los caminos conducen a Dios, a nuestro ser, de donde, por cierto, jamás hemos salido.

Comprendido esto: qué mejor opción y decisión nos cabe que la de aprender a amar y a entregarnos a todo aquello que es “nuestra vida”, no la pensada, no la imaginada, no la deseada, no la del otro, sino esta, esta y esta, aquí, aquí y aquí, sin escapes, la tuya, por una razón muy simple: aquí está todo lo que buscamos, y aquí es el lugar idóneo para encontrarlo, más aún: esta vida, tu vida, eres tú, tu rostro está en ella, mírate, pues, en ella, reconcíliate con ella, escúchala en lo que te dice, no a tu cabeza sino a tu alma, y ámate en ella, a través de ella. No siempre es fácil, cierto. Pero es así a través de todo como llegamos a nosotros, ya que el todo y nosotros somos lo mismo, uno.

sábado, 11 de marzo de 2017

SÉ TU MISMO, SÉ TU SER.






Sé tu mismo, sé tu ser,
a eso es a lo que has venido, a lo único que de verdad importa,
todo lo demás es como flor de un día, o ni tan siquiera eso.
Encontrarás dificultades, y a veces todo resultará muy fácil,
pero cada cosa que vivas será sobre todo un aprendizaje.
El resultado es que irás despertando a lo que eres
y a lo que los demás son: almas espirituales evolucionando y creciendo.
El aspecto externo no importa, tampoco la posición que cada uno ocupe,
todo eso es pura fachada que esconde nuestro ser inmortal.
Lo único inteligente es mirarnos desde el fondo,
aprendiendo a ver el Dios que se muestra a través de cada cual.
No te dejes seducir ni engañar por ningún espejismo
y que la luz de tu conciencia alumbre tu mirar.

jueves, 9 de marzo de 2017

CUANDO NUESTROS PERSONAJES NOS DOMINAN.

La identidad real de lo que somos sólo puede proceder de una fuente; nuestro propio ser esencial, que es el que alimenta y nutre de amor-felicidad, sabiduría-inteligencia y energía-poder a todo cuanto pensamos, sentimos y hacemos; y que es pura conciencia de la que todo eso emana. En la medida en que nuestra alma, que es el vehículo que él se crea para existir en la diversidad de mundos y planos, entre ellos este que ahora habitamos, asume todos esos valores que constituyen su núcleo y los va desarrollando, vamos experimentando poco a poco la plenitud, hasta alcanzar un día nuestra realización total en el despertar a nuestro ser esencial que es nuestra única y verdadera identidad. Este es el guión medular de nuestras existencias.
            Ahora bien, en el transcurso de esta aventura circunstancialmente vamos asumiendo determinadas formas que nos facilitan esta manifestación de lo que somos, se trata de ese medio instrumental, el de los diferentes personajes surgen fruto de la profesión o actividad que ejercemos: como carpinteros, albañiles, oficinistas, médicos, sacerdotes, maestros, abogados, militares, políticos, etc…Hasta ahí todo iría bien; estaríamos canalizando y desarrollando nuestro potencial y nuestros valores a la vez que nos reconoceríamos en ellos. Sintetizado podríamos decir: el ser que soy expresa todas sus cualidades de tal y tal modo concreto en figuras que son los personajes con lo que externamente se no localiza con el fin de funcionar mejor unos y otros.
            ¿Cuándo surge el problema? Cuando me voy olvidando y desconectando de mi ser esencial, cuando dejo de verme en las cualidades emanando del foco real que yo soy y, en su lugar me voy quedando con lo que los otros, -mis padres, maestros, etc..-, dicen de mi y me proyectan (eres bueno, malo, feo, guapo, tonto, inteligente, fuerte, débil, etc…) como si fuera lo que yo soy, de manera que, en base a todo eso, me construyo una idea acerca de lo que soy que proviene del exterior y no de esas cualidades que surgen del ser esencial que soy. La consecuencia de todo ello es fatal, ya que, a partir de entonces, en vez de limitarme a ser y gozar de lo que soy, me dedicaré a tratar de conseguir afecto y reconocimiento de los demás, a través de las acciones, hábitos y costumbres que más beneficios afectivos y de buen trato consiga de los demás. De ahí, la importancia que, a partir de entonces, tendrá mi apariencia externa y mi imagen con el fin de ser visto de una determinada manera y no como lo que de verdad soy.
            Así es como los personajes, que antes y en un principio habían servido sólo como medio instrumental y útil para funcionar, y por lo tanto no perjudiciales en sí mismos, acaban transformándose en elementos que sustituyen y focalizan mi identidad tanto para mí como para los demás. Ya no se tratará tanto de ser médico sino de adquirir importancia, valor y una determinada identidad por el hecho de ser médico, tal o cual profesión o lo que sea. Y esto mismo es lo que haremos con todo tipo de formas, imágenes y apariencias externas que utilicemos y en lugar de ser expresión de mi potencial y riqueza interior, que es lo que de  verdad cuenta e importa de mí, serán exhibidas, expuestas y presentadas como si fuesen lo que yo soy.
            Como consecuencia de esto, mis personajes (ir de bueno, de inteligente, de guapo, de importante, etc…, a través de tal o cual personaje o forma externa de manifestarme) habrán alcanzado tal grado de importancia para mí y mi felicidad que me habré convertido en esclavo de ellos, hasta tal punto querré ser, no lo que de vedad soy, sino ellos mismos. Pero no sólo eso, sino que me habré habituado también a ver y juzgar a los demás no por lo que son sino por sus apariencias y lo que esto representa en la escala de valoración social. Lo que esto nos dice es que, al final, si no somos muy consciente de cómo vamos por la vida, nuestros personajes, así como los de los demás terminan siendo los barrotes de una jaula virtual dentro de la cual habremos encerrado nuestras vidas y nuestros verdaderos seres. Ni nos reconoceremos a nosotros ni tampoco a los demás, sólo veremos de unos y otros nuestras propias caricaturas y señuelos. 

lunes, 6 de marzo de 2017

¿Por qué no vemos o no experimentamos a Dios siendo que sólo él es lo real que todo lo llena?

Lo primero que a uno le viene a la mente es un ejemplo que seguramente nos puede parecer hasta ingenuo pero que posiblemente diga bastante sobre lo que vamos a tratar de explicar. Nos estamos refiriendo a esos cientos de miles de personas aficionadas a la historia del arte, los cuales en su conjunto habrán pasado otros tantos cientos de miles de horas invertidos en gozar, tratar de entender, analizar, comparar, jugar, criticar, evaluar, encuadrar dentro de líneas, grupos, escuelas, técnicas, épocas, tendencias, etc… cada uno de los miles y miles de cuadros que, bien sea en museos, en pinacotecas, en colecciones privadas, exposiciones o simplemente en casas particulares se pueden admirar. Ahora bien: de todos ellos ¿cuántos y en qué momento se pararon a pensar en el material que los hacía posible, esa pasta o líquido subyacente que en forma de color se extiende sobre la paleta para que a partir de allí la obra se inicie y felizmente se concluya?. Seguramente muy pocos, a no ser por su especial condición de restauradores, se habrán fijado o percatado de ello, a pesar de que en cualquier punto del cuadro en donde posen su mirada no se encontrará más que eso, o sea, la pintura salida de los tubos o de recipientes que es la que al final con el concurso del artista da forma a esas líneas y dibujos que tanto aprecia y valora el entendido y sensible observador. Nadie se percata, pues, de la sustancia material del cuadro, todos miran en cambio las figuras que pueden ser variables y cambiantes.
Pocos ven a Dios, podríamos decir siguiendo en paralelo lo que el ejemplo nos señala, a pesar de que es lo que todo lo llena, como la pintura, mientras que la inmensa mayoría, en cambio, nos fijamos sólo en las figuras y personajes, las formas y los escenarios que son lo temporal, inestable y pasajero de cuanto existe.
También todo esto me recuerda la pequeña fábula que una vez leí y en la que se presentaba a una familia de peces construyendo en el fondo del mar una casa en donde habitar, y cuyo padre pez, en un momento del trabajo, le pide a su hijo pez que coja un pozal y se lo traiga lleno de agua con que amasar la arena. El hijo hace lo que le pide, si bien al cabo de un rato regresa exhausto y le dice a su padre que por mucho que lo intentó, y a pesar del esfuerzo realizado, no había logrado encontrar el agua que le había pedido en parte alguna. ¡Cómo fue esto posible siendo que en el mar no hay más que agua!, pues eso es lo que pasó. ¿No nos sucede a nosotros lo mismo cuando decimos que hemos estado buscando a Dios y que después de mucho indagar, -a pesar de que como el agua en el mar Dios lo es y lo ocupa todo-, decimos no haberlo hallado en ningún sitio? ¿Cómo puede suceder eso y por qué?

La respuesta más inmediata que surge es la de que de tan volcados como estamos en lo externo de la realidad hemos terminado por no ver aquello que es justo lo que la sostiene, la hace ser y que, por consiguiente, todo lo ocupa. Miguel Ángel decía que cuando contemplaba una mole de mármol, sin querer, ya estaba viendo en su interior la obra que luego a partir de ella esculpiría, haciéndola surgir de ella, porque en ella consideraba que ya estaba previamente, de tal forma que sólo necesitaba verla para empezar a hacerla realidad. Ver la sustancia de la que están hechas las cosas significa ser capaz de ver a Dios en todo, y ver lo pasajero y cambiante, los personajes y las formas sabiendo contemplar ese Fondo desde donde nacen, que las nutre y genera desde dentro de ellas mismas, sin dejarnos arrastrar, ni seducir o hipnotizar por ninguna apariencia externa es lo más maravilloso que nos puede suceder. Esto es lo que le pasaba a San Francisco de Asís y que le hacía ver en todo hacia lo que dirigía su mirada el rostro presente de Dios.

sábado, 4 de marzo de 2017

¿Por qué el Dios que cada uno somos, crea su particular mundo en donde el sufrimiento, la enfermedad y la muerte no están nunca exentos?

Por olvidar lo que somos y creer que somos lo que no somos. O lo que es lo mismo: por habernos entregado a representar unos personajes olvidando que nosotros no somos ellos sino los actores que les damos aliento, significado y vida. Por ignorar que nuestros papeles no se corresponden con nuestra verdadera identidad. Por habernos quedado fundamentalmente en nuestra dimensión externa que tiene que ver casi exclusivamente con lo que nuestros sentidos físicos perciben y nuestra mente racional interpreta. Por habernos desconectado de nuestro verdadero ser, que es Dios en nosotros como nosotros. Por no experimentar, sentir y escuchar la voz de nuestra alma. Y por buscar fuera, en lo que no es: la felicidad, el amor, la paz, la verdad y la justicia que sólo pueden encontrarse en nuestro interior.

Y todo esto fue y es así: porque en un momento y en un punto de nuestra conciencia decidimos entrar en esta especie de juego escénico que contaba con uno de los actores principales: el olvido. Decidimos voluntariamente como parte de una actividad lúdica y cósmica perder aparentemente y por un tiempo, que podía durar muchas vidas, la memoria de lo que somos, de nuestra divinidad, y aparecer en su lugar como personajes muy diversos, y con papeles que iban variando, con los cuales nos íbamos a confundir y, por supuesto, identificar.

Todo diseñado como una inmensa aventura que nosotros mismos en un punto de Dios del que somos parte intrínseca decidimos inventar, con el fin de llevarla a cabo y sólo por pura diversión. Como ocurre con toda obra de teatro. Por puro deleite, y con independencia del tema o de su carácter. Y es que: como parte del juego existía un plan: el de progresivamente ir recordando y despertando a nuestra verdadera identidad como actores-Dios. Y en eso es en lo que estamos aún, a pesar de que el realismo de la obra, de la interpretación y de la entrega del actor, como pasa en todas las representaciones escénicas, dificulten y mucho el recuerdo, haciendo que incluso en ocasiones reneguemos de él y de cualquier sugerencia que señale otro origen o condición verdaderos diferentes del experimentado y tan intensamente vivido. Es ese mismo realismo el que hace que parezca imposible, absurdo e incluso un insulto esto que decimos, para nuestro ego o personalidad externa por mucho que nos empeñemos en señalar hacia otro lado. Pero esto también tiene sus límites.

Por agotamiento o al final de la obra y al desligarnos del personaje puede que empecemos a ver y entender, y hasta es posible que incluso en medio de la representación, quizás en un instante fugaz o progresivamente, nos venga como de soslayo a la memoria nuestra genuina condición de actores y la falacia de lo que, siendo sólo representación y papel, habíamos tomado como real y verdadero. En esos momentos privilegiados, nuestra conciencia se impone y puede lograr que, en adelante, y sin dejar de representar toda la obra, si es que eso es lo que tenemos que hacer, esta se desarrolle y siga su habitual curso, pero ahora ya iluminada y acompañada por la presencia envolvente del Dios que somos.


miércoles, 1 de marzo de 2017

LA VIVENCIA DE LO SUPERIOR

         
En la medida en que vamos creciendo la comprensión de lo que creíamos ser se va modificando, pocas veces de forma abrupta, normalmente poco a poco, así es como vamos pasando de la visión de pequeño yo a otra panorámica  más amplia y profunda de nosotros mismos, tanto en un sentido horizontal y psicológico como vertical o espiritual. Esta nueva visión llega el momento en que se convierte en real experiencia, que es lo que pasa cuando la conciencia de ser se hace presente y nuestra exclusiva individualidad da paso a lo que es conciencia expandida.

            Lo superior así ya no es una idea, y Dios dejó de ser del todo un concepto o un mito para ser vivencia directa y real. Se experimenta cómo Eso desciende, cómo te llena su Espacio vivo y sin fronteras, como un Fondo en el que sabes que existes y en el que eres, desde el que te es imposible salir de tan dentro de él como te sientes.

            Por eso, por su transparencia, por esa sutileza tan maravillosa que tanto te llena, porque te vives en su interior tan ligero y libre de todo, tan completo y tan lleno, sin ausencias, sin temores, sin egos, sin nada que te aparte de la única Plenitud que sólo eso te aporta, es por lo que lo buscas, pero ahora ya sabiendo que está no sólo junto a ti, sobre ti y a tu alrededor sino siendo, sobre todo, lo más tú de ti mismo.


Habiendo encontrado la llave en donde experimentamos
Ese sentir cálido que es nuestro verdadero ser,
Nuestra alma en crecimiento, -el foco de nuestra identidad-,
Ve cómo aparece en ella una demanda más intensa y profunda,
Alentada y atraída por su dimensión superior,
Se trata del deseo de vivir en la Plenitud que somos,
Y de un anhelo imparable por, una vez conseguido, expandirlo.

Entonces, nos vamos abriendo a eso Superior presentido,
A esa dimensión del ser como la realidad de nosotros mismos,
Esa que es la genuina Fuente y  el Manantial que nos aporta
Los componentes de paz, de gozo y alegría,
De luz y verdad que es lo que siempre fuimos y somos.
Y Aquello desciende, y en el Encuentro, todo vacío,
Temor y muerte van desapareciendo de nuestras vidas.

Con esa dimensión Superior, sentida, experimentada y vivida,
Lo divino en nosotros como nosotros
Se recobra como identidad real y verdadera, no separada o lejana.
Así, una Vida, una Felicidad y un Saber muy Profundos
Transforman lo que era nuestra pequeña visión y sentir,
Porque la comprensión sobre lo que somos se expande,
Dejando Dios de ser un misterio de tan cercano que está.
Luego, sólo queda, ya con constancia, repetidamente ir ahí
Hasta conseguir un día que experiencia, ser y vivir,

Se conviertan para siempre en un solo existir.