martes, 28 de febrero de 2017

CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ

El padre François Brune, una de las personas que más ha seguido las investigaciones en todo el mundo sobre las ECM y muy en particular sobre la comunicación con los que partieron a través de medios electrónicos, escribe en su espléndido libro “Los muertos nos hablan” (Ed. Edaf, p.13) que a la luz de lo que hoy ya se sabe, fruto de tantas investigaciones y testimonios “lo más escandaloso es el silencio, el desdén, incluso la censura ejercida por la ciencia y la religión respecto al descubrimiento, sin duda, más sensacional de nuestra época: que existe la vida después de esta vida y que podemos comunicarnos con los que llamamos muertos”.

No vamos a desarrollar ahora el rico y variado mundo de los contactos que muchas personas han tenido o tienen con quienes ya dejaron esta dimensión, pues hablaremos con cierto detalle en el siguiente capítulo; sí señalamos en cambio, que la comunicación entre los que se fueron de nuestro plano y nosotros ha encontrado diversas formas de darse, unas espontáneas y sin ser pretendidas desde “aquí”,  mientras que otras han sido y son buscadas intencionadamente por muchos medios. Los contactos espontáneos se dan normalmente entre personas que no están ni siquiera pensando ni, en principio, queriendo comunicarse con los “fallecidos”, y así, de repente, pueden encontrarse con alguna o varias de las siguientes manifestaciones que les hacen saber sin dudarlo que están con ellos; por ejemplo: sienten su presencia, oyen su voz, huelen determinado perfume que los identifica, ven su imagen, algo se modifica de su entorno, surgen en nuestros sueños de una forma muy vívida, etc…

Existen otro tipo de contactos que son intencionados y pretendidos, aunque es cierto que a veces se dan también de forma inesperada, nos estamos refiriendo, por ejemplo, a la llamada transcomunicación instrumental o TCI, que se da a través de medios técnicos. Uno de los pioneros, allá por los años cincuenta, en este campo, es Friedrich Jürgenson quien empezó a grabar y estudiar lo que él consideraba voces del más allá, o sea, las famosas psicofonías.

No obstante, digamos que fueron dos sacerdotes católicos, Pellegrino Ernetti y Agostino Gemelli, -este último el fundador de la universidad católica de Milán-, los primeros en grabar psicofonías en cinta magnetofónica, en una de las cuales aparecía supuestamente la voz del padre del mismo Gemelli quien le decía que siempre estaba con él. Ambos clérigos le informaron del suceso al papa Pio XII quien aceptó que se trataba de un hecho de gran trascendencia.

Por otra parte, Giugliemo Marconi, el inventor de la radio, y Thomas Alba Edison, quien patentó la bombilla eléctrica o el fonógrafo, declararon su interés por encontrar la forma de comunicarse por medios técnicos con el más allá; Edison,  concretamente, llegó a decir que se encontraba trabajando en un aparato que pudiese llegar a realizar semejante sueño.

Pero, existen otras formas de contacto como son la ouija, la escritura automática, etc. En todo caso, vale recordar que siempre la  prevención, la prudencia, el equilibrio, cierto distanciamiento emocional, no dejarse llevar sin más por lo que pueda surgir, y, sobre todo, no entrar en terrenos que uno no sepa con seguridad que puede controlar, deben ser requisitos a tener muy presentes. Porque no son pocas las personas que han sufrido daños, trastornos e importantes desequilibrios psicológicos, además de buenos sustos innecesarios, y eso, por adentrarse en terrenos que ni conocen ni, menos aún, dominan.
Estoy convencido de que el mejor contacto  es el que parte del corazón y hacia el corazón se dirige, o sea, de sentir a sentir, de alma a alma, sobre todo para transmitir y comunicar amor y luz, o en cualquier caso para recibirlos. Realmente uno siente, si está en armonía consigo mismo y se sitúa en su nivel más elevado, que la comunicación se puede establecer, es verdad, pero no precisamente de la forma como desde el mundo del ego se entiende, o sea, dando pábulo a nuestras chácharas y problemas personales en los que muchos equivocadamente pretenden involucrar a sus seres queridos que ya no están aquí, sino de ser a ser.

En el infinito mar de la conciencia divina todos estamos involucrados, entrelazados y unidos, pero no hay que olvidar que si no se encuentra la frecuencia y la sintonía adecuada todo lo que puede ocurrir es  además de inesperado producto seguramente de nuestra imaginación o fantasía. La vida continúa, así lo creo, pero por eso mismo cada cual la ha de seguir en el plano y según el propósito que su alma elige y tiene para cada momento. Hacer de los que se fueron un lastre para nuestra vida no es bueno ni sano ni para nosotros ni para ellos.

Aquí contamos con toda la ayuda espiritual que necesitamos si es esa la que queremos, nuestro ángel interior, es decir nuestro ser luminoso, que es lo que somos, está al quite de todas nuestras demandas, siempre; abrirnos a él nos hace crecer, nos da autonomía y, por supuesto fortaleza. Eso es lo que vale. Y con esas condiciones se evoluciona de verdad, lo demás nos infantiliza.

Por todo ello, personalmente creo que el mejor contacto al que podamos aspirar es al que se puede establecer con nuestro nivel superior, es decir, con lo divino que nos envuelve y que constantemente está descendiendo sobre nosotros. Eso sí que es real, y, desde ahí, ya podemos abrazar en la luz que somos a todos los demás, los que permanecen en nuestra dimensión o los que se hallan en otra.




lunes, 27 de febrero de 2017

LO QUE YO SOY, LO QUE TÚ ERES ERES, LO QUE ES.

       
            El corazón sabe como nada y como nadie ir directamente a la verdad y a la realidad de las cosas, sus certezas son evidentes, claras e incontestables, uno las sabe y no duda de ellas, vienen del alma y son sabias. Trascienden nuestra personalidad y sus límites, proceden de donde la razón no alcanza y expresan lo que la mente ignora, de ahí su poder, de ahí su fuerza.
El hombre o la mujer sensatos ante la afirmación de que eres o de que soy Dios se escandalizan o dicen que se trata de una metáfora, tal vez de una hipérbole y en el peor de los casos piensan de quien la dice que perdió la cordura. Pero nuestro ser, que es silencio y calla, sonríe, porque simplemente no ha de demostrar nada allá donde lo Real se expone a sí mismo y es lo que habla.
La poesía no es un lenguaje más o menos bello y ya está, no es un modo sólo de expresar que gastan personas de cierta sensibilidad. Los racionalistas pueden creer eso, pero la verdad es otra. Dios se asoma por nuestros ojos, no existen para él otras ventanas por donde mirar, ¿podrías, acaso, decir de ti que tú no miras también por los mismos ojos cuando es Dios quien está mirando?

Tú eres Dios como tú,
Decía el gran sabio Muktananda;
Un modo de ser de Dios, eso eres, eso soy.

Dios en mí, Dios en ti, Dios en cada ser,
Por eso eres, por eso soy, por eso todo es.

Lo divino en mí me da existencia,
Él es mi esencia, mi verdadero ser,
Él es la Fuente de la que emana
El único néctar capaz de llenar y saciar
Mi sed de Vida, de Plenitud, de Inmortalidad.

Si me abro a Eso soy todo Sentido,
Alegría, paz y gozo, comprensión y sabiduría,
Todo cuanto necesito allí está,
Todo cuanto soy, lo que seré y a lo que aspiro.

Como lluvia fina desciende sobre mí y la Tierra entera
Como luz blanca en primavera, oro puro fundido
¡Qué mejor tesoro que su dulce calor, su energía
Fuerza, Presencia, y paz infinita!
Verdadero refugio, mi casa, es mi riqueza y  mi todo,
Sin Eso todo es vacío, soledad, tristeza, temor y muerte.

Allí, me encuentro,
En Eso, Soy Yo


domingo, 26 de febrero de 2017

VIAJES ASTRALES: CUANDO SE SALE DEL CUERPO

Son muchísima las personas que se han podido ver, muy vivos, muy reales y muy conscientes, fuera de sus cuerpos, gente normal que involuntariamente, la mayoría, o de manera intencionada, bastantes, han salido de sus cuerpos, y una vez así, no todos por igual, han podido realizar lo que se llama un viaje astral, porque astral se le llama a ese otro cuerpo muy sutil que está en la base del físico, su doble, y que se conserva en el momento de la mal llamada “muerte”. Con la conciencia en el astral y mientras su cuerpo físico permanecía dormido, en la cama, las personas que han tenido esta experiencia han podido visitar a otras personas, ver cosas que desconocían y saber, en definitiva, que no son sus envolturas físicas. A continuación, transcribo uno de estos viajes tal y como lo narra Lobsang Rampa, y que coincide, en esencia, con lo que otros muchos nos han contado:

            “El cuerpo, acostado en la cama, consciente, plenamente distendido. Gradualmente llega la débil sensación de un crujido, una sensación como de algo que muda, cambia; poco a poco se produce una separación. Sobre el cuerpo que se halla postrado se condensa una nube formada, al cabo, de una resplandeciente cuerda de plata (el cordón que une ambos cuerpos). La nube, al comienzo, semeja una gran mancha de tinta flotando en el aire. Lentamente adopta la forma de un cuerpo humano que se eleva unos palmos sobre nuestros pies, flota y se mece en el aire. Después de unos segundos, el cuerpo astral se eleva más y sus pies se inclinan hacia el suelo. Despacio el conjunto se balancea hasta que se pone de pié al extremo de la cama, mirando al cuerpo físico, que acaba de dejar y al cual está aún unido…

            …La figura del astral mira a su alrededor y luego a su cuerpo físico que se halla cómodamente acostado en la cama. Sus ojos están cerrados, la respiración es tranquila y ligera…Satisfecho, el cuerpo astral se compone silenciosamente y  poco a poco se eleva por los aires, pasando por el techo de la habitación y por el tejado de la casa, hasta que se ve dentro del aire de la noche…se eleva hasta que se ve a un número considerable de metros por encima de los tejados de las casas…

            La forma astral…va flotando sobre las casas, mirando en rededor,  decidiendo a donde ir. Por último elige visitar un país muy lejano. Al instante mismo de su decisión se proyecta a una velocidad fantástica, girando casi con la celeridad del pensamiento a través de tierras y mares….Suavemente, este (el cuerpo astral) se deja caer en aquella comarca y se mezcla, invisible, inaudible, entre aquella gente que está dentro de sus respectivos cuerpos físicos. En un momento dado, el viajero experimenta un tirón, una sacudida de la cuerda de plata…, el cuerpo físico abandonado ha sentido el comienzo del día y reclama su astral…La forma astral…enseguida, veloz, cruza los cielos, como un rayo a través de tierras y mares hasta llegar al techo de su domicilio…y emerge…sobre la figura durmiente de su cuerpo físico. Ligera y lentamente se sitúa dentro de él.”

            Para algunos, estos relatos son producto de la mente. Pero la abundancia, coherencia y comprobaciones que de ellos se ha hecho los hace más que verosímiles; para quienes los han experimentado son incontestables y ciertos. Yo así lo creo, y la ciencia poco a poco los reconocerá. Se constata en ellos que la conciencia es independiente del cuerpo físico, o sea, del cerebro. Sobre todo esto hay un buen libro, de Margarita Espuña: “Hilos de plata”, de la editorial Luciérnaga, que aconsejo. Y un clásico ya sobre el mismo tema son las investigaciones que en su tiempo realizó Robert A. Monroe. No menos importantes, pues habría que decir de ellos que son también un clásico casi por excelencia, son los relatos que los franceses Anne y Daniel Meurois Givaudan han hecho, primero juntos y luego por separado sobre el mundo astral al que con mucha facilidad y según sus propias palabras acceden.
           
Cuenta Daniel Meurois en “Relatos de viajes por el mundo astral”, una de sus primeras obras lo siguiente: “siempre recordaré esa famosa tarde de abril en la que, abandonado a ese estado intermedio entre la vigilia y el sueño, de pronto me vi tumbado en la cama. ¿Cómo describir las impresiones de un ser que se ve a sí mismo desde fuera por primera vez? No, no hablo de una proyección sobre una pantalla de cine, algo que la mayoría ya ha experimentado y que, por lo demás, no siempre es muy agradable…Cuando digo verse desde fuera, quiero decir verse…en carne y hueso…Una vez superada la conmoción de los primeros segundo, uno se empieza a preguntar si no consistirá en eso la muerte,……..Que no se acuse a ninguna droga, ya que ninguno de los autores las ha probado…Se trata de una técnica….Este libro contará, pues, una serie de salidas astrales”

Digamos, que los viajes astrales o simplemente las salidas de nuestro cuerpo físico lo que están mostrando es, sin más, que la identificación tan fuerte que hemos tenido con nuestro cuerpo físico es falsa, que no es real, que tenemos, además de este, el físico, otros cuerpos de los que nos podemos servir y que no nos limitan ni nos atan a esto que normalmente tenemos como única realidad. Todo es, quizás, más sencillo de lo que nos pudiera parecer a simple vista: lo que somos es nuestro “yo soy”, o sea, nuestro ser, que es la base total de nuestra identidad configurando un alma que es la crece y aprende a través de muchas vidas. Este ser que somos, se ha propuesto existir unas veces en una dimensión, como esta que hora conocemos, la física, otras veces en otra más sutil, la espiritual; y, como es lógico, se sirve en cada ocasión del cuerpo que mejor se adapta a la circunstancia en que tiene que moverse.

            Todos “tenemos” un alma pero también es cierto que somos más que un alma, pues el ser que la formó es anterior a ella. El ser o foco divino en nosotros es siempre estable, perfecto, completo, en cambio nuestra alma es la que evoluciona. Llegará un día en que ser y alma serán uno y la misma cosa. Pues bien, en los viajes astrales o salidas del cuerpo, lo que hacemos es soltar la dimensión física y movernos con el resto de lo que constituye nuestra alma, y ello sin perder la conciencia de nuestra identidad, cuya base reside en el llamado cuerpo mental y siempre iluminada por la conciencia que somos. Si sentimos e intuimos lo que somos no nos costará tanto entender todo esto. En el autoconocimiento está la base de la verdadera comprensión. Pero, dejemos que sea ahora un psiquiátra el Dr. José Miguel Gaona, autor de libros tan difundidos, importantes y conocidos como “Al otro lado del túnel” y “El límite”, el que nos cuenta su propia experiencia tal y como la describe en el prólogo al libro de Margarita Espuña a la que ya hemos citado. Aclaremos que Gaona según su propio testimonio se encontraba ese día en un grupo que estaba practicando la meditación y ocurrió sin él esperarlo para nada lo siguiente:

            “Era un día de otoño…Inicialmente, una extraña sensación de que algo no iba bien con mi cuerpo se apoderó de mí. No tuve miedo, pero algo había “cambiado”….Momentos después comencé a elevarme. El techo se acercó literalmente a mi punto de visión…mi perspectiva no se encontraba limitada, como de hecho ocurre en las situaciones normales, sino que, a pesar de estar elevándome y de mirar hacia arriba, era capaz, al mismo tiempo, de ver hacia el suelo. Podía ver perfectamente cómo mis compañeros se quedaban en cuadrículas perfectamente alineadas a medida que ascendía sin que nada ni nadie me pusiese freno…..pude ver con claridad mi propio cuerpo abandonado allí abajo. Estaba como dormido o muerto. Los ojos cerrados. Inmóvil…..Ahí estaba yo, mi “yo”, mientras un hilo de plata me unía “eso” que había abandonado allí abajo……La distancia que me separaba del grupo había aumentado considerablemente. Me encontraba al menos a unos cien metros por encima del tejado de la casa, por lo que podía ver prácticamente toda la manzana y un bonito paisaje en derredor….¿cómo era posible que me encontrase a tal altura sin sufrir el más mínimo vértigo como me hubiese sucedido en la vida “real”, ¿cómo era posible que la sola acción de mi pensamiento actuase de timón instantáneo para dirigir aquello que no podía denominar “cuerpo”?”

Y como colofón de todas estas experiencias y consideraciones, no puede uno dejar de aportar aquí el testimonio ya no relevante, porque relevantes lo son todos los anteriores y cuantos pudiéramos en este sentido traer aquí, pero sí llamativo además de curioso por la personalidad extraordinaria de quien se trata, nada más y nada menos que el Dr. K. Gustav Jung. Conocido y afamado psicólogo, que nació en 1875 y dejó su cuerpo terrenal en 1961, y que es probablemente el psiquiatra más notorio y tal vez con más repercusión del siglo XX. Él a los 81 años relató su propia vida en el libro “Recuerdos, sueños, pensamientos” (Edit. Seix Barral), en donde dejó constancia de la experiencia extracorpórea que tuvo durante un ataque al corazón que tuvo en 1944. Resulta muy interesante, además de todo lo que cuenta y del hecho en sí, apreciar que su descripción de la tierra, según lo que él ve desde gran altura, es muy similar a la que nos mostraron desde el espacio exterior, muchos años después, en los viajes espaciales. Es así como nos relata lo que le sucedió:

            “Me pareció como si me encontrase allá arriba en el espacio. Lejos de mi veía la esfera de la tierra sumergida en una luz de color azul intenso. Veía el mar azul profundo y los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no abarcaba toda la tierra; sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y sus contornos brillaban plateados a través de la maravillosa luz azul. En diversos lugares la esfera terráquea parecía coloreada o manchada de verde oscuro como la plata oxidada. “ A la izquierda”, en la lejanía, había una amplia extensión: el desierto amarillo-rojizo de Arabia. Era como si allí la plata de la tierra hubiera adoptado una tonalidad amarillo-rojiza. Luego estaba el mar Rojo, y muy a lo lejos, también “a la izquierda y arriba”, podía divisar todavía un cabo del Mediterráneo. Mi mirada se dirigía precisamente allí. Todo lo demás aparecía borroso nada más. También veía las montañas nevadas del Himalaya, pero allí el celo estaba nublado o envuelto en vapor. Hacia la “derecha” no miré. Sabía que estaba a punto de abandonar la Tierra.

            Posteriormente me informé a qué altura debía encontrarme para poder alcanzar una visión de tal extensión. ¡Aproximadamente a unos 1500 kilómetros! La contemplación de la Tierra desde tal altura es lo más grandioso y fascinante que he experimentado”.

La importancia de estos relatos para la comprensión de lo que somos es crucial, también par lo que deben de ser los prolegómenos del tránsito que todos haremos cuando crucemos el umbral de este plano en nuestro viaje hacia el “más allá”. Existen muchísimos testimonios como los descritos que ayudan indudablemente en nuestro despertar como almas, como “viajeros en tránsito” en expresión de la Dra. Heraso.
  
 


viernes, 24 de febrero de 2017

CARTAS DEL MÁS ALLÁ

Creo que este es un librito de esos que uno debiera de leer y conservar, pues es lo que se dice una joya de las que uno encuentra de tarde en tarde en las librerías y que nos aporta el testimonio, canalizado a través de una escritora llamada Elsa Barker, de un hombre con el nombre de Patterson Hatch, abogado, escritor, gran erudito, místico de forma natural y estudioso de la filosofía, sobre todo la hermética, que relata cómo es su existencia en el más allá después de su “fallecimiento”. Este libro, que se publicó por primera vez en el año 1914 obtuvo una gran acogida por el público sobre todo porque contribuyó mucho a reducir el temor de la gente ante la llamada “muerte, por esa razón no es casual que la misma Elsa dijese que “lo que las cartas me han aportado a mí, personalmente, ha sido poder deshacerme por completo de todos los miedos que haya podido tener en algún momento con respecto a la muerte, así como afianzar mi creencia acerca de la inmortalidad, y poder ver la vida del más allá como algo tan real y rebosante de vitalidad como la vida que tenemos aquí, bajo el sol”.

Por otra parte, su editora Kathy Hart dice respecto a este libro que tiene el inmenso valor de haberle cambiado como pocos la vida, y es que para ella se trata de un auténtico tesoro, opinión que comparto. Tal es la sencillez, familiaridad, sentido del humor  y forma natural de describir y narrar que Hatch tiene que fácilmente entras en el mundo del que habla hasta sentirlo como parte de tu misma realidad. Cuando se refiere a la que hace de canal suyo dice: “a menudo te percibo como un punto de liuz intensa; debe de ser cuando tu alma está rebosante de sentimiento o cuando tu mente está pensando con entusiasmo”, y más adelante: “a veces estoy solo del todo; a veces acompañado. Me resulta curioso, pero ahora tengo la sensación de tener un cuerpo considerablemente consistente, aunque al principio parecía que los brazos y las piernas se me expandían en todas direcciones.

Por lo general, ya no ando como antes, ni tampoco podría decir que vuelo, ya que nunca he tenido alas; pero consigo desplazarme por el espacio a una velocidad increíble. De todos modos, a veces sí ando”.

Cuenta cómo morir es como realizar una especie de viaje, y que donde se va tiene el mismo efecto de lo que ocurre cuando vamos a un país extranjero, allí también te encuentras con desconocidos y tiene que hacer nuevas amistades, la gente se presenta recordando normalmente el último lugar de procedencia, y los hay que son muy trabajadores, mientras que otros, en cambio son holgazanes; hay intelectuales, artistas, sabios, gente en cuya presencia te rejuveneces por el magnetismo que transmiten y personas de todas las clases, ya que allí continuamos siendo muy parecidos a como lo habíamos sido en la tierra. Dice Hatch: “como ves, seguimos siendo humanos”

“La vida en este lado no es más que una prolongación de la vida en la Tierra. Si los pensamientos y deseos que tuvieron allí estuvieron únicamente enfocados en los placeres materiales, es muy probable que los pensamientos y deseos que tengan aquí también lo estén…Diríase que la gente más feliz que he conocido en estte lado son los pintores. Nuestra materia es tan ligera y sutil, y tan fácil de manejar, que se convierte sin resistencias en aquello que uno imagina. Aquí se pintan cuadros muy bellos. Algunos de nuestros artistas intentan imprimir sus cuadros en los ojos mentales de los artistas de la Tierra, y a menudo lo consiguen…..Aquí se escriben poemas preciosos, que se imprimen en las mentes receptivas de los poetas terrestres…Lo mismo ocurre con los músicos…¡Si pudieran oír nuestra música!”

Todos, pues, allí siguen su vida, prolongando sus intereses y deseos, sus aficiones y pasiones, de forma que el hombre o mujer que en la tierra fueron vanidosos lo más probable es que continúen siéndolo también allí, pues como hemos dicho las personas que han llegado a ese lado de la realidad traen consigo su carácter y características. Existen tutores que guían y enseñan, profesores que nos ayudan a crecer y progresar, aunque “no todos los espíritus están muy evolucionados. De hecho, hay muy pocos que hayan llegado lejos en su evolución; pero en este lado, el más necio de los hombres tiene algo que la mayoría de vosotros ha perdido, la fe en sus propias creaciones-pensamiento”

            También la almas enamoradas viven sus momentos a veces muy intensos de éxtasis, así como a nuestro alcance están todas las formas de placer, deleite y diversión debido a que las posibilidades de la imaginación en ese lado son casi ilimitadas, si bien, para disfrutar de todo su poder se tiene que tener una confianza muy grande en uno mismo. Existen “cielos” e “infiernos” en la medida en que las personas creen en ellos y los crean, aunque es verdad la existencia real de niveles y estados que se corresponden con la mayor o menor evolución de las almas y de las conciencias que los habitan. En este sentido afirma: “debes saber que hay muchos infiernos y que la mayoría son nuestras propias creaciones. Este es uno de esos tópicos que se basa en hechos reales….Te he hablado sobre los Cielos menores, a los que van las personas simplemente buenas, pero los amantes apasionadamente devotos de Dios llegan a puntos elevados de contemplación y éxtasis para los que los idiomas del mundo no tiene palabras que lo describan. Con el Bello ser a mi lado, anoche sentí esos éxtasis, mientras tú estabas encerrada en tus sueños”


miércoles, 22 de febrero de 2017

UNA GRAN AVENTURA: LA MUERTE. ALICE A. BAILEY.

      
Alice Bailey, fue una escritora y esoterista muy destacada, que nació en Manchester en el año 1880 y dejó su cuerpo en Nueva York en 1949, muy joven entró en la sociedad teosófica en la que estuvo unos cuatro años y de la que se salió entre otras cosas para sentirse más libre frente a la obligación que esa sociedad le imponía de seguir absolutamente las directrices del maestro. A partir de entonces se entregó en cuerpo y alma a la difusión de los escritos que telepáticamente recibía de un maestro de la Jerarquía espiritual del planeta, al que ella llamaba el Tibetano, y cuyo nombre real era el de Djwal Khul. Entre los libros que agrupan esta transmisión destacan entre otros el “Tratado de los siete rayos”, “Del intelecto a la intuición” y “Tratado de magia blanca”. Según una declaración que el Tibetano hizo pública en el año 1934 reside en los confines del Tibet en donde preside un grupo numeroso de Lamas tibetanos, y su misión principal era y es enseñar y difundir el conocimiento de la Sabiduría Eterna. Dicho lo cual, ofrecemos a continuación, por su interés, algunas de las palabras que le fueron dictadas por este Maestro a Alice A. Bailey, y que están recogidas en su libro “Una gran aventura: la muerte”:

“Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, tal como ahora comprendemos esa gran transición, y el establecimiento de la realidad de la existencia del alma….Nuestras ideas sobre la muerte han sido erróneas. Hemos considerado a la muerte como terrible final, pero en realidad es la gran evasión, la entrada en una más plena actividad, y la liberación de la vida desde el vehículo cristalizado y la forma inadecuada…La muerte puede mejor ser considerada como la experiencia que nos libera de la ilusión de la forma…El ser humano al abandonar el cuerpo físico continúa siendo una entidad viviente y consciente…continúa su existencia en un mundo más allá del físico y que vive, está despierto y es consciente…

El temor y la morbosidad que el tema de muerte comúnmente evoca y la poca disposición para encararlo con comprensión, se debe a que la gente pone demasiado énfasis sobre el cuerpo físico, a la facilidad de identificarse con él y a que está basado en el temor innato a la soledad y a la pérdida de las cosas familiares. Sin embargo, la soledad que acontece después de la muerte, cuando el ser humano se encuentra a sí mismo sin un vehículo físico, no tiene comparación con la soledad del nacimiento. Al nacer, el alma se halla en un nuevo ambiente…sin recordar la identidad, o lo para él significa el grupo de almas en esos cuerpos con quienes está relacionado; esta soledad desaparece gradualmente….

Después de la muerte no sucede lo mismos, porque el ser humano encuentra en el más allá a quienes conoce y se vincularon con él en la vida del plano físico, y nunca está solo, como el ser humano entiende la soledad; también es consciente de los que poseen aún cuerpos físicos; puede verlos, captar sus emociones y también sus pensamientos…Si la gente tuviera mayor conocimiento, temería a la experiencia del nacimiento y no a la de la muerte, porque el nacimiento encierra al alma en la verdadera prisión y la muerte física es sólo el primer paso hacia la liberación”



lunes, 20 de febrero de 2017

OSHO: LA MUERTE ES IMPOSIBLE

Osho es el nombre que adoptó Bhagwan Shree Raneesh. Nació en Kuchwada, al norte de la India, en 1931. Pensador, sabio y maestro indio, perteneció a una familia de condición humilde que profesaba la religión jainí, estudió filosofía en la Universidad de Sagar y durante nueve años dio clases también de filosofía en la universidad de Jabalpur, durante los cuales viajó por toda la India dando conferencias y cuestionando a los religiosos más ortodoxos en debates públicos. A los veintiún años alcanzó la iluminación. La contundencia y radicalidad con que afirmaba y defendía sus principios le granjearon no sólo una gran cantidad de seguidores y admiradores sino también de adversarios e incluso enemigos. Residió en Estados Unidos entre 1981 y 1985, año en que fue expulsado de este país. En su obra hay influencias de Freud, Buda, Confucio, Gurdieff y Tagore, y está reunida en 650 volúmenes que han sido traducidos a treinta idiomas. Tal es la repercusión que su pensamiento ha tenido y tiene en nuestro mundo que el Sunday Times le ha considerado “uno de los mil artífices del siglo veinte. Dejó su cuerpo en 1990. Precisamente de su volumen “El libro de la vida y la muerte” hemos tomado las siguientes palabras:

“Has nacido, pero a menos que renazcas en tu ser, no estás vivo, nunca vives…Nacer es necesario, pero no suficiente…Es muy raro cruzarse con una persona viva: Un Buda, un Jesús, un Kabir…están vivos…quienes están vivos nunca hacen la pregunta: ”hay vida después de la muerte”…Una vez que sabes qué es la vida, la muere no existe…No has tocado la vida, y por ello existe el miedo a la muerte…La muerte no puede existir en la naturaleza de las cosas…pero esto no puede comprenderse teóricamente, hay que alcanzar esta experiencia existencialmente…

Quien conoce la la vida sabe que la muerte es otro nacimiento, y nada más. La muerte es otro nacimiento; una nueva puerta se abre. La muerte es el otro lado de la misma puerta que llamas nacer: de un lado la puerta se llama morir, del otro nacer…aunque esto no significa gran cosa para ti a menos que sepas qué es la vida..Nacéis, pero no acabáis de hacerlo. Por eso es necesario un renacimiento; debéis nacer dos veces. El primer nacimiento es únicamente el nacimiento físico, y el segundo es el auténtico: el nacimiento espiritual. Debeis llegar a conoceros, a saber quiénes sois. Debéis haceros la siguiente pregunta:¿Quién soy yo? ¿Y por qué no indagar enla propia vida mientras ésta está presente?...

La muerte no es más que un descanso…un tremendo descanso, un descanso necesario. Tras toda una vida de esfuerzos y cansancio, uno necesita un gran descanso. La muerte es regresar al origen, como en un sueño…Cada noche morís una muerte pequeña. Lo llamáis sueño….Por la mañana volvéis a estar llenos de brío y entusiasmo, repletos de vida…La muerte es un gran sueño, un gran descanso tras toda una vida. Os revive, os refresca, os resucita….No te preocupes por el cielo o el infierno, son sus estados psicológicos. Si vives en la mente, vives en el infierno. Si vives en la no-mente vives en el cielo.”

            Estas enseñanzas de Osho me parecen un auténtico privilegio, pues llegan y tocan profundamente nuestro corazón, en donde resuenan y vibran porque en él las reconocemos como verdaderas. No valen de nada si se convierten en un montón más de información y de datos que sumar al inmenso bagaje de testimonios  y teorías que sobre la muerte existen, tampoco valen si las tomamos exclusivamente vía intelectual por mucho que las aceptemos y las creamos, ya que al no haber salido de nuestro interior y por lo tanto de nuestra alma, cuando llegue el momento del tránsito que todos tendremos que hacer se esfumarán igual como vinieron. Porque sólo cuenta, cuando de lo que se trata es de lo esencial o existencial, aquello que hemos sentido por dentro, vivido o experimentado, que es lo que nos aporta auténtica sabiduría.


            Es muy importante, pues, y Osho lo recalca mucho, no creer sino experimentar, no pensar sino sentir, no tener conocimientos sino ver, y sobre todo saber, con un saber que no viene de fuera hacia nosotros y de forma indirecta a través de tal o cual instructor, maestro o religión, ni siquiera a través de esta o aquella escritura por muy sagrada que se tenga, sino que nace de nuestra misma alma que es la que ya está en contacto con la verdad buscada y anhelada. Nadie, que no entre en el silencio más profundo de su corazón, allí donde su ser divino y real se manifiesta y se hace patente, podrá alcanzar jamás a reconocer estas verdades que hablan de nuestra inmortalidad y señalan lo que es la vida, porque nuestra mente no entiende nada en este terreno, es incapaz de rozar siquiera la inmensidad de lo que afirmamos, del mismo modo que con un tenedor es imposible tomar un poco de agua. Y es que, la sabiduría, la única que es capaz de liberarnos del olvido, del error o de la ignorancia en que estamos metidos sólo se encuentra en nuestra propia conciencia, fruto de ella y con ella identificada.

viernes, 17 de febrero de 2017

BLAY: MORIR ES VOLVER A LO QUE SOY

Antonio Blay Foncuberta, Investigador de la naturaleza humana y del desarrollo de su potencial interior. Intendente Mercantil por la escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, Diplomado en psicología y psicotecnia por la Universidad de Madrid y Miembro de la Sociedad Española de Psicologia. Precursor, como pocos, en nuestro país de la psicología transpersonal, durante más de veinte años escribió e impartió cursos y seminarios de Psicología de la Autorrealización en distintos lugares de España. Por muchos de sus seguidores y alumnos es considerado un verdadero Maestro espiritual que aún años después de que nos dejase continúa ejerciendo a través de sus libros un profundo y eficaz magisterio. Dejó su cuerpo físico en Agosto de 1985 a los 61 años de edad, en plena actividad docente. Ofrecemos unos extractos sobre lo que sucede en la mal llamada muerte tal y como él lo veía, no intelectualmente sino como resultado de su propia experimentación. Estos extractos proceden de su imprescindible libro “Ser, Curso de psicología de la autorrealización” y del libro-recopilación “Palabras de un maestro”; ambos de la editorial Índigo.

“Todo lo que yo digo es una expresión directa de experiencia… No existe la muerte. Solo existe la Vida a través de sus transformaciones. La muerte no es más que el fenómeno de que todo el proceso de vida …es cíclico…en el ser humano se produce en pequeños ciclos a los que llamamos sueño y a un ciclo un poco mayor le llamamos muerte…, o sea que la muerte es parte de la vida en su manifestación. Para algunos la muerte puede ser un momento de iluminación real, para otros simplemente es como una cosa nueva que les sorprende pero que no asimilan porque no están preparados para ello. Depende de la preparación, de la posibilidad de la persona…Cuando lloro por la muerte de otro es por mí que estoy llorando…

            El trabajo de Realización no es más que aprender a ver mi morir de los contenidos mentales, del yo idea, del cuerpo,…Se teme a la muerte por la identificación total con el cuerpo. El miedo “natural” a la muerte, se refiere  a la muerte prematura, a una enfermedad dolorosa, etc. Pero cuando es el tiempo, cuando uno ha cumplido su jornada, se va tranquilamente a  dormir…

La existencia dentro del cuerpo es como una especie de limitación en que uno está viviendo de una manera muy parcial y muy limitada la plenitud que uno es de realidad y de felicidad y de inteligencia. Es como si uno se metiera en uno de esos trajes que llevan los astronautas, tan gruesos y tan pesados que les impiden los movimientos. Pues esto es lo mismo pero en lo físico, en lo afectivo y en lo mental…El cuerpo astral y la supervivencia son cosas para ser vividas, no para ser creídas. En las cosas del espíritu, cada uno debe hacer su propia investigación; no vale creer porque lo dice fulano, o tal institución, o la tradición.

                        Cuando… tu cuerpo esté muriendo, entonces verás cómo se tiene un impresión muy clara de que esto no me está pasando a mi y de que yo soy el testigo de eso que está pasando…Conduce a un despertar profundo de uno mismo…Lo mejor que le puede pasar a un moribundo es que se de cuenta de que va a dejar el cuerpo, que viva muy conscientemente esa situación…La vida es un proceso de expresión Gozosa de lo que Realmente Somos. La muerte no me quita nada, porque morir es “volver” a lo que Soy…El gran error es confundir la vida con las formas de vida. La reencarnación se hace de un modo inevitable en virtud de las identificaciones que hay dentro…La elección viene hecha inevitablemente por las atracciones o repulsiones que hay todavía dentro,.. Es lo mismo que ocurre en la vida actual.

            Pero, como Blay dice, lo mejor es que, ahora, nosotros miremos dentro y hagamos nuestra propia autoindagación. Pues sólo así nacerán las certezas que buscamos, lo cual es lógico que sea así ya que con el autodescubrimiento de que nosotros no somos ni nuestra imagen exterior, ni ninguna de las ideas que nos hayamos formado sobre nosotros, tampoco ninguno de nuestros ideales, ni personaje alguno de los muchos que en la vida interpretamos, ni por supuesto este amasijo de carne, hueso, órganos, agua y minerales que configuran nuestro cuerpo, lo que sale a la luz y se autoevidencia es nuestra propia conciencia de ser y como seres inmortales, no sujetos a ningún cambio, transitoriedad, caducidad o muerte de los que afectan continuamente al mundo del ego, de la materia y de la forma.





jueves, 16 de febrero de 2017

BREVE HISTORIA DE TU ALMA

Al principio eras una chispita de conciencia que, emanada de Dios,

Había decidido recorrer todo un camino, el camino que va de sentirse siendo nada,

(Y a esto se le llama involución), hasta llegar un día a reconocerse como la totalidad

De Dios ( y a esto se le llama evolución). Para hacer esto tomaste un cuerpo

Y te hiciste una imagen, ambos como tu tabla de salvación a la que cogerte y aferrarte.

Y te olvidaste de esa chispita, tu ser, que con la voluntad de ser alguien individual

Formó lo que es tu alma. Naciste así a esta realidad aparentemente separada

Para crecer en conciencia y evolucionar con todo tu potencial: la semilla de Dios.

Pero tan en serio te cogiste tu forma, tu imagen y lo que se convirtió en tus personajes

Que dejaste de reconocerte ya como alma y te quedaste con el vehículo cuerpo-mente.


Tu alma quedó así extraviada, igual como lo está la pequeña piedrecita

Perdida en el interior de una inmensa bola de nieve que se fuera haciendo

Mientras caía, rodando y rodando (esto es el vivir) ladera abajo, hasta el valle.

Ahora, en vez de la “piedrecita-alma”, creemos ser la “bola de nieve-personajes”

A la que cuidamos, defendemos, le dedicamos todo nuestro tiempo y energías,

Alimentamos con posesiones, importancia personal, barreras frente a los demás, etc..,

Basados siempre en el temor al otro o a que se quede sin sus insaciables necesidades,

O lo que es peor, a que se muera, y con ella todo lo que creemos erróneamente ser.


Ahí reside el origen real de todo sufrimiento: en el olvido y alejamiento de nuestro ser

Y de aquello a lo que habíamos venido: crecer en conciencia y evolucionar.

Ahora que ya sabemos nuestra historia podemos empezar el rescate del alma-piedrecita,

Mirar dentro y sentir, por fin, el pálpito y la presencia de nuestra identidad divina.



  

BALANCÉO ENTRE EL ALMA Y EL PERSONAJE

Mientras no nos hemos asentado en lo que realmente somos, seres divinos,

Resulta muy difícil guardar el equilibrio y mantenernos en la parte del alma,

Porque  nuestros personajes nos asaltan con sus trucos y hábitos al menor descuido.

¡Es tan sencillo y requiere tan poco esfuerzo pensar, sentir y vivir como egos

En un mundo que, sobre todo, señala, identifica y refuerza lo externo de uno!

El alma no la vemos con nuestros ojos, ni es tocada por nuestras manos,

¡Qué fácil entonces negarla, dudar u olvidarse de ella y aferrarse a los personajes!

Pero existe una fase que podemos calificar de asentamiento en el ser de nuestra alma,

Justo cuando ya empezamos a saborear su existencia y notamos su presencia;

Cuando esto pasa, hoy nos vivimos como almas y mañana en el ego que nos arrastra,

Así vivimos un balanceo constante, entre el alma que somos y el personaje que engaña.


Es sólo cuestión de tiempo aprender a bascular hacia el lado del alma y del ser,

Algo no fácil después de muchas vidas confundidos con la representación y la obra,

Y de estar convencidos de ser tal o cual imagen, idea o forma de nosotros mismos.

Pero llega un momento en que alma aflora a nuestra conciencia y se empieza a percibir

Con su voz silenciosa y su saber diferentes al del ego y al del intelecto,

Con un amor, un sentido de la realidad y de los demás verdaderamente unitario y libre,

Así como con una alegría y paz independientes de cualquier cosa exterior a ella.


Entonces, poco a poco, empezamos a identificarnos y a sentirnos uno con el alma,

Esto es: a vivir conectados al foco central desde el cual ella es lo que es y se alimenta.

Ese foco es nuestro ser o yo superior irradiando la luz, el amor y la energía que expresan

La Conciencia, el ser o divinidad que somos.


Todo verdadero Camino conduce a Despertar en nosotros eso, y eso es la  Iluminación.

miércoles, 15 de febrero de 2017

EN EL ALMA CONFIANZA Y PAZ


Todo es más sencillo de lo que parece. Nacemos para experimentar, aprender 

Y evolucionar. Y esto lo hacemos a través de unos personajes, con unas escenas,

Y siguiendo un guión que previamente, entre otros muchos, hemos decidido tomar.

El guión o el personaje no determinan lo que somos, que es independiente de ellos,

Por eso, pase lo que pase y suceda lo que suceda siempre estamos a salvo,

Igual como lo está el actor en el desarrollo de cualquiera de las obras en que interviene.

El actor no protesta, no se queja, no huye ni se sale de su papel, al contrario,

Se entrega a él con toda su voluntad, inteligencia y decisión, con realismo supremo,

Y en esto consiste precisamente lo que le da valor y éxito a su representación,

Al margen de si actúa como pobre o rico, vencedor o vencido, santo o malvado.


Si es esto lo que también somos nosotros, actores, intérpretes, ¿por qué temer?

El guión de algún modo ya está escrito, nosotros lo hemos elaborado y aceptado,

Y eso, aunque olvidado para nuestra mente racional y el ego, nuestra alma lo sabe,

Ella no duda, sabe quién es y es consciente de que ha venido a aprender.  De ahí su paz.

Como sabe también de las condiciones del aprendizaje: las ha asumido todas,

Como también sabe del éxito y perfección de toda su empresa. Por eso en ella hay gozo,

Y razones sobradas para que en ella reine la confianza absoluta en todo el proceso.

No hay más que silenciar la mente, callar nuestro ego y al personaje

Para comprobar por nosotros mismos, directamente, la verdad de lo que decimos.


Cuando afirmamos que en el alma lo que hay es confianza, nos estamos focalizando

En su sabiduría, energía y amor interiores, donde Dios es en nosotros como nosotros,


En ese espacio en el que no hay lugar para el ego y donde se halla el auténtico Actor.

EN EL EGO DESCONFIANZA Y MIEDO

Somos seres divinos, inmortales, sabiduría en esencia, conciencia,

Somos amor expresándose siempre, incluso cuando todo parece revuelto, injusto o loco,

Somos la voluntad de Dios interpretándose a sí mismo dentro de un juego sin fin.

Pero somos también almas que aceptaron el olvido de sí, de lo que eran, de todo eso,

Como parte de esta trama que es cada existencia, que no es sino puro teatro,

Interpretación de algo que no somos. Este es el Juego, incomprensible para la mente,

Dominado casi siempre por los sentidos externos, por nuestras emociones

Y por la personalidad que tomamos, resumida en ese ropaje tan aparentemente real

Y complejo, el ego, que hemos tomado como nuestra identidad verdadera.


Pero el ego es miedo, y en eso se basa su esencia. Miedo a perder,

Miedo a no tener, miedo a la carencia y miedo por lo que le falta,

Y su temor estrella, del que más huye, que los resume todos: el de la muerte.  

Miedos que la mente nos recuerda continuamente, con mil pretextos,

Y que producen ansiedad, insatisfacción, tristeza, pero sobre todo:

Desconfianza y duda, ante la vida, ante el mañana, por lo que sucederá o no,

Por tantas cosas. Y lo peor, es que ahí radica la fuente del sufrimiento.

Pero el ego lo quiere así, porque es eso su sostén, su razón de ser y su alimento,

Pues sin ellos simplemente se extinguiría, ya que la representación perdería su interés.


Esta obra que representamos, sí, en una primera parte es una ficción ignorada,

Basada en el olvido de que todo es puro teatro. Por eso nuestros miedos son tan reales

Y la desconfianza tan grande. Y porque el ego, incrédulo, sólo aguarda lo peor.

De ahí que la vida se resuma para él en autoprotección o defensa y ataque. Y poco más.


martes, 14 de febrero de 2017

AUROBINDO: “NO SE MUERE, SÓLO SE PARTE”.

Nació en Calcuta en 1893, a los siete años fue enviado a Inglaterra donde profundizó en el conocimiento de la cultura de Occidente. Llegó a dominar las lenguas griega, latina, inglesa, francesa y alemana y fue un renombrado comentarista de los clásicos hindúes. Fundó un ashram en Pondicherry junto con Madre; en 1962 se retira para acelerar en su cuerpo la manifestación supramental. Una de sus más importantes obras es “La Vida Divina”, otra es “Savitri”, todas de un nivel intelectual y espiritual incomparable. Aurobindo es una de las cumbres más altas del pensamiento filosófico, así como del adentramiento y experimentación de la realidad espiritual, penetró como pocos en los planos superiores, a la vez que ha señalado los pasos a seguir hasta desarrollar una nueva humanidad basada en los principios de la vida supramental.   
De su libro “Renacimiento y karma”, editado por Plaza y Janés hemos entresacado (pags. 253 y stes.) los siguientes párrafos que nos ilustran sobre lo que ocurre realmente cuando “morimos” y en los pasos posteriores:

            “En el momento de la muerte, el ser…sale en su cuerpo sutil y va a diversos planos de existencia en los que permanece…hasta haber pasado por ciertas experiencias… resultado de su existencia terrestre…Los recuerdos sólo se mantienen por un tiempo, no hasta el renacimiento…las mismas personas a menudo se vuelven a encontrar una y otra vez en la tierra en vidas diferentes, pero sus relaciones son distintas…es posible entrar en contacto directo con los difuntos…Hay después de la muerte, un período en el que se pasa por el mundo vital y se vive allí durante un cierto tiempo…se agotan…los deseos y los instintos vitales que se tuvieron en el cuerpo. Tan pronto como uno descansa de estos…pasa a un estado de reposo… hasta el momento de asumir una nueva vida en la tierra…

A algunas personas les puede suceder que…no se den cuenta de que han muerto…el ser, antes de partir de este mundo físico en su cuerpo vital, permanece indeciso durante algún tiempo, que a veces puede llegar a ocho días, cerca del cuerpo o de los lugares en donde ha vivido…hasta un período máximo de tres años….El pesar y el duelo que rodea a los muertos obstaculiza su progreso…El cielo y el infierno son, a menudo, estados imaginarios del alma…

            …Algunos seres psíquicos entran en relación con el medio en que nacerán y con los padres desde el momento de la concepción y determinan la personalidad y su futuro en el embrión; otros no se unen hasta el momento del alumbramiento; otros incluso en un momento más avanzado de la vida, y, en estos casos, es una emanación del ser psíquico lo que mantiene la vida…las circunstancias del nacimiento futuro se determinan fundamentalmente en el momento de la muerte…lo que va a realizar en la próxima vida y…el carácter y circunstancias de la nueva personalidad.

            El alma nace para tener experiencias, para crecer y evolucionar hasta que esté en condiciones de hacer que el Divino se manifieste en la Materia. Es el ser central el que se encarna, no la personalidad exterior… En otro nacimiento creará para sí una personalidad diferente…Las energías serán orientadas en una nueva dirección para hacer lo que anteriormente no se hizo. El ser psíquico conserva la esencia de las experiencias pasadas,…Se puede tener una facultad de expresión poética en una vida, pero ninguna en absoluto, ni ningún interés por la poesía en la siguiente. Por otra parte, tendencias reprimidas, o frustradas, o imperfectamente desarrolladas en una vida pueden hacer su aparición en la siguiente…No se muere, tan sólo se parte”.

            La mejor manera de comprender lo que para Aurobindo representa la muerte es encuadrarla dentro de lo que para él es la Vida, única realidad existente. Todo es expresión de un doble movimiento que se produce desde la Conciencia Divina, primero en lo que sería propiamente una involución, por la cual el potencial de energía, sabiduría, amor y conciencia que es la expresión de Lo Real o Dios voluntariamente queda reducido, anonadado se podría decir, hasta extremos muy ínfimos de existencia en los reinos más bajos y elementales de la manifestación material, en niveles en los que la conciencia es prácticamente nula e inimaginable, a pesar de que esté también allí presente. Y desde ahí, a continuación, se inicia un segundo movimiento que ya es evolutivo, por el cual de manera ascendente y progresiva a lo largo de las formas y niveles que van de la materia, luego la vida, después desde ella y en ella la mente, hasta la aparición de la conciencia autorreflexiva en el ser humano se va recuperando el Origen, olvidado, desde el que se partió.

            Y esto, que explícitamente lo realizamos nosotros, se convierte en el sentido y propósito de nuestras existencias, hasta llegar a despertar a nuestra identidad real como seres divinos. Pero no para ahí la cosa en Aurobindo, sino que se trata de proseguir después hacia niveles nuevos de existencia hasta superar la misma expresión de la humanidad como la conocemos y dar así un salto evolutivo nuevo en nuestra especie para convertirnos en seres divinos, dioses en la Tierra. En todo este contexto, la llamada muerte no es nada relevante, sólo una puerta hacia un nuevo plano desde donde preparar nuestra siguiente encarnación y poder así continuar en cada uno y como especie el plan que hemos señalado. Y todo ello, en una vida sin fin.

            

lunes, 13 de febrero de 2017

“NO PUEDE NADIE MORIR”. PARAMAHANSA YOGANANDA

   
Desde su nacimiento, hace ya más de cien años, Paramahansa Yogananda ha llegado a ser reconocido como una de las personalidades espirituales más ilustres del siglo XX. Nació en 1893 en la India y dejó su cuerpo terrenal en 1952; ha dado a conocer a millones de lectores la sabiduría perenne del Oriente a través de la ya celebre historia de su vida “Autobiografía de un yogui”. Fundó en 1920 la sociedad internacional “Self-Realización Fellowship” con el fin de diseminar sus enseñanzas en todo el mundo. Es uno de los místicos más grandes de los últimos tiempos, que dedicó muchos de sus esfuerzos a derribar las fronteras y los límites que separan a los humanos por su cultura, raza o religión y es también alguien que, como pocos, ha sabido marcar y señalar el camino del alma, que está en el corazón de todos los seres, el templo, como él mismo dice, donde habita Dios. A continuación, transcribimos algunos extractos de su libro “Donde brilla la luz”, editado por la referida “Self-Realisation Fellowship”, y en donde con una claridad muy grande habla sobre la falsedad de la muerte y la inmensa maravilla que nos espera después del “tránsito”:

“Cuanto les digo es lo que he experimentado personalmente….Al morir, nos olvidamos de todas las limitaciones del cuerpo físico y entendemos cuán libres somos. En los primeros segundos se experimenta una sensación…de temor a lo desconocido…pero después de estos breves momentos…el alma experimenta una gozosa sensación de descanso y libertad. Comprendes entonces que existes separado del cuerpo mortal…

Puesto que todos moriremos algún día, de nada sirve tenerle miedo a la muerte…No hay nada que temer…La muerte es sólo una experiencia destinada a enseñarte una gran lección: que no puedes morir…El estado que se produce después de la muerte es experimentado de manera distinta por cada ser humano, según haya sido el tipo de vida que tuvo mientras estuvo en la tierra…El hombre de bien que ha trabajado arduamente en la fábrica de la vida, penetra durante un breve tiempo en un profundo sueño, inconsciente y reparador, despertando luego en alguna región del mundo astral……En los reinos astrales existen colores y sonidos de los cuales la tierra nada sabe. Se trata de un mundo hermosos y digno de disfrutarse...infinitamente bello, limpio, puro y ordenado...Las imperfecciones propias de la tierra…no existen…, conservan una temperatura uniforme de una eterna primavera, con ocasionales nevadas de un blanco resplandeciente y lluvias de luces multicolores. Los planetas astrales están poblados de lagos opalinos, mares resplandecientes y ríos de arco iris….En la región astral las almas se encuentran vestidas de una túnica de luz…, no existe conflicto alguno entre el cuerpo humano y los sólidos, los mares, los rayos y la enfermedad. Ni  hay tampoco accidentes…Todas las fuerzas coexisten en paz y en una ayuda consciente…

Las almas viven en mutuo conocimiento y colaboración, respirando el gozo del espíritu, en lugar de oxígeno….Regocijándose  ante la naturaleza indestructible de la amistad, comprenden la condición inmortal del amor…Para los hombres que han cumplido con su deber, la muerte constituye una promoción a un nivel superior; y para los que han fracasado, significa una nueva oportunidad de superación en un ambiente distinto…”

Es una lástima que, desde pequeños, en la escuela, no se nos enseñen estas cosas sobre la muerte. Lo explica el que la humanidad se encuentre todavía en la fase de su evolución pegada a los sentidos y a la mente racional. Pero, en la medida en que nuestra conciencia sobre lo que somos crezca esto irá cambiando y, como consecuencia, todo temor sobre la muerte desaparecerá. La muerte que es la gran mentira ha condicionado ya demasiado nuestras vidas de manera negativa, acrecentando el temor a la misma vida, de modo que más que vivir lo que los humanos solemos hacer es sobrevivir, cosa que hacemos aferrándonos inútilmente a infinidad de cosas y de posesiones, con el fin de asegurarnos falsamente nuestra durabilidad en el tiempo.

La muerte no existe y por lo tanto nadie la experimenta, y el temor a la muerte se basa en una ilusión mental igualmente irreal, ello hace que nuestra vida la hayamos organizado y fundado sobre irrealidades que nos llevan a controlarlo, manipularlo y programarlo todo con el fin de garantizarnos un poco de seguridad, como si así estuviéramos alejando la muerte, lo cual no es cierto. La mejor manera de vencer el miedo a la muerte consiste en darnos cuenta de que no somos esta carcasa llamada cuerpo sino el espíritu inmortal que lo utiliza para experimentar y crecer durante una etapa más o menos breve de tiempo. Saber esto, comprobarlo y vivirlo nos sitúa en un camino auténtico de liberación que es el que nos conduce a la verdadera felicidad. Pero para conseguir esto tenemos que concienciar día a día lo que sí somos, que es esa conciencia o testigo que observa todo lo que hacemos a través del vehículo cuerpo y de los personajes que en cada momento interpretamos. Esto es necesario afianzarlo en nuestra conciencia para conseguir deshacer de nuestra mente la hipnosis y hábitos de siglos y siglos de existencias que nos llevan a creer una y otra vez que sólo lo externo, o sea nuestra personalidad cuerpo-mente, es lo real. Para lograrlo hemos de practicar y desarrollar la atención presente en y desde el testigo, alma o espíritu que no se identifican con nada mortal o pasajero que es lo que no somos.