martes, 12 de septiembre de 2017

Los animales tienen (son) alma(s), evidentemente.

1.-Esta afirmación que hago, la de que los animales tiene un alma, o de que en realidad son almas debe de tener algún respaldo de peso que la avale, pues de lo contrario no dejaría de ser un gratuito brindis al sol, una frase más o menos bonita y evidentemente arriesgada a la luz de cómo algunos los tratan o de lo que generalmente se dice o piensa de ellos. Los humanos tenemos estas cosas, nos cuesta reconocer la verdad de todo aquello que no esté respaldado por los cinco sentidos físicos, de ahí nuestro escepticismo hacia todo lo espiritual. A veces nuestra ceguera y prejuicios son tan grandes que como ha ocurrido en la historia de nuestra humanidad, se llegó incluso a decir en un tiempo que la gente de color, o sea, los de raza negra no poseían alma, y ya en el colmo de la locura hasta algunos creyeron que las mujeres tampoco. Hoy evidentemente nos sonrojamos de sólo pensar que hayamos podido creer semejantes barbaridades.
Pero quedan aún muros que tumbar, murallas que derribar y falsa ideas que desmontar: una de ellas, que ya resulta muy urgente e imprescindible derruir es la de creer que los animales carecen de alma, ( tendremos que conseguir lo mismo respecto a lo que se cree de las plantas, los minerales, y más cosas)
Por cierto, uno no es vidente, ni médium, ni ha tenido ninguna clase de revelación particular, ni posee algún poder o facultad especial para poder decir en virtud de esos “méritos” que esto que decimos es rotundamente así. No es necesario contar con semejantes avales para saber esto y poder afirmarlo con absoluto convencimiento. Entonces, ¿con qué apoyo cuenta uno para decir esto? Todo resulta más sencillo y lógico de lo que parece ser o nos podemos imaginar. Es cuestión de soltar un poco los viejos prejuicios, las consabidas posiciones racionalistas, y permitirnos hacer un poco de silencio en nuestro corazón para que sea él y no nuestra cabeza la que hable, se trata, en definitiva, de permitirnos mirar limpiamente y, sobre todo, sentir, para a continuación, expresar las grandes verdades que se experimentan desde la vida/conciencia/alma que somos: en primer lugar: todo es Vida y sólo la vida es real; en segundo lugar: toda forma de vida se sostiene gracias a un foco de conciencia-energía particular y única que la necesita como instrumento a su medida en función de los fines que pretende conseguir.
2.-Pues bien, ese foco de conciencia-energía no es otro que el alma de los seres, del tipo y clase que sean. ¿Alguien con una mínima dosis de intuición puede decir después de esto que los animales no poseen alma? A nuestro entender la respuesta sería que no, pero algunos o lo rechazan sin paliativos o se resisten a aceptarlo. Sólo es cosa de tiempo que se produzca el deseado cambio de visión.
Pues bien, ese foco no es otro que el alma. Y esto, que es tan evidente y sencillo de entender o se ve o no se ve, o te abres a ello o te cierras, así de simple. Mientras tanto podemos perdernos en interminables discusiones, razonamientos y disquisiciones más o menos útiles. Pero la evidencia se encuentra ahí, a nuestro alcance, delante de nosotros.
 Esto es todo. Claro que, si partimos de que nuestro sentir no vale para nada, que nuestro corazón sólo recurre a fantasías, que sólo los razonamientos mentales nos ofrecen certezas, y que más allá de los órganos corporales y la materia nada existe, pues ni el encabezamiento de este escrito tendrá sentido, ni tampoco nada de lo dicho, ni, por supuesto, de lo que a continuación desarrollemos.
Quien esto escribe, es verdad que ya parte de un hecho, porque sí, porque lo creo, porque lo siento o simplemente porque lo sé, nosotros mismos no es que tengamos un alma, sino que somos un alma, y lo que tenemos es un cuerpo. Esto lo sabemos y con absoluta certeza. Lo sabemos a resultas del contacto mismo directo (que todos tenemos por cierto) con la realidad que se siente. No surge como resultado de un me lo han dicho, lo creo, lo pienso o lo he deducido, nada que venga, por lo tanto, vía indirecta, sino de forma inmediata y sin intermediarios, ni siquiera el mental. Mi ser se halla como todos los seres en el Campo Único de realidad que nos iguala y por el cual nos es posible sintonizarnos y resonar unos con otros. De ese Campo en que somos proviene nuestro saber y nuestra certeza.
3.- La ignorancia sobre ese Fondo es la que nos ha llevado a establecer esa fractura y separación tan grande, injusta e irreal entre nosotros los humanos y los animales, y entre nosotros y la naturaleza en general, a los que en consecuencia hemos tratado, no precisamente por maldad, sino fundamentalmente por ignorancia y falta de sensibilidad, como meros objetos, material para nuestro alimento, y mascotas para nuestro exclusivo disfrute y  diversión, llegándolos en no pocos casos a torturar, esclavizar y someter a cantidad de sufrimiento, e incluso a matar por diversión, y todo porque son, hemos pensado: meros animales.
Pero hoy sabemos de muchas maneras y así nos va llegando cada vez más, que ellos sienten, sufren, tienen sentimientos y conciencia, también deseos y emociones, en su nivel y dentro de su especie como no podía ser de otro modo, pero esencialmente como nosotros. Véase si no el testimonio tan importante, lúcido y real que nos ofrece Laila del Monte, pero digamos antes que nada de ella que, como nos cuenta, ya de muy pequeña sentía y sabía lo que los animales con los que se encontraba pensaban y querían así como también lo que les estaba pasando, sus preocupaciones y temores, sus deseos y sufrimientos, igual como sus alegrías.
Esto ella lo experimentaba con total naturalidad, creyendo que es lo que a todos les pasaba, luego cuando se dio cuenta de que no era así lo fue callando, con los caballos sentía una conexión muy especial lo que le hizo prometerse desde muy pequeñita que se dedicaría toda su vida a su cuidado. Y esto es lo que hoy con ellos y los demás animales, a la vez que facilita el entendimiento de sus cuidadores hacia ellos. En su precioso libro “Comunicarse con los animales” muestra cómo podemos conectarnos con ellos y saber sobre sus sentimientos y pensamientos a partir de nuestra intuición profunda que es el mejor camino para establecer comunicación con cualquier ser.
4.- De hecho, según Laila comunicarse con los animales implica “la capacidad de proyectar el espíritu hacia el espíritu de ellos, y así recibir sus pensamientos, imágenes, sensaciones emocionales o psíquicas que me ayuda a entender quién es el animal…, se puede hacer esto porque ellos como nosotros tiene conciencia, tienen emociones y tienen pensamientos…La única forma de entender completamente a una persona es sentirse como él, y lo mismo pasa con un animal, dándose cuenta de que no hay mucha diferencia, y cuando esto uno lo entiende profundamente dentro de las células de uno mismo, uno se da cuenta de que los animales son seres vivientes…que son una extensión de nosotros mismos, de nuestra conciencia, y por eso les debemos respeto, quererlo, y de este modo podemos hacer muchos cambios en lo que está pasando en el planeta Tierra.
Hay que tener muy presente que un animal no es un ser humano, es un animal, entonces hay que respetar quien es él, con sus instintos, sus necesidades, vivencias, necesidad de seguridad sobre todo…Es un ser distinto a nosotros aunque sea una extensión de nuestra conciencia, entonces hay que tratarlo por quién es él, sin tratar de cambiarlo por un ser humano ni por ninguna otra cosa, hay que respetarlo en su condición de animal, y sobre todo no decidiendo por él lo que quiere hacer ni lo que se tiene o se puede hacer con él, hay que tener una mor incondicional hacia ellos. No somos sus amos, ni siquiera sus maestros, lo que me gusta decir es que somos sus guardianes”
5.- No menos interesante y revelador es su otro libro más reciente titulado precisamente “La muerte de los animales”, en donde se habla del proceso de abandono del  cuerpo, su vida más allá y la posibilidad de conexión y comunicación con ellos una vez que han partido.
Como nos cuenta Laila en una de las muchas entrevistas que se le han hecho “la muerte es un pasaje a otra dimensión, nada más, es algo bastante sencillo…lo que he experimentado es que vamos a otro lado, a otra dimensión y luego nos integramos a la frecuencia que nos corresponde…Todo lo que yo he experimentado era de mucha belleza, de mucho amor, de mucha compasión…, nada, pues, que justifique el miedo, aunque entiendo muy bien la emociones…, y de hecho cuando muere un animal al que quiero lloro y lloro por la pérdida del ser amado, de ese ser con ese amor tan incondicional.
El animal es plenamente consciente del momento en que se va a ir, y por eso muchas veces dice adiós, hay cosas que puede hacer para decir adiós a las personas, a veces hasta bastante antes…es una decisión del alma del animal decir cuando tiene que partir. Y una vez que parten, los animales vana otra dimensión, a un sitio de reposo (que es lo que se me ha dado ver), de una belleza y una luz impresionantes, una belleza inmensamente superior a cualquiera de los lugares más bellos que conocemos aquí en la Tierra, y hay seres que les ayudan a recuperarse…Luego van a otra frecuencia que es la que les corresponde (que por el momento no se me ha dado ver, tal vez dentro de unos cinco años…)”
Señalemos, por lo demás que no son pocos los testimonios de personas que han podido mantener ese contacto póstumo con ellos, como sentir la presencia e incluso verlos a sus perros después de que partieran hacia otros planos de realidad en una vida que no termina con la del cuerpo físico.
6.- Dentro de la misma línea sobre la comprensión del mundo interior de los animales, la muerte y cómo la experimentan, así como el más allá, contamos con el libro escrito por los autores Miguel Pedrero y Carlos G. Fernandez bajo el título “Nos veremos en el cielo” donde se exponen muchos casos de manifestaciones de nuestras mascotas después de que hayan dejado nuestro mundo, junto a psicofonías grabadas que atestiguan su pervivencia después de esta vida, y donde se muestran además investigaciones que evidencian  que los animales sienten amor, odio, son solidarios e inteligentes, distinguen entre el bien y el mal, tienen conductas que hacen pensar en la espiritualidad, experimentan alguna clase de éxtasis de tipo místico, etc.
No hay que olvidar tampoco, por el valor testimonial que tiene dada la personalidad de quien lo dice, lo que Jane Goodall la famosa etóloga inglesa, considerada la mayor autoridad mundial en el estudio de los chimpancés, afirmaba sin rodeos acerca de ellos: “tienen emociones, ética y moral de grupo”. Esas conductas evidentemente son las propias de alguien del que no se puede pensar que no tenga, o mejor dicho, no sea, un alma, que es lo que les ocurre a los animales aunque su desarrollo evolutivo sea menor. También esta cuestión es tratada abierta y directamente por el conocido escritor Daniel Meurois que dominando como pocos la técnica del viaje astral y sintonizando con una habilidad que impresiona, con la vida y el sentir no sólo de los humanos de este y otros tiempos sino de los mismos animales, entra en esta ocasión en contacto ( y lo narra en su libro “El alma de los animales”) con el alma de un perro, Tomy, que es el que le sirve de hilo conductor para hablar de sus sentimientos, de lo que piensa y de cómo experimenta su existencia.
7.- Lo bien cierto, en cualquier caso, es que primatólogos, biólogos y zoólogos han podido constatar a la luz de sus investigaciones que la visión que hemos tenido de los animales, así como el trato que les hemos dado y continuamos dándoles en demasiadas ocasiones no hacen sino confirmar la barbarie en que aún vivimos y que según muchos de ellos convierten a los actuales mataderos en auténticos campos de exterminio como en otro tiempo lo fueron los de Auswits o Mauthausen, y a muchos zoos en verdaderas cárceles, sin contar con muchas de las formas de maltrato animal que aún nuestra ignorancia como mínimo, o crueldad en ocasiones, es capaz de elevar a la categoría de acto cultural u obra de arte cosas como las famosas corridas de toros, en donde es la voluntad y el egoísmo del ser humano lo que se sobrepone por encima de todo a los deseos, sentimientos y sufrimiento del animal.
 ¿Quieren estos animales ser sacrificados y utilizados como lo son?, ¿nos importa saberlo? ¿Y si de verdad ellos estuvieran sintiendo día a día cosas parecidas a las que muchas personas experimentaron en otro tiempo cuando iban a ser vilmente torturados? Yo no deseo criminalizar a nadie, incluso creo en la buena fe de la mayoría de los que intervienen en este tipo de acciones, y pienso convencido, como ya he dicho, que es ignorancia lo que permite que cierto tipo de conductas con los animales se mantengan. Pero esa ignorancia no quita para nada el hecho muy real del sufrimiento, ni la degradación que este tipo de conductas suponen para los que las realizan. Ya va siendo hora de que nos demos cuenta de ello. Tal vez pensando en todo esto el filósofo Shopenhauer dijo aquello de que “el hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”, y posiblemente sea así en muchos casos.
8.- De todos modos, existen por suerte, además de todo cuanto hemos dicho, investigaciones muy interesantes que elevando nuestra conciencia resquebrajan las viejas concepciones que teníamos sobre el mundo animal. Esto es lo que ocurre por ejemplo con un experimento realizado por el prestigioso psiquiatra español Dr. Gaona en el que trataba de comprobar y mostrar hasta qué punto la mente puede influir sobre la materia. Este experimento (que se explica en su libro “El límite” (La esfera de los libros, 2016)) se realiza con un aparato llamado GNA cuyo funcionamiento está basado en determinados procesos cuánticos y que sustituye a los EEG. Pues bien, tal y como explica Gaona, el aparato se instaló adecuadamente sobre la cámara que desprende dióxido de carbono en un matadero de cerdos donde los animales como se puede suponer experimentan situaciones de estrés, sensación de peligro y sufrimiento muy claras.
Como era de esperar y bajo una situación muy exhaustiva de control en el desarrollo de la prueba tal y como el Dr. explica, (hora exacta de apertura del matadero, número de animales sacrificados por segundo, duración de cada parada técnica, etc..), a las dos semanas en que duró el experimento el GNA reflejó las importantes diferencias que había entre los cero y los unos que indicaban la incidencia de las reacciones de los animales cuando el matadero estaba en funcionamiento y cuando no había actividad. Hasta ahí todo normal, y el experimento aportó aquello para lo que se había destinado.
Pero lo que desconcertó al Dr. Gaona y a sus acompañantes tal y como él mismo cuenta es que “pudimos observar algo que nos sorprendió sobremanera: muchas noches, de madrugada, el aparato registraba grandes oscilaciones, cuyo origen nos ha proporcionado grandes dolores de cabeza, por el esfuerzo para conocer la causa”. No es para menos, y en especial tratándose de un espacio controlado para que la investigación fuese del todo fiable. Entonces, reflexionando sobre esto resulta altamente sugerente la pregunta que a propósito de ello se hace el investigador Miguel Pedrero: “¿acaso las conciencias o las almas de los animales sacrificados seguían existiendo e influenciaban de algún modo al GNA” Lógica no le falta para pensar así y como posibilidad ahí está; en cualquier caso, y a juzgar por muchos de los experimentos que en este campo se han realizado, como por ejemplo los del pionero Dr.Cleve Backster con el polígrafo y las gráficas totalmente alteradas que registraba una vez que amenazaba con una cerilla la quema de una planta o de cualquier otro ser vivo, así como los experimentos del Dr. Masaru Emoto con la influencia de las etiquetas en el envasado del agua que pueden cambiar las estructuras moleculares de la misma, tal y como narramos en escritos anteriores, y a la luz de cuanto nos ha transmitido la sensitiva Laila del Monte, nos parece más que pertinente y sobre todo bien enfocada la pregunta que se hace el excelente investigador Pedrero.




                                    

lunes, 11 de septiembre de 2017

EL ALMA Y LA CONCIENCIA DE LAS COSAS

1.- Si tuviésemos que fijarnos en dos palabras que por su importancia dieran el sentido a toda la investigación que estamos haciendo a lo largo de estas páginas y, cómo no decirlo, que sean también el eje y explicación de la existencia para quien esto escribe, esas dos palabras serían sin dudarlo ni un sólo instante: “alma” y “Dios”. Y si, del mismo modo, se nos pidiera que fuese sólo una, sin pestañear  diríamos con la misma rotundidad que “Dios”. Precisamente por ello y, además, por lo muy utilizadas que han sido y son, con sentidos no siempre idénticos ni con igual valor, o con interpretaciones que a nuestro modo de ver se ajustan muy poco a la realidad hacia la que señalan, es por lo que vamos a dedicar esta última parte del libro a reflexionar, intuir y meditar sobre ellas, tratando de concretar y de algún modo delimitar el significado que para nosotros tienen.
2.- Señalemos en primer lugar que el materialismo en sus distintas versiones, que siempre basó el valor de sus apreciaciones en el testimonio ofrecido por los cinco sentidos como garantía de verdad y de realidad, cada vez más y como resultado de los avances de la nueva ciencia (Einstein, Planck, Schrödinger, Laszlo, Pribram, Sheldrake, Bohm, Gostwami, etc…) y de los muchos testimonios que tienen que ver con la expansión de conciencia (experiencias cercanas a la muerte, telepatía, desdoblamiento astral, percepción extrasensorial, etc.) empieza a perder  solidez y ya hace agua por muchas partes.
Ese materialismo que niega realidad a todo lo que no sea físico ha dejado de ser, a nuestro modo de ver, una opción realmente inteligente y difícil de sostener, tal es la cantidad de manifestaciones que vemos en los seres vivos y especialmente en el ser humano, así como de requisitos que se necesitan para entender el fundamento de la existencia y del universo que si no fuera con el recurso a algo no material no serían explicables, tal y como ya hemos mostrado y explicado a lo largo de estas páginas.
Así pues, a todas luces el fundamento de la materia es menos material de lo que se creía y todo sugiere, también a los científicos abiertos como en su lugar señalamos, la existencia de un nivel “previo” en el que ya no encaja la idea exclusiva de lo físico como única realidad explicativa de la existencia.
3.- Nosotros a ese supuesto que no es aprehensible por los cinco sentidos le llamamos “realidad espiritual” o “espacio espiritual”, y su fundamento es el Espíritu, Dios, el Ser o la Realidad Una,  que es el verdadero motor, fundamento, origen, causa y sentido de todo, y más allá de lo cual no hay nada. Pues bien, Eso es precisamente lo que le da existencia, consistencia y continuidad a todos los cuerpos, hasta tal punto de que nada hay de cuanto existe que no haya salido de ese Foco espiritual, sea cual sea el nivel de realidad del que estemos hablando, y por lo tanto también el material.
Si el Origen del que todo nace, como ya vimos en su momento, no puede ser otro que Dios, el Ser, Brahman, Campo cero o como se le quiera llamar, la fuerza, la sabiduría y la voluntad o el amor que son los tres elementos que dan integridad, consistencia y unidad identitaria a cada elemento de la Naturaleza, a eso  le llamamos alma, el alma o ser de las cosas. Cuando algo pierde su alma se disgrega, muere, deja de existir. Así de simple.
 Es su “alma”, esa instancia “anterior”, espiritual o cuántica si se le quiere también llamar así, lo que da vida, configura o anima cuanto existe. El alma de las cosas es su verdadera realidad, de la que la otra, la captada por los sentidos físicos, la material es su contraparte externa, algo así como su doble, la réplica condensada que le permite funcionar, ser localizada y cumplir en el mundo físico y tridimensional el papel para el que fue concebida y creada. La verdadera alma de las cosas es como hemos dicho: la consciencia, el pensamiento, la voluntad y el deseo que habiéndolas creado las mantiene en su existencia. Todo tiene un alma y esa alma transpira, nos llega, resuena con nosotros que somos, a la vez también almas.
4.- Nada es fortuito ni por azar en el universo, todo nace o aparece dentro de un proceso en el que el Espíritu Absoluto o Dios se “somete” a sí mismo a un Plan de Involución-Evolución que comienza en un “desaparecer” (involución) de Él (Conciencia-Energía-Sabiduría-Amor) aunque aparentemente en lo que sería la expresión más primitiva de la materia como unidad en primer lugar, para desde allí progresiva y escalonadamente (evolución) volverse a reencontrar en la conciencia despierta de sí como totalidad. Y esto lo hace a través de todos los “reinos” de la naturaleza, en todos sus niveles y gradaciones, sin exclusión de ninguno de ellos. Y por lo tanto, también allí en la materia menos organizada y desarrollada, más primitiva y elemental, más simple e inconsciente, e incluso en ocasiones más oscura, se encuentra, para desde allí evolucionar. Porque como muy bien lo expresa el gran sabio y místico Sri Aurobindo:
“La involución de un espíritu supraconsciente en la materia inconsciente, es el secreto de este mundo visible y aparente y la evolución de este supraconsciente a partir de la naturaleza inconsciente es la clave del enigma de la Tierra. La vida terrestre es la morada que ha elegido para sí misma una gran Divinidad; a través de los eones, su voluntad es transformar esta cárcel ciega en una residencia espléndida y en un templo que se eleve hasta el cielo….El largo proceso de formación y de creación terrestre, el milagro ambiguo de la vida, la lucha de la mente por nacer y crecer dentro de una vasta Ignorancia aparente, para reinar como intérprete, creadora y señora, los signos de un algo más grande que sobrepasa la maravilla finita de la mente y se encamina hacia las maravillas infinitas del espíritu, no son el resultado pasajero, fortuito y vacío de sentido de algún Azar cósmico con su enorme combinación de coincidencias; no son el juego fortuito de alguna fuerza material y ciega. Estas cosas existen porque un principio eterno y divino está disimulado en la energía y en la forma de la Materia…Debido a que ese Espíritu infinito y eterna Divinidad está disimulada aquí abajo en el proceso de la naturaleza material, la evolución de un poder más allá de la mente, no es solamente posible sino inevitable…”
5.- Y puesto que en todo, sin excepción, ese Espíritu se halla al principio  aparentemente perdido, pero no por ello menos presente y real, es lógico decir que: el universo tiene un alma, las galaxias también, y las estrellas y los planetas, así como la estructura de los minerales, las moléculas del agua y todo cuanto existe. Aparentemente las cosas en un nivel parecen constituidas por “materia muerta”, “mundo inanimado” decimos para referirnos a los minerales, las ocas, etc…, pero eso no es verdad, no es así, la materia muerta como tal no existe, todo es vida, y sólo una ilusión errónea apoyada por una falsa idea de lo que es la vida que nos impide captar el fondo de la realidad, nos hace pensar de esa manera. Las moléculas del agua están viva y reacciona ante nuestros pensamientos, un copo de nieve también, y lo mismo le pasa a una planta.
6.- En realidad cuando nosotros hablamos de evolución nos estamos refiriendo a un tipo de evolución espiritual, según la cual la conciencia, la inteligencia, el amor y el poder interior de los seres progresivamente va creciendo y tomando más y más conciencia de sí. Así es como ocurre la evolución de las almas en el paso de uno a los siguientes estadios, hasta su nivel máximo de conciencia que para nosotros sucede dentro de  la humanidad en la que el ser humano es capaz al fin de llegar a autoconcienciar su identidad con el Origen y la Fuente.
 Diríamos, por lo tanto, y retomando lo dicho hasta aquí, que el largo camino recorrido desde las primeras expresiones “álmicas” en las antesalas de la materia, llega a su punto máximo evolutivo en la expresión del alma humana que ha evolucionado hasta reconocerse en el “Yo Soy Uno en Dios”. Eso es la expresión suprema dentro de nuestra presente humanidad de la evolución del alma individual. (No obstante sabemos que se puede ir más allá, evolucionando hacia el alma supramental y…, pero quedémonos aquí en nuestro análisis.)
7.- Ahora bien, si evolucionamos como almas individuales, no es menos cierto también que nacemos, vivimos, evolucionamos también y crecemos como almas grupales o colectivas. Existe el alma de grupo, existe el alma de un pueblo, de una raza, de una nación, de un planeta, ..y más allá. Y esto no se trata de una forma más o menos poética o romántica de analizar los movimientos y grupos sociales, sino que se basa en algo real, es decir una misma energía, inteligencia, voluntad y amor que los cohesiona. Una nación no es una expresión casual de acontecimientos fortuitos y de personas que se han agrupado sin ton ni son. Existe una fuerza-inteligencia y voluntad común que a su vez tiene que ver con el propósito de cada alma individual que allí está presente que cohesiona a un pueblo, una sociedad o a una nación. Eso no los hace superiores ni mejores o peores que a otros, y menos aún los excluye de los demás, pues, también, a su vez todo grupo social, particular o nacional se agrupa en unidades aún mayores en las que se integran como la del Planeta Tierra, y así sucesivamente. Nada hay independiente de nada y todo está a la vez presente en todo. Nos realizamos como almas-individuos, pero también nos realizamos y crecemos como almas colectivas, y cada individuo con su crecimiento contribuye al crecimiento del conjunto.
8.- Volviendo de nuevo a Aurobindo, el cual profundiza en el significado y la realidad del alma nacional, leemos: “…el indivíduo no es simplemente una efímera criatura física, una forma mental y y corporal que se integra y se desintegra, sino un ser, un poder viviente de la Verdad eterna, un espíritu que se manifiesta. Análogamente, la ley suprema y el objeto primordial de toda sociedad, comunidad o nación, es la búsqueda de su propia realización; cada ente colectivo se esfuerza legítimamente, por descubrir su propia realidad, por percibir en su interior la ley y el poder de su propio ser y llevar a término su consumación y su manifestación del modo más perfecto posible…por vivir su propia vida que se irá autorrevelando. La razón es la misma; pues el ente colectivo es, también, un ser, un poder viviente de la Verdad eterna, una manifestación del Espíritu cósmico…
La nación o la sociedad, como el individuo, tiene cuerpo, una vida orgánica, un temperamento estético y moral, una mente en proceso de desarrollo, y, detrás de todos estos signos y facultades, un alma para la cual estos existen”. (Aurobindo, “El ciclo humano”)

9.- Hay un alma y una conciencia nacional, un alma y una conciencia planetaria, un alma y una conciencia galáctica, un alma y una conciencia universal, del mismo modo en que también existen un alma y una conciencia del mundo mineral, del mundo vegetal, del mundo animal y, por supuesto de la humanidad como tal. Evidentemente podríamos alargarnos mucho más en este análisis y entrar en detalles que nos señalarían el alma de tal o cual grupo de animales, de plantas o minerales, etc…Pero permitamos que sea la intuición nuestra gran amiga y compañera la que ahora nos acompañe y nos guíe por este amplio universo de ricas y múltiples alma colectivas. Todo, en cualquier caso, lo que nos confirma es que la existencia es un hervidero de vida y de conciencia organizadas de infinitas maneras, vida más o menos consciente, más o menos despierta, más o menos patente pero vida. Para los místicos esto siempre fue evidente, contamos, no obstante, con que para los físicos lo va siendo; de hecho existen experimentos muy notables que demuestran o sugieren que esto es así, como es el caso de los ejemplos que mostraremos en el apartado siguiente.

viernes, 8 de septiembre de 2017

SOBRE LA REENCARNACIÓN Y EL RECUERDO DE VIDAS PASADAS

Son muy importantes,
para confirmar que nuestra vida no acaba en este plano ni en esta existencia todos los recuerdos que de vidas pasadas que han tenido determinadas personas, niños en especial, y que tan profusamente estudió el Dr. Ian Stevenson y que recoge en “Veinte casos que hacen pensar en la reencarnación”, investigación que ha seguido con renovado interés el doctor Jim B. Tucker, psiquiatra en la universidad de Virginia (EEUU) donde ejerce de director de la clínica psiquiátrica infantil y familiar, el cual la recoge en su libro “Vida antes de la vida” sobre los niños que recuerdan vidas anteriores. El estudio del Dr. Stevenson es muy exhaustivo y recoge signos que en los niños investigados nos acercan a la posibilidad de su reencarnación, tales como: el deseo de encontrar a la antigua familia, repetidas afirmaciones de otra identidad, costumbres, comportamientos y reacciones similares a las del difunto, deformaciones congénitas o marcas de nacimiento, habilidades y aptitudes insólitas, conocimientos particulares, conocimientos históricos o de erudición, y reconocimiento de lugares o de gente. Pues bien, la conclusión a la que él llega tras su estudio es que es altamente probable la realidad de la reencarnación, la cual explica mejor que otras hipótesis alternativas lo que esos niños de los que se ha hecho un seguimiento muy preciso nos muestran.
Digamos, por otra parte, y como explicación metafísica que justifica la reencarnación, que a nuestro modo de ver, es un instrumento maravilloso del que se sirve nuestra alma para experimentar, aprender, superar, evolucionar y despertar. De tal modo, que cuando de verdad se comprende lo que somos, es decir conciencia, y se sabe que toda la existencia es un inmenso juego divino, a través del cual el Todo Uno, Dios, se anonada, o sea, aparentemente se pierde desapareciendo y olvidándose totalmente de sí desde las fases más primitivas de su exteriorización a través de los primeros signo de la  materia, para ir creciendo por ascensión evolutiva de menos a más conciencia, de menos a más saber, de menos a más capacidad de amar, etc., para ir despertando así progresivamente, y experiencia tras experiencia, con aciertos y errores, y prueba tras prueba, a la conciencia de la conciencia de lo que se es, y al desarrollo y manifestación de todo su infinito potencial, no resulta entonces nada extraño, sino que, al contrario, se ve como un instrumento perfecto y necesario para que ese plan-juego se lleve a término,  la reencarnación.
De hecho, sin la reencarnación, es prácticamente imposible explicar las diferencias  tan radicales, graves o dramáticas que entre unos y otros existen en el mundo. En cambio, con ella todo adquiere un significado nuevo y una coherencia muy grandes. Si, además, introducimos el principio de causa y efecto (el famosos karma) o algo tan clarificador y real como el que cada uno pueda elegir antes de encarnar los papeles a representar según los aprendizajes que se desee desarrollar y conseguir, entonces vemos que las cosas ya encajan, mostrándonos una lógica que antes se nos escapaba. Y vemos igualmente con meridiana claridad que el principio de una sola vida para cada alma no tiene razón de ser alguna.
Nadie es más que nadie, ni nadie tiene más o menos posibilidades como almas que somos en cuanto a capacidad, logros, medios y fines. Todos pasamos por todo, de modo que a través de cada tipo de experiencia aprendemos, desarrollamos y despertamos cada vez más a nuestra verdadera esencia divina. Así es la vida y tal significado tiene la existencia. Ninguna vida nos es ajena, ningún personaje nos es extraño. Nadie es exclusivamente el papel que hoy representa. El pobre de hoy pudo haber sido el más rico de la Tierra en el pasado o viceversa. Hoy eres católico, pero seguramente has sido también judío o musulmán en otra vida, y lo mismo los demás. El alma evidentemente evoluciona a través de sus miles de representaciones, y con sus infinitos personajes no hace sino expresar la infinita sabiduría, amor y poder de su ser divino, primero no reconociéndose en cuanto tal de tan fusionada como está con sus egos, aunque posteriormente y poco a poco vaya reconociendo y evidenciando su dimensión verdadera. En esta Escuela que es el planeta Tierra son muchas las actividades y ejercicios que tenemos que realizar para pasar de nivel, y no sólo aquí sino en otros planetas y dimensiones. Es el Plan divino en el que nosotros participamos como diseñadores aunque nuestro olvido de momento sea tan grande. Es tan poco lo que sabemos de todo esto…Pero el recuerdo irá viniendo.
Puntualicemos ahora un pequeño dato histórico que puede interesar a muchos: como hay personas que rehúyen el asunto de la reencarnación como si se tratase de algo incompatible con su religión, cosa que no ocurre entre los orientales, es bueno que los creyentes católicos sepan que en la Iglesia cristiana de los primeros siglos se creía en la reencarnación. Con anterioridad ya la enseñaban los pitagóricos, los esenios y los platónicos, por ejemplo. Pero Orígenes (184-254) que era cristiano la enseñaba también, hablando de la preexistencia de los espíritus y su reencarnación, también eran muchos los creyentes que creían igualmente en ella, influenciados por las creencias ambientales provenientes del platonismo. Pero la Iglesia oficial al servicio de sus propios intereses que no siempre eran demasiado rectos sino también acomodaticios, la fue quitando de su ideario conforme fue pasando el tiempo, de manera que en el Concilio de Costantinopla (553) prescindió definitivamente de ella.
Pero es importante el que no se nos escape que con la reencarnación no tiene ninguna cabida el postulado de la condenación eterna y al poner su acento en la responsabilidad que cada uno tiene sobre su existencia, las experiencias que ha de pasar así como su autonomía para dirigir sus destinos, etc. se ve muy claro que el papel de mediador y juez que la autoridades de la Iglesia se han autootorgado deja de tener el valor y sentido que se le daba. Lógico, pues, que en su teología y dogmas se prefiera dejar al margen la reencarnación, que se convertiría en un verdadero quebradero de cabeza para mantener como está su andamiaje y estructura. Aunque la realidad es lo que es, lo diga Agamenón o su porquero. Mejor, pues, el que cada uno saque sus propias conclusiones. Nosotros ya hemos puesto las nuestras.

Vamos a terminar ya este apartado citando a nuestro admirado Aurobindo, el gran sabio hindú del que ya hemos hablado en otras ocasiones, el cual prefiere hablar de  renacimiento en vez de reencarnación, si bien el significado de ambas cosas viene a ser sustancialmente el mismo. Dice él a propósito de este tema, (“Renacimiento y karma”) que llega un momento en que el alma es ya plenamente consciente de esta verdad, la de la reencarnación, sin la cual no se podría entender ni el sufrimiento, ni la evolución ni el aprendizaje del alma, ni casi nada de nuestra existencia. Pero mejor que leamos sus palabras, a las que nos unimos desde ese profundo sentir y saber al que nuestra intuición nos lleva: “el alma no necesita ninguna prueba de su renacimiento del mismo modo que tampoco necesita pruebas de su inmortalidad. Pues llega un momento en que es conscientemente inmortal, consciente de sí misma en su esencia eterna e inmutable. Una vez alcanzada tal comprensión, toda especulación intelectual en pro o en contra de la inmortalidad del alma se desvanece como un vano clamor de la ignorancia ante la verdad autoevidente y eternamente presente…..Así llega un momento en que el alma se hace consciente de sí misma en su movimiento eterno e inmutable; toma entonces conciencia de las edades pasadas que configuraron la organización actual del movimiento, ve como este fue preparado en un pasado ininterrumpido, recuerda los estados del alma anteriores, lo que la rodeaba, las formas específicas de actividad que dieron origen a sus componentes actuales y sabe en pos de qué se mueve en su evolución hacia un futuro ininterrumpido”.