Por
lo que estamos diciendo El Ser Uno tendría que ser algo que todos deberíamos de
estar percibiendo continuamente, puesto que no hay otra cosa que Él. En cambio,
lo que la mayoría creemos detectar normalmente no es precisamente eso sino las
cosas, personas, bosques, ríos, y toda clase de circunstancias, que son las que, llenas del contenido que les
confiere el conocimiento que tenemos de ellos, de su utilidad, características,
historia o significado para cada individuo nos impresionan de un modo o de otro,
nos atraen, fascinan o, por el contrario, provocan indiferencia o incluso
rechazo.
Cuando
eso sucede nuestra atención es absorbida
por lo que las cosas son y representan para nuestros sentidos físicos así como
para nuestros intereses personales, con lo que refuerzan nuestro ego y nuestra
personalidad cuerpo-mente, mientras que se queda en un plano ignorado o
desconocido lo que es precisamente la esencia y el fundamento de todo ello: el
Ser o Presencia, la Realidad Una.
Ahora
bien, el que no nos demos cuenta del Ser o Fondo real que hace que todo sea no
quiere decir exactamente que no lo percibamos, al contrario, pues se puede
estar percibiendo algo y no verlo, como es lo que les pasa, por ejemplo, a los
peces en el mar, los cuales por estar absolutamente inmersos en el agua,
rodeados de agua, empapados de agua y no viendo más que agua no se estarían
dando cuenta de ella.
En
nuestro caso: todo es el Ser, no hay más que Ser, estamos hechos de Ser y no
nos podemos salir ni un instante del Ser, pero en cambio sólo vemos “cosas”.
Qué curioso y qué extraño a la vez. Teilhard de Chardin lo expresaba muy bien: “La
presencia divina se ha revelado no ya simplemente frente a nosotros, junto a
nosotros. Ha brotado tan universalmente, nos hallamos de tal modo rodeados y
traspasados por ella, que ni nos queda espacio en que caer de rodillas ni
siquiera en el fondo de nosotros mismos”
Entonces,
si todo es ser, o sea, presencia divina, ¿cómo es que no nos damos cuenta de ello?,
o lo que es lo mismo, ¿de qué depende el que podamos percibir conscientemente
esa Presencia? Soltar, desapegar, silenciar, estas son las claves. Me explico:
Todo va a depender de la mente o de nuestro ego, porque cuanto más presentes
estén ellos menos conciencia tendremos del Ser. O estamos “nosotros” o está él.
El mecanismo consistiría, pues, en soltar y aflojar los pensamientos, cesar
nuestras proyecciones sobre lo que vemos, silenciar la mente, sentirnos
relajados y en paz, todo lo demás ocurre sin nuestra intervención: surge el
brillo y la transparencia del ser.
Todo
está donde estaba, aparentemente nada ha cambiado, aunque en realidad ya nada
es igual, simplemente el presente es, y es en todo. Nos hemos colocado frente a
la realidad más allá de cualquier interpretación, recuerdo, emoción o
sentimiento que sus contenidos como son las cosas nos pudiesen provocar. Ahora
sólo existe Realidad, Ser. Y cuando eso sucede y nuestro ver se ha instalado
ahí, no importa el tiempo que dure esto, lo que aflora de y en nosotros es alegría, amor, éxtasis, saber,
presencia, vida en estado puro, que son las cualidades del ser.
Hablamos
de trasparencia del ser conscientes de que esto es sólo una forma de decir
algo, para mí dice mucho, pero tal vez otros recurran a otro tipo de
comparaciones o de metáforas, eso es lo de menos. El brillo que adquiere la
realidad que entonces se empapa de alegría -¡hasta las piedras la transpiran!-,
es lo que nos hace decir lo que decimos y también ese silencio que parece
cubrir como un manto de clara transparencia todas las cosas.