1.-Esta
afirmación que hago, la de que los
animales tiene un alma, o de que en realidad son almas debe de tener
algún respaldo de peso que la avale, pues de lo contrario no dejaría de ser un
gratuito brindis al sol, una frase más o menos bonita y evidentemente arriesgada
a la luz de cómo algunos los tratan o de lo que generalmente se dice o piensa
de ellos. Los humanos tenemos estas cosas, nos cuesta reconocer la verdad de
todo aquello que no esté respaldado por los cinco sentidos físicos, de ahí
nuestro escepticismo hacia todo lo espiritual. A veces nuestra ceguera y prejuicios son tan grandes que como ha
ocurrido en la historia de nuestra humanidad, se llegó incluso a decir en un
tiempo que la gente de color, o sea, los de raza negra no poseían alma, y ya en
el colmo de la locura hasta algunos creyeron que las mujeres tampoco. Hoy
evidentemente nos sonrojamos de sólo pensar que hayamos podido creer semejantes
barbaridades.
Pero
quedan aún muros que tumbar, murallas
que derribar y falsa ideas que desmontar: una de ellas, que ya resulta muy urgente
e imprescindible derruir es la de creer que los animales carecen de alma, (
tendremos que conseguir lo mismo respecto a lo que se cree de las plantas, los
minerales, y más cosas)
Por
cierto, uno no es vidente, ni médium, ni ha tenido ninguna clase de revelación
particular, ni posee algún poder o facultad especial para poder decir en virtud
de esos “méritos” que esto que decimos es rotundamente así. No es necesario
contar con semejantes avales para saber esto y poder afirmarlo con absoluto convencimiento.
Entonces, ¿con qué apoyo cuenta uno para decir esto? Todo resulta más sencillo
y lógico de lo que parece ser o nos podemos imaginar. Es cuestión de soltar un
poco los viejos prejuicios, las consabidas posiciones racionalistas, y
permitirnos hacer un poco de silencio en nuestro corazón para que sea él y no
nuestra cabeza la que hable, se trata, en definitiva, de permitirnos mirar
limpiamente y, sobre todo, sentir, para a continuación, expresar las grandes
verdades que se experimentan desde la vida/conciencia/alma que somos: en primer
lugar: todo es Vida y sólo la vida es real; en segundo lugar: toda forma de
vida se sostiene gracias a un foco de conciencia-energía particular y única que
la necesita como instrumento a su medida en función de los fines que pretende
conseguir.
2.-Pues bien, ese foco de conciencia-energía no es otro
que el alma de los seres, del tipo y clase que sean. ¿Alguien con una
mínima dosis de intuición puede decir después de esto que los animales no
poseen alma? A nuestro entender la respuesta sería que no, pero algunos o lo
rechazan sin paliativos o se resisten a aceptarlo. Sólo es cosa de tiempo que
se produzca el deseado cambio de visión.
Pues
bien, ese foco no es otro que el alma. Y esto, que es tan evidente y sencillo
de entender o se ve o no se ve, o te abres a ello o te cierras, así de simple.
Mientras tanto podemos perdernos en interminables discusiones, razonamientos y
disquisiciones más o menos útiles. Pero la evidencia se encuentra ahí, a
nuestro alcance, delante de nosotros.
Esto es todo. Claro que, si partimos de que
nuestro sentir no vale para nada, que nuestro corazón sólo recurre a fantasías,
que sólo los razonamientos mentales nos ofrecen certezas, y que más allá de los
órganos corporales y la materia nada existe, pues ni el encabezamiento de este
escrito tendrá sentido, ni tampoco nada de lo dicho, ni, por supuesto, de lo
que a continuación desarrollemos.
Quien
esto escribe, es verdad que ya parte de un hecho, porque sí, porque lo creo,
porque lo siento o simplemente porque lo sé, nosotros mismos no es que tengamos
un alma, sino que somos un alma, y
lo que tenemos es un cuerpo. Esto lo
sabemos y con absoluta certeza. Lo sabemos a resultas del contacto mismo
directo (que todos tenemos por cierto) con la realidad que se siente. No surge como
resultado de un me lo han dicho, lo creo, lo pienso o lo he deducido, nada que
venga, por lo tanto, vía indirecta, sino de forma inmediata y sin
intermediarios, ni siquiera el mental. Mi ser se halla como todos los seres en
el Campo Único de realidad que nos iguala y por el cual nos es posible
sintonizarnos y resonar unos con otros. De ese Campo en que somos proviene
nuestro saber y nuestra certeza.
3.-
La ignorancia sobre ese Fondo es la que
nos ha llevado a establecer esa fractura y separación tan grande, injusta e
irreal entre nosotros los humanos y los animales, y entre nosotros y la
naturaleza en general, a los que en consecuencia hemos tratado, no precisamente
por maldad, sino fundamentalmente por ignorancia y falta de sensibilidad, como
meros objetos, material para nuestro alimento, y mascotas para nuestro
exclusivo disfrute y diversión,
llegándolos en no pocos casos a torturar, esclavizar y someter a cantidad de
sufrimiento, e incluso a matar por diversión, y todo porque son, hemos pensado:
meros animales.
Pero
hoy sabemos de muchas maneras y así nos va llegando cada vez más, que ellos
sienten, sufren, tienen sentimientos y conciencia, también deseos y emociones,
en su nivel y dentro de su especie como no podía ser de otro modo, pero esencialmente
como nosotros. Véase si no el testimonio tan importante, lúcido y real que nos
ofrece Laila del Monte, pero digamos
antes que nada de ella que, como nos cuenta, ya de muy pequeña sentía y sabía
lo que los animales con los que se encontraba pensaban y querían así como
también lo que les estaba pasando, sus preocupaciones y temores, sus deseos y
sufrimientos, igual como sus alegrías.
Esto
ella lo experimentaba con total naturalidad, creyendo que es lo que a todos les
pasaba, luego cuando se dio cuenta de que no era así lo fue callando, con los
caballos sentía una conexión muy especial lo que le hizo prometerse desde muy
pequeñita que se dedicaría toda su vida a su cuidado. Y esto es lo que hoy con
ellos y los demás animales, a la vez que facilita el entendimiento de sus
cuidadores hacia ellos. En su precioso libro “Comunicarse con los animales”
muestra cómo podemos conectarnos con ellos y saber sobre sus sentimientos y
pensamientos a partir de nuestra intuición profunda que es el mejor camino para
establecer comunicación con cualquier ser.
4.- De hecho, según
Laila comunicarse con los animales
implica “la capacidad de proyectar el espíritu hacia el espíritu de ellos, y
así recibir sus pensamientos, imágenes, sensaciones emocionales o psíquicas que
me ayuda a entender quién es el animal…, se puede hacer esto porque ellos como
nosotros tiene conciencia, tienen emociones y tienen pensamientos…La única
forma de entender completamente a una persona es sentirse como él, y lo mismo pasa
con un animal, dándose cuenta de que no hay mucha diferencia, y cuando esto uno
lo entiende profundamente dentro de las células de uno mismo, uno se da cuenta
de que los animales son seres vivientes…que son una extensión de nosotros
mismos, de nuestra conciencia, y por eso les debemos respeto, quererlo, y de
este modo podemos hacer muchos cambios en lo que está pasando en el planeta
Tierra.
Hay
que tener muy presente que un animal no es un ser humano, es un animal,
entonces hay que respetar quien es él, con sus instintos, sus necesidades,
vivencias, necesidad de seguridad sobre todo…Es un ser distinto a nosotros
aunque sea una extensión de nuestra conciencia, entonces hay que tratarlo por
quién es él, sin tratar de cambiarlo por un ser humano ni por ninguna otra
cosa, hay que respetarlo en su condición de animal, y sobre todo no decidiendo
por él lo que quiere hacer ni lo que se tiene o se puede hacer con él, hay que
tener una mor incondicional hacia ellos. No somos sus amos, ni siquiera sus
maestros, lo que me gusta decir es que somos sus guardianes”
5.- No menos
interesante y revelador es su otro libro más reciente titulado precisamente “La muerte de los animales”, en donde
se habla del proceso de abandono del
cuerpo, su vida más allá y la posibilidad de conexión y comunicación con
ellos una vez que han partido.
Como
nos cuenta Laila en una de las muchas entrevistas que se le han hecho “la
muerte es un pasaje a otra dimensión, nada más, es algo bastante sencillo…lo
que he experimentado es que vamos a otro lado, a otra dimensión y luego nos
integramos a la frecuencia que nos corresponde…Todo lo que yo he experimentado
era de mucha belleza, de mucho amor, de mucha compasión…, nada, pues, que
justifique el miedo, aunque entiendo muy bien la emociones…, y de hecho cuando
muere un animal al que quiero lloro y lloro por la pérdida del ser amado, de
ese ser con ese amor tan incondicional.
El
animal es plenamente consciente del momento en que se va a ir, y por eso muchas
veces dice adiós, hay cosas que puede hacer para decir adiós a las personas, a
veces hasta bastante antes…es una decisión del alma del animal decir cuando
tiene que partir. Y una vez que parten, los animales vana otra dimensión, a un
sitio de reposo (que es lo que se me ha dado ver), de una belleza y una luz
impresionantes, una belleza inmensamente superior a cualquiera de los lugares
más bellos que conocemos aquí en la Tierra, y hay seres que les ayudan a
recuperarse…Luego van a otra frecuencia que es la que les corresponde (que por
el momento no se me ha dado ver, tal vez dentro de unos cinco años…)”
Señalemos,
por lo demás que no son pocos los testimonios de personas que han podido
mantener ese contacto póstumo con ellos, como sentir la presencia e incluso
verlos a sus perros después de que partieran hacia otros planos de realidad en
una vida que no termina con la del cuerpo físico.
6.- Dentro de la
misma línea sobre la comprensión del mundo interior de los animales, la muerte
y cómo la experimentan, así como el más allá, contamos con el libro escrito por
los autores Miguel Pedrero y Carlos G. Fernandez bajo el título “Nos veremos en el cielo” donde se
exponen muchos casos de manifestaciones de nuestras mascotas después de que
hayan dejado nuestro mundo, junto a psicofonías grabadas que atestiguan su
pervivencia después de esta vida, y donde se muestran además investigaciones
que evidencian que los animales sienten
amor, odio, son solidarios e inteligentes, distinguen entre el bien y el mal,
tienen conductas que hacen pensar en la espiritualidad, experimentan alguna
clase de éxtasis de tipo místico, etc.
No
hay que olvidar tampoco, por el valor testimonial que tiene dada la
personalidad de quien lo dice, lo que Jane
Goodall la famosa etóloga inglesa, considerada la mayor autoridad mundial
en el estudio de los chimpancés, afirmaba sin rodeos acerca de ellos: “tienen
emociones, ética y moral de grupo”. Esas conductas evidentemente son
las propias de alguien del que no se puede pensar que no tenga, o mejor dicho, no
sea, un alma, que es lo que les ocurre a los animales aunque su desarrollo
evolutivo sea menor. También esta cuestión es tratada abierta y directamente
por el conocido escritor Daniel Meurois
que dominando como pocos la técnica del viaje astral y sintonizando con una
habilidad que impresiona, con la vida y el sentir no sólo de los humanos de
este y otros tiempos sino de los mismos animales, entra en esta ocasión en
contacto ( y lo narra en su libro “El alma de los animales”) con el alma de un
perro, Tomy, que es el que le sirve
de hilo conductor para hablar de sus sentimientos, de lo que piensa y de cómo
experimenta su existencia.
7.-
Lo bien cierto, en cualquier caso, es que primatólogos,
biólogos y zoólogos han podido constatar a la luz de sus investigaciones
que la visión que hemos tenido de los animales, así como el trato que les hemos
dado y continuamos dándoles en demasiadas ocasiones no hacen sino confirmar la
barbarie en que aún vivimos y que según muchos de ellos convierten a los
actuales mataderos en auténticos campos
de exterminio como en otro tiempo lo fueron los de Auswits o Mauthausen, y
a muchos zoos en verdaderas cárceles, sin contar con muchas de las formas de
maltrato animal que aún nuestra ignorancia como mínimo, o crueldad en
ocasiones, es capaz de elevar a la categoría de acto cultural u obra de arte
cosas como las famosas corridas de toros, en donde es la voluntad y el egoísmo
del ser humano lo que se sobrepone por encima de todo a los deseos, sentimientos
y sufrimiento del animal.
¿Quieren estos animales ser sacrificados y
utilizados como lo son?, ¿nos importa saberlo? ¿Y si de verdad ellos estuvieran
sintiendo día a día cosas parecidas a las que muchas personas experimentaron en
otro tiempo cuando iban a ser vilmente torturados? Yo no deseo criminalizar a
nadie, incluso creo en la buena fe de la mayoría de los que intervienen en este
tipo de acciones, y pienso convencido, como ya he dicho, que es ignorancia lo
que permite que cierto tipo de conductas con los animales se mantengan. Pero
esa ignorancia no quita para nada el hecho muy real del sufrimiento, ni la
degradación que este tipo de conductas suponen para los que las realizan. Ya va
siendo hora de que nos demos cuenta de ello. Tal vez pensando en todo esto el
filósofo Shopenhauer dijo aquello de
que “el
hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”, y
posiblemente sea así en muchos casos.
8.- De todos
modos, existen por suerte, además de todo cuanto hemos dicho, investigaciones muy interesantes que
elevando nuestra conciencia resquebrajan las viejas concepciones que teníamos
sobre el mundo animal. Esto es lo que ocurre por ejemplo con un experimento
realizado por el prestigioso psiquiatra español Dr. Gaona en el que trataba de comprobar y mostrar hasta qué punto
la mente puede influir sobre la materia. Este experimento (que se explica en su
libro “El límite” (La esfera de los libros, 2016)) se realiza con un aparato
llamado GNA cuyo funcionamiento está basado en determinados procesos cuánticos
y que sustituye a los EEG. Pues bien, tal y como explica Gaona, el aparato se
instaló adecuadamente sobre la cámara que desprende dióxido de carbono en un
matadero de cerdos donde los animales como se puede suponer experimentan situaciones
de estrés, sensación de peligro y sufrimiento muy claras.
Como
era de esperar y bajo una situación muy exhaustiva de control en el desarrollo
de la prueba tal y como el Dr. explica, (hora exacta de apertura del matadero,
número de animales sacrificados por segundo, duración de cada parada técnica,
etc..), a las dos semanas en que duró el experimento el GNA reflejó las
importantes diferencias que había entre los cero y los unos que indicaban la
incidencia de las reacciones de los animales cuando el matadero estaba en
funcionamiento y cuando no había actividad. Hasta ahí todo normal, y el
experimento aportó aquello para lo que se había destinado.
Pero
lo que desconcertó al Dr. Gaona y a sus acompañantes tal y como él mismo cuenta
es que “pudimos observar algo que nos sorprendió sobremanera: muchas noches,
de madrugada, el aparato registraba grandes oscilaciones, cuyo origen nos ha
proporcionado grandes dolores de cabeza, por el esfuerzo para conocer la causa”.
No es para menos, y en especial tratándose de un espacio controlado para que la
investigación fuese del todo fiable. Entonces, reflexionando sobre esto resulta
altamente sugerente la pregunta que a propósito de ello se hace el investigador
Miguel Pedrero: “¿acaso las conciencias o las
almas de los animales sacrificados seguían existiendo e influenciaban de algún
modo al GNA” Lógica no le falta para pensar así y como posibilidad ahí
está; en cualquier caso, y a juzgar por muchos de los experimentos que en este
campo se han realizado, como por ejemplo los del pionero Dr.Cleve Backster con el polígrafo y las gráficas totalmente
alteradas que registraba una vez que amenazaba con una cerilla la quema de una
planta o de cualquier otro ser vivo, así como los experimentos del Dr. Masaru Emoto con la influencia de
las etiquetas en el envasado del agua que pueden cambiar las estructuras
moleculares de la misma, tal y como narramos en escritos anteriores, y a la luz
de cuanto nos ha transmitido la sensitiva Laila
del Monte, nos parece más que pertinente y sobre todo bien enfocada la
pregunta que se hace el excelente investigador Pedrero.