miércoles, 25 de octubre de 2017

Percibir la Transparencia del Ser y sus cualidades.


Por lo que estamos diciendo El Ser Uno tendría que ser algo que todos deberíamos de estar percibiendo continuamente, puesto que no hay otra cosa que Él. En cambio, lo que la mayoría creemos detectar normalmente no es precisamente eso sino las cosas, personas, bosques, ríos, y toda clase de circunstancias,  que son las que, llenas del contenido que les confiere el conocimiento que tenemos de ellos, de su utilidad, características, historia o significado para cada individuo nos impresionan de un modo o de otro, nos atraen, fascinan o, por el contrario, provocan indiferencia o incluso rechazo.
Cuando eso sucede  nuestra atención es absorbida por lo que las cosas son y representan para nuestros sentidos físicos así como para nuestros intereses personales, con lo que refuerzan nuestro ego y nuestra personalidad cuerpo-mente, mientras que se queda en un plano ignorado o desconocido lo que es precisamente la esencia y el fundamento de todo ello: el Ser o Presencia, la Realidad Una.
Ahora bien, el que no nos demos cuenta del Ser o Fondo real que hace que todo sea no quiere decir exactamente que no lo percibamos, al contrario, pues se puede estar percibiendo algo y no verlo, como es lo que les pasa, por ejemplo, a los peces en el mar, los cuales por estar absolutamente inmersos en el agua, rodeados de agua, empapados de agua y no viendo más que agua no se estarían dando cuenta de ella.
En nuestro caso: todo es el Ser, no hay más que Ser, estamos hechos de Ser y no nos podemos salir ni un instante del Ser, pero en cambio sólo vemos “cosas”. Qué curioso y qué extraño a la vez. Teilhard de Chardin lo expresaba muy bien: “La presencia divina se ha revelado no ya simplemente frente a nosotros, junto a nosotros. Ha brotado tan universalmente, nos hallamos de tal modo rodeados y traspasados por ella, que ni nos queda espacio en que caer de rodillas ni siquiera en el fondo de nosotros mismos”
Entonces, si todo es ser, o sea, presencia divina, ¿cómo es que no nos damos cuenta de ello?, o lo que es lo mismo, ¿de qué depende el que podamos percibir conscientemente esa Presencia? Soltar, desapegar, silenciar, estas son las claves. Me explico: Todo va a depender de la mente o de nuestro ego, porque cuanto más presentes estén ellos menos conciencia tendremos del Ser. O estamos “nosotros” o está él. El mecanismo consistiría, pues, en soltar y aflojar los pensamientos, cesar nuestras proyecciones sobre lo que vemos, silenciar la mente, sentirnos relajados y en paz, todo lo demás ocurre sin nuestra intervención: surge el brillo y la transparencia del ser.
Todo está donde estaba, aparentemente nada ha cambiado, aunque en realidad ya nada es igual, simplemente el presente es, y es en todo. Nos hemos colocado frente a la realidad más allá de cualquier interpretación, recuerdo, emoción o sentimiento que sus contenidos como son las cosas nos pudiesen provocar. Ahora sólo existe Realidad, Ser. Y cuando eso sucede y nuestro ver se ha instalado ahí, no importa el tiempo que dure esto, lo que aflora de y en  nosotros es alegría, amor, éxtasis, saber, presencia, vida en estado puro, que son las cualidades del ser.

Hablamos de trasparencia del ser conscientes de que esto es sólo una forma de decir algo, para mí dice mucho, pero tal vez otros recurran a otro tipo de comparaciones o de metáforas, eso es lo de menos. El brillo que adquiere la realidad que entonces se empapa de alegría -¡hasta las piedras la transpiran!-, es lo que nos hace decir lo que decimos y también ese silencio que parece cubrir como un manto de clara transparencia todas las cosas.

martes, 24 de octubre de 2017

Una manzana es una manzana, Dios es Dios y el Ser es el Ser.


          Recuerdo cómo, una vez, en mitad de la noche me desperté mientras que con emocionada intensidad y mucho entusiasmo decía y repetía a modo de quien está expresando un eureka o un lo descubrí, la siguiente frase: “Dios es Dios, Dios es Dios…”, era la expresión contundente y clara de haber caído en la cuenta por primera vez de algo no por evidente menos cargado de significado y sentido, de algo, además, que no se podía en modo alguno traducir en ideas, palabras ni conceptos.  “Eso es Eso” dicen los vedantines. Y yo allí estaba, diciendo enfáticamente justo lo mismo, lo equivalente: “Dios es Dios”. Podría haber dicho también perfectamente “el Ser es el Ser”.
            Lo que yo decía era mucho más que una evidencia, o una tautología, como lo son afirmar de una manzana que es una manzana, de un libro que es un libro o de una silla que es una silla. Lo que yo expresaba, en cambio, era más que todo eso, ya que estaba señalando otro nivel de comprensión desde el cual me pronunciaba, y así lo estaba reflejando muy bien la emoción con que lo manifestaba. Aquello, lo que decía, partía de un saber profundamente sentido, no intelectual, no mental.
Porque, en algún momento de mi sueño yo había “visto” o sabido, por dentro o desde dentro la realidad de algo con lo que había conectado directamente, o sea, de ser a ser. Sucedió que todo yo, había experimentado más que entendido, y desde un lugar de mi alma, tal vez el más elevado de ella, la esencia del ser de Dios, de Lo Que Es. Y lo expresaba con la única forma posible a mi alcance: Eso es Eso, Dios es Dios o el Ser es el Ser.
Si has experimentado el ser de algo te das cuenta enseguida de que eso no tiene equivalente alguno con que expresarlo, ya que no existen palabras, ni siquiera alegorías, ni metáforas que lo concreten o definan, a pesar de tus infructuosos intentos por hacerlo. Simplemente: Aquello es Aquello, Eso es Eso, Dios es Dios.
Alguien que haya podido sentir desde dentro mismo de lo experimentado, lo que es la Vida, la Pura Existencia, Lo Real En Sí, sabrá muy bien que eso no tiene traducción posible, ni vía formal de comunicación. De ahí, lo acertado de la expresión Eso es Eso. Uno podrá intentar que otro lo entienda con un “es como si..” o con fórmulas parecidas, pero ninguna de ellas dirá demasiado, a lo sumo despertará o estimulará la intuición del que oye. Y es que: la Vida es la Vida, el Ser es el Ser y Dios es Dios. ¿Qué más se puede decir?
            Cualquier persona atenta a los “insight” (una especie de ver instantáneo) interiores, sabe de sobra que no se puede expresar esto que decimos si no va acompañado de una comprensión-vivencia interior del Ser, de la Realidad, de Dios.   
Digamos que aquella noche, en mitad del sueño y por paradójico que parezca, se había producido el hecho según el cual, la mismidad de uno, su ser, se estaba dando cuenta de lo que la Mismidad del Ser (Dios) es. Y esto sólo puede suceder porque ambas mismidades, la del ser individual y la del Ser Absoluto se hallan correlacionadas, y más que eso, porque en definitiva son el mismo ser.

jueves, 5 de octubre de 2017

Dios, y nuestra perspectiva en su inabarcabilidad.

Lo que buscamos, Dios, no puede ser encontrado ya que integra al buscador mismo. ¿Es eso cierto del todo?, ¿tampoco se le puede conocer, ni comprender…?

A partir de ahora y en los capítulos que restan, vamos a tratar de analizar y comprender los ecos, sugerencias y profundidades que esta palabra, “Dios”, nos trae, intentando ir cada vez más “alto” y más “lejos” en su comprensión, más allá del más allá de todo lo que entendemos por Él, y más lejos de cualquier concepto o idea de los que encarcelan, encorsetan y oprimen la infinitud del amor, del saber y del hacer.
Lo vamos a hacer, a pesar de la paradoja que supone  que a Dios por ser todo en to no se le puede ni rastrear ni buscar, ya que hasta estos mismos gestos, como todo, forman ya parte de Él y están incluidos en Su Realidad. Si nada hay ajeno a Dios, no es posible por lo tanto que se pueda ir a su encuentro dado que ya estamos en Él, si acaso sólo podemos tomar conciencia de tal hecho.
Así que, en cierta medida y a pesar de lo dicho, vamos a tratar de realizar una quimera, un imposible, indagando con la ayuda de la mente, pero sobre todo con el corazón, a través de ese instrumento tan preciado que es la intuición, y, desde luego, con todo nuestro ser lo que es Dios para nosotros. No lo haremos desde la perspectiva de ninguna religión en particular, pues estas lo único que hacen es reducirlo a un formalismo humano, a una interpretación humana y en función de intereses igualmente muy humanos, y todo bajo lla lave de sus inamovibles dogmas. No lo haremos tampoco en función de ninguna creencia, ni siquiera de la propia, pues no hay creencia que lo acote ni se identifique con Lo Que Es.
Pero, eso sí, a pesar de todo, nos abriremos a Eso irreductible que es el puro Ser, dejándolo que sea él en nosotros. Lo intentaremos hacer desde el único lugar que lo hace factible, que es a través del vaciamiento de la mente y del pensar, con la libertad y el saber que nacen del puro sentir, y conscientes de que aquello hacia lo que señalamos, en su esencia, es omniabarcante e inconmensurable: anterior al pensamiento, al sentir y al hacer. Presencia. Vida y Ser. Eso.
Y dicho esto, uno se pregunta: ¿acaso no es una locura tratar de conocer a Dios?
Lo es, en apariencia. Pero grata locura.
¿Y no es mayor locura tratar de comprenderlo?
Efectivamente, en apariencia. Pero también en alguna medida necesario intento.
¿Y hablar de/sobre Dios?
Eso es tan sólo un arrojo, y muy meritorio por cierto. Pero no vano.
Y amarlo, ¿se le puede amar a Dios?
Eso es lo que muchos dicen que hay que hacer, ¿pero cómo amar lo que no se conoce y lo que parece superar nuestra capacidad de comprensión?, ¿será un imposible?
Mucha paradoja parece haber aquí. Aunque, desde el mundo de lo divino, es decir, no desde la mente racional, sino desde la conciencia, sólo las paradojas funcionan. Por cierto: ¿no es una escandalosa, aunque también maravillosa paradoja, afirmar que el Uno, que lo es Todo, esté igualmente presente como totalidad en cada una de las partes? Pues eso es lo que sucede. El Todo y la parte, Lo Uno y lo múltiple en perfecta correspondencia, simultaneidad y armonía. ¡Qué locura! Esto lo es, y tanto.
Amar a Dios sobre todas las cosas, decimos. ¿No es eso lo que ocurre cuando el amor que surge en nosotros es incondicional y no está ligado a objeto alguno?
¿Conocer a Dios? Y ¿no es eso lo que en alguna medida creemos que sucede cuando vivimos la autoconciencia de nuestro propio ser?
¿Y comprenderlo?, ¿tenemos algún atisbo de ello?, claro que sí, o ¿no es eso lo que parece darse cada vez que decimos que su despliegue como conciencia se hace de manera evolutiva?, o cuando decimos de Él que es Amor o Pura Presencia? De lo contrario, es decir, sin esas comprensiones y saberes no podría hacer esa clase de afirmaciones.
A lo mejor, todo se vuelve más sencillo de lo que parece una vez que hemos aceptado y comprendido lo que significa que Él, Dios, El Ser Supremo, es a través de la Realidad manifiesta que de él emana, y que se concreta en cada ser, punto de luz o “chispa” de conciencia-amor-sabiduría-energía que es lo que somos.
Siendo las cosas así, uno afirma que el ser de cada cual debe de conocer mucho, así como tiene que comprender lo suficiente sobre su Origen-Dios como para poder hablar, amar y sentir sobre el inabarcable Ser-Uno. Otra cosa muy diferente es que nos enteremos de eso o que no, y que estemos más o menos dormidos como para verlo, pero el hecho está ahí, y por lo tanto, sólo es cuestión de que nuestra conciencia se vaya abriendo lo suficiente, para que por ese resquicio algo de Lo Que Es, o sea, la Verdad de Dios empiece a hacérsenos evidente. Y para que esto ocurra, no es necesario que uno esté iluminado, ni mucho menos, basta con que haya una cierta entrega y receptividad hacia Eso.

 Lógico ¿verdad? Así lo creo, ya que, de lo contrario ni una palabra de las dichas hasta aquí me hubiese atrevido a escribirla. Y, por supuesto, ni media, ni un cuarto, ni nada de las que a continuación vendrán.

martes, 12 de septiembre de 2017

Los animales tienen (son) alma(s), evidentemente.

1.-Esta afirmación que hago, la de que los animales tiene un alma, o de que en realidad son almas debe de tener algún respaldo de peso que la avale, pues de lo contrario no dejaría de ser un gratuito brindis al sol, una frase más o menos bonita y evidentemente arriesgada a la luz de cómo algunos los tratan o de lo que generalmente se dice o piensa de ellos. Los humanos tenemos estas cosas, nos cuesta reconocer la verdad de todo aquello que no esté respaldado por los cinco sentidos físicos, de ahí nuestro escepticismo hacia todo lo espiritual. A veces nuestra ceguera y prejuicios son tan grandes que como ha ocurrido en la historia de nuestra humanidad, se llegó incluso a decir en un tiempo que la gente de color, o sea, los de raza negra no poseían alma, y ya en el colmo de la locura hasta algunos creyeron que las mujeres tampoco. Hoy evidentemente nos sonrojamos de sólo pensar que hayamos podido creer semejantes barbaridades.
Pero quedan aún muros que tumbar, murallas que derribar y falsa ideas que desmontar: una de ellas, que ya resulta muy urgente e imprescindible derruir es la de creer que los animales carecen de alma, ( tendremos que conseguir lo mismo respecto a lo que se cree de las plantas, los minerales, y más cosas)
Por cierto, uno no es vidente, ni médium, ni ha tenido ninguna clase de revelación particular, ni posee algún poder o facultad especial para poder decir en virtud de esos “méritos” que esto que decimos es rotundamente así. No es necesario contar con semejantes avales para saber esto y poder afirmarlo con absoluto convencimiento. Entonces, ¿con qué apoyo cuenta uno para decir esto? Todo resulta más sencillo y lógico de lo que parece ser o nos podemos imaginar. Es cuestión de soltar un poco los viejos prejuicios, las consabidas posiciones racionalistas, y permitirnos hacer un poco de silencio en nuestro corazón para que sea él y no nuestra cabeza la que hable, se trata, en definitiva, de permitirnos mirar limpiamente y, sobre todo, sentir, para a continuación, expresar las grandes verdades que se experimentan desde la vida/conciencia/alma que somos: en primer lugar: todo es Vida y sólo la vida es real; en segundo lugar: toda forma de vida se sostiene gracias a un foco de conciencia-energía particular y única que la necesita como instrumento a su medida en función de los fines que pretende conseguir.
2.-Pues bien, ese foco de conciencia-energía no es otro que el alma de los seres, del tipo y clase que sean. ¿Alguien con una mínima dosis de intuición puede decir después de esto que los animales no poseen alma? A nuestro entender la respuesta sería que no, pero algunos o lo rechazan sin paliativos o se resisten a aceptarlo. Sólo es cosa de tiempo que se produzca el deseado cambio de visión.
Pues bien, ese foco no es otro que el alma. Y esto, que es tan evidente y sencillo de entender o se ve o no se ve, o te abres a ello o te cierras, así de simple. Mientras tanto podemos perdernos en interminables discusiones, razonamientos y disquisiciones más o menos útiles. Pero la evidencia se encuentra ahí, a nuestro alcance, delante de nosotros.
 Esto es todo. Claro que, si partimos de que nuestro sentir no vale para nada, que nuestro corazón sólo recurre a fantasías, que sólo los razonamientos mentales nos ofrecen certezas, y que más allá de los órganos corporales y la materia nada existe, pues ni el encabezamiento de este escrito tendrá sentido, ni tampoco nada de lo dicho, ni, por supuesto, de lo que a continuación desarrollemos.
Quien esto escribe, es verdad que ya parte de un hecho, porque sí, porque lo creo, porque lo siento o simplemente porque lo sé, nosotros mismos no es que tengamos un alma, sino que somos un alma, y lo que tenemos es un cuerpo. Esto lo sabemos y con absoluta certeza. Lo sabemos a resultas del contacto mismo directo (que todos tenemos por cierto) con la realidad que se siente. No surge como resultado de un me lo han dicho, lo creo, lo pienso o lo he deducido, nada que venga, por lo tanto, vía indirecta, sino de forma inmediata y sin intermediarios, ni siquiera el mental. Mi ser se halla como todos los seres en el Campo Único de realidad que nos iguala y por el cual nos es posible sintonizarnos y resonar unos con otros. De ese Campo en que somos proviene nuestro saber y nuestra certeza.
3.- La ignorancia sobre ese Fondo es la que nos ha llevado a establecer esa fractura y separación tan grande, injusta e irreal entre nosotros los humanos y los animales, y entre nosotros y la naturaleza en general, a los que en consecuencia hemos tratado, no precisamente por maldad, sino fundamentalmente por ignorancia y falta de sensibilidad, como meros objetos, material para nuestro alimento, y mascotas para nuestro exclusivo disfrute y  diversión, llegándolos en no pocos casos a torturar, esclavizar y someter a cantidad de sufrimiento, e incluso a matar por diversión, y todo porque son, hemos pensado: meros animales.
Pero hoy sabemos de muchas maneras y así nos va llegando cada vez más, que ellos sienten, sufren, tienen sentimientos y conciencia, también deseos y emociones, en su nivel y dentro de su especie como no podía ser de otro modo, pero esencialmente como nosotros. Véase si no el testimonio tan importante, lúcido y real que nos ofrece Laila del Monte, pero digamos antes que nada de ella que, como nos cuenta, ya de muy pequeña sentía y sabía lo que los animales con los que se encontraba pensaban y querían así como también lo que les estaba pasando, sus preocupaciones y temores, sus deseos y sufrimientos, igual como sus alegrías.
Esto ella lo experimentaba con total naturalidad, creyendo que es lo que a todos les pasaba, luego cuando se dio cuenta de que no era así lo fue callando, con los caballos sentía una conexión muy especial lo que le hizo prometerse desde muy pequeñita que se dedicaría toda su vida a su cuidado. Y esto es lo que hoy con ellos y los demás animales, a la vez que facilita el entendimiento de sus cuidadores hacia ellos. En su precioso libro “Comunicarse con los animales” muestra cómo podemos conectarnos con ellos y saber sobre sus sentimientos y pensamientos a partir de nuestra intuición profunda que es el mejor camino para establecer comunicación con cualquier ser.
4.- De hecho, según Laila comunicarse con los animales implica “la capacidad de proyectar el espíritu hacia el espíritu de ellos, y así recibir sus pensamientos, imágenes, sensaciones emocionales o psíquicas que me ayuda a entender quién es el animal…, se puede hacer esto porque ellos como nosotros tiene conciencia, tienen emociones y tienen pensamientos…La única forma de entender completamente a una persona es sentirse como él, y lo mismo pasa con un animal, dándose cuenta de que no hay mucha diferencia, y cuando esto uno lo entiende profundamente dentro de las células de uno mismo, uno se da cuenta de que los animales son seres vivientes…que son una extensión de nosotros mismos, de nuestra conciencia, y por eso les debemos respeto, quererlo, y de este modo podemos hacer muchos cambios en lo que está pasando en el planeta Tierra.
Hay que tener muy presente que un animal no es un ser humano, es un animal, entonces hay que respetar quien es él, con sus instintos, sus necesidades, vivencias, necesidad de seguridad sobre todo…Es un ser distinto a nosotros aunque sea una extensión de nuestra conciencia, entonces hay que tratarlo por quién es él, sin tratar de cambiarlo por un ser humano ni por ninguna otra cosa, hay que respetarlo en su condición de animal, y sobre todo no decidiendo por él lo que quiere hacer ni lo que se tiene o se puede hacer con él, hay que tener una mor incondicional hacia ellos. No somos sus amos, ni siquiera sus maestros, lo que me gusta decir es que somos sus guardianes”
5.- No menos interesante y revelador es su otro libro más reciente titulado precisamente “La muerte de los animales”, en donde se habla del proceso de abandono del  cuerpo, su vida más allá y la posibilidad de conexión y comunicación con ellos una vez que han partido.
Como nos cuenta Laila en una de las muchas entrevistas que se le han hecho “la muerte es un pasaje a otra dimensión, nada más, es algo bastante sencillo…lo que he experimentado es que vamos a otro lado, a otra dimensión y luego nos integramos a la frecuencia que nos corresponde…Todo lo que yo he experimentado era de mucha belleza, de mucho amor, de mucha compasión…, nada, pues, que justifique el miedo, aunque entiendo muy bien la emociones…, y de hecho cuando muere un animal al que quiero lloro y lloro por la pérdida del ser amado, de ese ser con ese amor tan incondicional.
El animal es plenamente consciente del momento en que se va a ir, y por eso muchas veces dice adiós, hay cosas que puede hacer para decir adiós a las personas, a veces hasta bastante antes…es una decisión del alma del animal decir cuando tiene que partir. Y una vez que parten, los animales vana otra dimensión, a un sitio de reposo (que es lo que se me ha dado ver), de una belleza y una luz impresionantes, una belleza inmensamente superior a cualquiera de los lugares más bellos que conocemos aquí en la Tierra, y hay seres que les ayudan a recuperarse…Luego van a otra frecuencia que es la que les corresponde (que por el momento no se me ha dado ver, tal vez dentro de unos cinco años…)”
Señalemos, por lo demás que no son pocos los testimonios de personas que han podido mantener ese contacto póstumo con ellos, como sentir la presencia e incluso verlos a sus perros después de que partieran hacia otros planos de realidad en una vida que no termina con la del cuerpo físico.
6.- Dentro de la misma línea sobre la comprensión del mundo interior de los animales, la muerte y cómo la experimentan, así como el más allá, contamos con el libro escrito por los autores Miguel Pedrero y Carlos G. Fernandez bajo el título “Nos veremos en el cielo” donde se exponen muchos casos de manifestaciones de nuestras mascotas después de que hayan dejado nuestro mundo, junto a psicofonías grabadas que atestiguan su pervivencia después de esta vida, y donde se muestran además investigaciones que evidencian  que los animales sienten amor, odio, son solidarios e inteligentes, distinguen entre el bien y el mal, tienen conductas que hacen pensar en la espiritualidad, experimentan alguna clase de éxtasis de tipo místico, etc.
No hay que olvidar tampoco, por el valor testimonial que tiene dada la personalidad de quien lo dice, lo que Jane Goodall la famosa etóloga inglesa, considerada la mayor autoridad mundial en el estudio de los chimpancés, afirmaba sin rodeos acerca de ellos: “tienen emociones, ética y moral de grupo”. Esas conductas evidentemente son las propias de alguien del que no se puede pensar que no tenga, o mejor dicho, no sea, un alma, que es lo que les ocurre a los animales aunque su desarrollo evolutivo sea menor. También esta cuestión es tratada abierta y directamente por el conocido escritor Daniel Meurois que dominando como pocos la técnica del viaje astral y sintonizando con una habilidad que impresiona, con la vida y el sentir no sólo de los humanos de este y otros tiempos sino de los mismos animales, entra en esta ocasión en contacto ( y lo narra en su libro “El alma de los animales”) con el alma de un perro, Tomy, que es el que le sirve de hilo conductor para hablar de sus sentimientos, de lo que piensa y de cómo experimenta su existencia.
7.- Lo bien cierto, en cualquier caso, es que primatólogos, biólogos y zoólogos han podido constatar a la luz de sus investigaciones que la visión que hemos tenido de los animales, así como el trato que les hemos dado y continuamos dándoles en demasiadas ocasiones no hacen sino confirmar la barbarie en que aún vivimos y que según muchos de ellos convierten a los actuales mataderos en auténticos campos de exterminio como en otro tiempo lo fueron los de Auswits o Mauthausen, y a muchos zoos en verdaderas cárceles, sin contar con muchas de las formas de maltrato animal que aún nuestra ignorancia como mínimo, o crueldad en ocasiones, es capaz de elevar a la categoría de acto cultural u obra de arte cosas como las famosas corridas de toros, en donde es la voluntad y el egoísmo del ser humano lo que se sobrepone por encima de todo a los deseos, sentimientos y sufrimiento del animal.
 ¿Quieren estos animales ser sacrificados y utilizados como lo son?, ¿nos importa saberlo? ¿Y si de verdad ellos estuvieran sintiendo día a día cosas parecidas a las que muchas personas experimentaron en otro tiempo cuando iban a ser vilmente torturados? Yo no deseo criminalizar a nadie, incluso creo en la buena fe de la mayoría de los que intervienen en este tipo de acciones, y pienso convencido, como ya he dicho, que es ignorancia lo que permite que cierto tipo de conductas con los animales se mantengan. Pero esa ignorancia no quita para nada el hecho muy real del sufrimiento, ni la degradación que este tipo de conductas suponen para los que las realizan. Ya va siendo hora de que nos demos cuenta de ello. Tal vez pensando en todo esto el filósofo Shopenhauer dijo aquello de que “el hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”, y posiblemente sea así en muchos casos.
8.- De todos modos, existen por suerte, además de todo cuanto hemos dicho, investigaciones muy interesantes que elevando nuestra conciencia resquebrajan las viejas concepciones que teníamos sobre el mundo animal. Esto es lo que ocurre por ejemplo con un experimento realizado por el prestigioso psiquiatra español Dr. Gaona en el que trataba de comprobar y mostrar hasta qué punto la mente puede influir sobre la materia. Este experimento (que se explica en su libro “El límite” (La esfera de los libros, 2016)) se realiza con un aparato llamado GNA cuyo funcionamiento está basado en determinados procesos cuánticos y que sustituye a los EEG. Pues bien, tal y como explica Gaona, el aparato se instaló adecuadamente sobre la cámara que desprende dióxido de carbono en un matadero de cerdos donde los animales como se puede suponer experimentan situaciones de estrés, sensación de peligro y sufrimiento muy claras.
Como era de esperar y bajo una situación muy exhaustiva de control en el desarrollo de la prueba tal y como el Dr. explica, (hora exacta de apertura del matadero, número de animales sacrificados por segundo, duración de cada parada técnica, etc..), a las dos semanas en que duró el experimento el GNA reflejó las importantes diferencias que había entre los cero y los unos que indicaban la incidencia de las reacciones de los animales cuando el matadero estaba en funcionamiento y cuando no había actividad. Hasta ahí todo normal, y el experimento aportó aquello para lo que se había destinado.
Pero lo que desconcertó al Dr. Gaona y a sus acompañantes tal y como él mismo cuenta es que “pudimos observar algo que nos sorprendió sobremanera: muchas noches, de madrugada, el aparato registraba grandes oscilaciones, cuyo origen nos ha proporcionado grandes dolores de cabeza, por el esfuerzo para conocer la causa”. No es para menos, y en especial tratándose de un espacio controlado para que la investigación fuese del todo fiable. Entonces, reflexionando sobre esto resulta altamente sugerente la pregunta que a propósito de ello se hace el investigador Miguel Pedrero: “¿acaso las conciencias o las almas de los animales sacrificados seguían existiendo e influenciaban de algún modo al GNA” Lógica no le falta para pensar así y como posibilidad ahí está; en cualquier caso, y a juzgar por muchos de los experimentos que en este campo se han realizado, como por ejemplo los del pionero Dr.Cleve Backster con el polígrafo y las gráficas totalmente alteradas que registraba una vez que amenazaba con una cerilla la quema de una planta o de cualquier otro ser vivo, así como los experimentos del Dr. Masaru Emoto con la influencia de las etiquetas en el envasado del agua que pueden cambiar las estructuras moleculares de la misma, tal y como narramos en escritos anteriores, y a la luz de cuanto nos ha transmitido la sensitiva Laila del Monte, nos parece más que pertinente y sobre todo bien enfocada la pregunta que se hace el excelente investigador Pedrero.




                                    

lunes, 11 de septiembre de 2017

EL ALMA Y LA CONCIENCIA DE LAS COSAS

1.- Si tuviésemos que fijarnos en dos palabras que por su importancia dieran el sentido a toda la investigación que estamos haciendo a lo largo de estas páginas y, cómo no decirlo, que sean también el eje y explicación de la existencia para quien esto escribe, esas dos palabras serían sin dudarlo ni un sólo instante: “alma” y “Dios”. Y si, del mismo modo, se nos pidiera que fuese sólo una, sin pestañear  diríamos con la misma rotundidad que “Dios”. Precisamente por ello y, además, por lo muy utilizadas que han sido y son, con sentidos no siempre idénticos ni con igual valor, o con interpretaciones que a nuestro modo de ver se ajustan muy poco a la realidad hacia la que señalan, es por lo que vamos a dedicar esta última parte del libro a reflexionar, intuir y meditar sobre ellas, tratando de concretar y de algún modo delimitar el significado que para nosotros tienen.
2.- Señalemos en primer lugar que el materialismo en sus distintas versiones, que siempre basó el valor de sus apreciaciones en el testimonio ofrecido por los cinco sentidos como garantía de verdad y de realidad, cada vez más y como resultado de los avances de la nueva ciencia (Einstein, Planck, Schrödinger, Laszlo, Pribram, Sheldrake, Bohm, Gostwami, etc…) y de los muchos testimonios que tienen que ver con la expansión de conciencia (experiencias cercanas a la muerte, telepatía, desdoblamiento astral, percepción extrasensorial, etc.) empieza a perder  solidez y ya hace agua por muchas partes.
Ese materialismo que niega realidad a todo lo que no sea físico ha dejado de ser, a nuestro modo de ver, una opción realmente inteligente y difícil de sostener, tal es la cantidad de manifestaciones que vemos en los seres vivos y especialmente en el ser humano, así como de requisitos que se necesitan para entender el fundamento de la existencia y del universo que si no fuera con el recurso a algo no material no serían explicables, tal y como ya hemos mostrado y explicado a lo largo de estas páginas.
Así pues, a todas luces el fundamento de la materia es menos material de lo que se creía y todo sugiere, también a los científicos abiertos como en su lugar señalamos, la existencia de un nivel “previo” en el que ya no encaja la idea exclusiva de lo físico como única realidad explicativa de la existencia.
3.- Nosotros a ese supuesto que no es aprehensible por los cinco sentidos le llamamos “realidad espiritual” o “espacio espiritual”, y su fundamento es el Espíritu, Dios, el Ser o la Realidad Una,  que es el verdadero motor, fundamento, origen, causa y sentido de todo, y más allá de lo cual no hay nada. Pues bien, Eso es precisamente lo que le da existencia, consistencia y continuidad a todos los cuerpos, hasta tal punto de que nada hay de cuanto existe que no haya salido de ese Foco espiritual, sea cual sea el nivel de realidad del que estemos hablando, y por lo tanto también el material.
Si el Origen del que todo nace, como ya vimos en su momento, no puede ser otro que Dios, el Ser, Brahman, Campo cero o como se le quiera llamar, la fuerza, la sabiduría y la voluntad o el amor que son los tres elementos que dan integridad, consistencia y unidad identitaria a cada elemento de la Naturaleza, a eso  le llamamos alma, el alma o ser de las cosas. Cuando algo pierde su alma se disgrega, muere, deja de existir. Así de simple.
 Es su “alma”, esa instancia “anterior”, espiritual o cuántica si se le quiere también llamar así, lo que da vida, configura o anima cuanto existe. El alma de las cosas es su verdadera realidad, de la que la otra, la captada por los sentidos físicos, la material es su contraparte externa, algo así como su doble, la réplica condensada que le permite funcionar, ser localizada y cumplir en el mundo físico y tridimensional el papel para el que fue concebida y creada. La verdadera alma de las cosas es como hemos dicho: la consciencia, el pensamiento, la voluntad y el deseo que habiéndolas creado las mantiene en su existencia. Todo tiene un alma y esa alma transpira, nos llega, resuena con nosotros que somos, a la vez también almas.
4.- Nada es fortuito ni por azar en el universo, todo nace o aparece dentro de un proceso en el que el Espíritu Absoluto o Dios se “somete” a sí mismo a un Plan de Involución-Evolución que comienza en un “desaparecer” (involución) de Él (Conciencia-Energía-Sabiduría-Amor) aunque aparentemente en lo que sería la expresión más primitiva de la materia como unidad en primer lugar, para desde allí progresiva y escalonadamente (evolución) volverse a reencontrar en la conciencia despierta de sí como totalidad. Y esto lo hace a través de todos los “reinos” de la naturaleza, en todos sus niveles y gradaciones, sin exclusión de ninguno de ellos. Y por lo tanto, también allí en la materia menos organizada y desarrollada, más primitiva y elemental, más simple e inconsciente, e incluso en ocasiones más oscura, se encuentra, para desde allí evolucionar. Porque como muy bien lo expresa el gran sabio y místico Sri Aurobindo:
“La involución de un espíritu supraconsciente en la materia inconsciente, es el secreto de este mundo visible y aparente y la evolución de este supraconsciente a partir de la naturaleza inconsciente es la clave del enigma de la Tierra. La vida terrestre es la morada que ha elegido para sí misma una gran Divinidad; a través de los eones, su voluntad es transformar esta cárcel ciega en una residencia espléndida y en un templo que se eleve hasta el cielo….El largo proceso de formación y de creación terrestre, el milagro ambiguo de la vida, la lucha de la mente por nacer y crecer dentro de una vasta Ignorancia aparente, para reinar como intérprete, creadora y señora, los signos de un algo más grande que sobrepasa la maravilla finita de la mente y se encamina hacia las maravillas infinitas del espíritu, no son el resultado pasajero, fortuito y vacío de sentido de algún Azar cósmico con su enorme combinación de coincidencias; no son el juego fortuito de alguna fuerza material y ciega. Estas cosas existen porque un principio eterno y divino está disimulado en la energía y en la forma de la Materia…Debido a que ese Espíritu infinito y eterna Divinidad está disimulada aquí abajo en el proceso de la naturaleza material, la evolución de un poder más allá de la mente, no es solamente posible sino inevitable…”
5.- Y puesto que en todo, sin excepción, ese Espíritu se halla al principio  aparentemente perdido, pero no por ello menos presente y real, es lógico decir que: el universo tiene un alma, las galaxias también, y las estrellas y los planetas, así como la estructura de los minerales, las moléculas del agua y todo cuanto existe. Aparentemente las cosas en un nivel parecen constituidas por “materia muerta”, “mundo inanimado” decimos para referirnos a los minerales, las ocas, etc…, pero eso no es verdad, no es así, la materia muerta como tal no existe, todo es vida, y sólo una ilusión errónea apoyada por una falsa idea de lo que es la vida que nos impide captar el fondo de la realidad, nos hace pensar de esa manera. Las moléculas del agua están viva y reacciona ante nuestros pensamientos, un copo de nieve también, y lo mismo le pasa a una planta.
6.- En realidad cuando nosotros hablamos de evolución nos estamos refiriendo a un tipo de evolución espiritual, según la cual la conciencia, la inteligencia, el amor y el poder interior de los seres progresivamente va creciendo y tomando más y más conciencia de sí. Así es como ocurre la evolución de las almas en el paso de uno a los siguientes estadios, hasta su nivel máximo de conciencia que para nosotros sucede dentro de  la humanidad en la que el ser humano es capaz al fin de llegar a autoconcienciar su identidad con el Origen y la Fuente.
 Diríamos, por lo tanto, y retomando lo dicho hasta aquí, que el largo camino recorrido desde las primeras expresiones “álmicas” en las antesalas de la materia, llega a su punto máximo evolutivo en la expresión del alma humana que ha evolucionado hasta reconocerse en el “Yo Soy Uno en Dios”. Eso es la expresión suprema dentro de nuestra presente humanidad de la evolución del alma individual. (No obstante sabemos que se puede ir más allá, evolucionando hacia el alma supramental y…, pero quedémonos aquí en nuestro análisis.)
7.- Ahora bien, si evolucionamos como almas individuales, no es menos cierto también que nacemos, vivimos, evolucionamos también y crecemos como almas grupales o colectivas. Existe el alma de grupo, existe el alma de un pueblo, de una raza, de una nación, de un planeta, ..y más allá. Y esto no se trata de una forma más o menos poética o romántica de analizar los movimientos y grupos sociales, sino que se basa en algo real, es decir una misma energía, inteligencia, voluntad y amor que los cohesiona. Una nación no es una expresión casual de acontecimientos fortuitos y de personas que se han agrupado sin ton ni son. Existe una fuerza-inteligencia y voluntad común que a su vez tiene que ver con el propósito de cada alma individual que allí está presente que cohesiona a un pueblo, una sociedad o a una nación. Eso no los hace superiores ni mejores o peores que a otros, y menos aún los excluye de los demás, pues, también, a su vez todo grupo social, particular o nacional se agrupa en unidades aún mayores en las que se integran como la del Planeta Tierra, y así sucesivamente. Nada hay independiente de nada y todo está a la vez presente en todo. Nos realizamos como almas-individuos, pero también nos realizamos y crecemos como almas colectivas, y cada individuo con su crecimiento contribuye al crecimiento del conjunto.
8.- Volviendo de nuevo a Aurobindo, el cual profundiza en el significado y la realidad del alma nacional, leemos: “…el indivíduo no es simplemente una efímera criatura física, una forma mental y y corporal que se integra y se desintegra, sino un ser, un poder viviente de la Verdad eterna, un espíritu que se manifiesta. Análogamente, la ley suprema y el objeto primordial de toda sociedad, comunidad o nación, es la búsqueda de su propia realización; cada ente colectivo se esfuerza legítimamente, por descubrir su propia realidad, por percibir en su interior la ley y el poder de su propio ser y llevar a término su consumación y su manifestación del modo más perfecto posible…por vivir su propia vida que se irá autorrevelando. La razón es la misma; pues el ente colectivo es, también, un ser, un poder viviente de la Verdad eterna, una manifestación del Espíritu cósmico…
La nación o la sociedad, como el individuo, tiene cuerpo, una vida orgánica, un temperamento estético y moral, una mente en proceso de desarrollo, y, detrás de todos estos signos y facultades, un alma para la cual estos existen”. (Aurobindo, “El ciclo humano”)

9.- Hay un alma y una conciencia nacional, un alma y una conciencia planetaria, un alma y una conciencia galáctica, un alma y una conciencia universal, del mismo modo en que también existen un alma y una conciencia del mundo mineral, del mundo vegetal, del mundo animal y, por supuesto de la humanidad como tal. Evidentemente podríamos alargarnos mucho más en este análisis y entrar en detalles que nos señalarían el alma de tal o cual grupo de animales, de plantas o minerales, etc…Pero permitamos que sea la intuición nuestra gran amiga y compañera la que ahora nos acompañe y nos guíe por este amplio universo de ricas y múltiples alma colectivas. Todo, en cualquier caso, lo que nos confirma es que la existencia es un hervidero de vida y de conciencia organizadas de infinitas maneras, vida más o menos consciente, más o menos despierta, más o menos patente pero vida. Para los místicos esto siempre fue evidente, contamos, no obstante, con que para los físicos lo va siendo; de hecho existen experimentos muy notables que demuestran o sugieren que esto es así, como es el caso de los ejemplos que mostraremos en el apartado siguiente.

viernes, 8 de septiembre de 2017

SOBRE LA REENCARNACIÓN Y EL RECUERDO DE VIDAS PASADAS

Son muy importantes,
para confirmar que nuestra vida no acaba en este plano ni en esta existencia todos los recuerdos que de vidas pasadas que han tenido determinadas personas, niños en especial, y que tan profusamente estudió el Dr. Ian Stevenson y que recoge en “Veinte casos que hacen pensar en la reencarnación”, investigación que ha seguido con renovado interés el doctor Jim B. Tucker, psiquiatra en la universidad de Virginia (EEUU) donde ejerce de director de la clínica psiquiátrica infantil y familiar, el cual la recoge en su libro “Vida antes de la vida” sobre los niños que recuerdan vidas anteriores. El estudio del Dr. Stevenson es muy exhaustivo y recoge signos que en los niños investigados nos acercan a la posibilidad de su reencarnación, tales como: el deseo de encontrar a la antigua familia, repetidas afirmaciones de otra identidad, costumbres, comportamientos y reacciones similares a las del difunto, deformaciones congénitas o marcas de nacimiento, habilidades y aptitudes insólitas, conocimientos particulares, conocimientos históricos o de erudición, y reconocimiento de lugares o de gente. Pues bien, la conclusión a la que él llega tras su estudio es que es altamente probable la realidad de la reencarnación, la cual explica mejor que otras hipótesis alternativas lo que esos niños de los que se ha hecho un seguimiento muy preciso nos muestran.
Digamos, por otra parte, y como explicación metafísica que justifica la reencarnación, que a nuestro modo de ver, es un instrumento maravilloso del que se sirve nuestra alma para experimentar, aprender, superar, evolucionar y despertar. De tal modo, que cuando de verdad se comprende lo que somos, es decir conciencia, y se sabe que toda la existencia es un inmenso juego divino, a través del cual el Todo Uno, Dios, se anonada, o sea, aparentemente se pierde desapareciendo y olvidándose totalmente de sí desde las fases más primitivas de su exteriorización a través de los primeros signo de la  materia, para ir creciendo por ascensión evolutiva de menos a más conciencia, de menos a más saber, de menos a más capacidad de amar, etc., para ir despertando así progresivamente, y experiencia tras experiencia, con aciertos y errores, y prueba tras prueba, a la conciencia de la conciencia de lo que se es, y al desarrollo y manifestación de todo su infinito potencial, no resulta entonces nada extraño, sino que, al contrario, se ve como un instrumento perfecto y necesario para que ese plan-juego se lleve a término,  la reencarnación.
De hecho, sin la reencarnación, es prácticamente imposible explicar las diferencias  tan radicales, graves o dramáticas que entre unos y otros existen en el mundo. En cambio, con ella todo adquiere un significado nuevo y una coherencia muy grandes. Si, además, introducimos el principio de causa y efecto (el famosos karma) o algo tan clarificador y real como el que cada uno pueda elegir antes de encarnar los papeles a representar según los aprendizajes que se desee desarrollar y conseguir, entonces vemos que las cosas ya encajan, mostrándonos una lógica que antes se nos escapaba. Y vemos igualmente con meridiana claridad que el principio de una sola vida para cada alma no tiene razón de ser alguna.
Nadie es más que nadie, ni nadie tiene más o menos posibilidades como almas que somos en cuanto a capacidad, logros, medios y fines. Todos pasamos por todo, de modo que a través de cada tipo de experiencia aprendemos, desarrollamos y despertamos cada vez más a nuestra verdadera esencia divina. Así es la vida y tal significado tiene la existencia. Ninguna vida nos es ajena, ningún personaje nos es extraño. Nadie es exclusivamente el papel que hoy representa. El pobre de hoy pudo haber sido el más rico de la Tierra en el pasado o viceversa. Hoy eres católico, pero seguramente has sido también judío o musulmán en otra vida, y lo mismo los demás. El alma evidentemente evoluciona a través de sus miles de representaciones, y con sus infinitos personajes no hace sino expresar la infinita sabiduría, amor y poder de su ser divino, primero no reconociéndose en cuanto tal de tan fusionada como está con sus egos, aunque posteriormente y poco a poco vaya reconociendo y evidenciando su dimensión verdadera. En esta Escuela que es el planeta Tierra son muchas las actividades y ejercicios que tenemos que realizar para pasar de nivel, y no sólo aquí sino en otros planetas y dimensiones. Es el Plan divino en el que nosotros participamos como diseñadores aunque nuestro olvido de momento sea tan grande. Es tan poco lo que sabemos de todo esto…Pero el recuerdo irá viniendo.
Puntualicemos ahora un pequeño dato histórico que puede interesar a muchos: como hay personas que rehúyen el asunto de la reencarnación como si se tratase de algo incompatible con su religión, cosa que no ocurre entre los orientales, es bueno que los creyentes católicos sepan que en la Iglesia cristiana de los primeros siglos se creía en la reencarnación. Con anterioridad ya la enseñaban los pitagóricos, los esenios y los platónicos, por ejemplo. Pero Orígenes (184-254) que era cristiano la enseñaba también, hablando de la preexistencia de los espíritus y su reencarnación, también eran muchos los creyentes que creían igualmente en ella, influenciados por las creencias ambientales provenientes del platonismo. Pero la Iglesia oficial al servicio de sus propios intereses que no siempre eran demasiado rectos sino también acomodaticios, la fue quitando de su ideario conforme fue pasando el tiempo, de manera que en el Concilio de Costantinopla (553) prescindió definitivamente de ella.
Pero es importante el que no se nos escape que con la reencarnación no tiene ninguna cabida el postulado de la condenación eterna y al poner su acento en la responsabilidad que cada uno tiene sobre su existencia, las experiencias que ha de pasar así como su autonomía para dirigir sus destinos, etc. se ve muy claro que el papel de mediador y juez que la autoridades de la Iglesia se han autootorgado deja de tener el valor y sentido que se le daba. Lógico, pues, que en su teología y dogmas se prefiera dejar al margen la reencarnación, que se convertiría en un verdadero quebradero de cabeza para mantener como está su andamiaje y estructura. Aunque la realidad es lo que es, lo diga Agamenón o su porquero. Mejor, pues, el que cada uno saque sus propias conclusiones. Nosotros ya hemos puesto las nuestras.

Vamos a terminar ya este apartado citando a nuestro admirado Aurobindo, el gran sabio hindú del que ya hemos hablado en otras ocasiones, el cual prefiere hablar de  renacimiento en vez de reencarnación, si bien el significado de ambas cosas viene a ser sustancialmente el mismo. Dice él a propósito de este tema, (“Renacimiento y karma”) que llega un momento en que el alma es ya plenamente consciente de esta verdad, la de la reencarnación, sin la cual no se podría entender ni el sufrimiento, ni la evolución ni el aprendizaje del alma, ni casi nada de nuestra existencia. Pero mejor que leamos sus palabras, a las que nos unimos desde ese profundo sentir y saber al que nuestra intuición nos lleva: “el alma no necesita ninguna prueba de su renacimiento del mismo modo que tampoco necesita pruebas de su inmortalidad. Pues llega un momento en que es conscientemente inmortal, consciente de sí misma en su esencia eterna e inmutable. Una vez alcanzada tal comprensión, toda especulación intelectual en pro o en contra de la inmortalidad del alma se desvanece como un vano clamor de la ignorancia ante la verdad autoevidente y eternamente presente…..Así llega un momento en que el alma se hace consciente de sí misma en su movimiento eterno e inmutable; toma entonces conciencia de las edades pasadas que configuraron la organización actual del movimiento, ve como este fue preparado en un pasado ininterrumpido, recuerda los estados del alma anteriores, lo que la rodeaba, las formas específicas de actividad que dieron origen a sus componentes actuales y sabe en pos de qué se mueve en su evolución hacia un futuro ininterrumpido”.    

miércoles, 2 de agosto de 2017

EL CAMINO DE CADA CUAL

Cada ser humano tiene su particular camino hacia la realización del ser. El camino empieza justo en el punto donde estamos, con todo lo que tenemos, con todo lo que amamos, con lo que deseamos, de lo que huimos, lo que tememos y aquello que más ilusión nos hace, nuestra memoria, nuestras cualidades y nuestros enganches o apegos. El camino de cada cual comienza ahí, donde estamos, y ese es el punto al que le hemos de prestar toda nuestra atención, a este presente real.

Y ahí, desde el silencio oiremos, sentiremos nuestra verdad más íntima, aquella que ilumina y da significado a todo nuestro bagaje existencial, a todo eso que antes veíamos como si no fuera nuestro, y sabremos el por qué de todo, para qué está ahí, porqué forma parte de nuestra vida, hacia donde nos lleva, lo que que nos obliga a desarrollar, limpiar y descubrir. Veremos y comprenderemos el significado de todo y el fin hacia el que nos conduce.

Y entonces sabremos que nuestro camino, el de cada cual, es más que un camino, porque lo veremos como el fondo a través del cual la identidad de nuestro ser más bello y profundo se manifiesta. Nuestro camino se nos revelará como el lugar sagrado en donde nos vamos encontrando y finalmente despertando a lo que somos, nuestro ser inmortal, sabio y amoroso.

Y en este punto, lo que quede sólo será gratitud, conciencia, sentido y expansión, Vida que querrá ser vida compartida, de servicio y plena.

martes, 1 de agosto de 2017

APOYANDO EL PARTO DE UNA NUEVA HUMANIDAD

Uno cree que en la humanidad se están dando cambios muy importantes, y más que vendrán. Son muchos los que así lo sienten y lo ven, a muchos niveles y dentro de campos muy variados, algunos tan trascendentes que afectarán absolutamente a nuestra visión del mundo, de lo que somos y de lo que es, por supuesto, Dios.

Por todo eso, es por lo que veo que es muy necesario el que cada uno aportemos lo mejor de nosotros mismos, para que ese futuro, ya presentido y cada vez más presente, sea un paso adelante en nuestro crecimiento como humanidad. Entre todos lo hemos de traer a la realidad. Y todos somos los responsables de ese parto que traerá nuevos tiempos, en una nueva era de seres más conscientes y de vibración más elevada.

La nueva humanidad que está queriendo nacer en medio de tantos cambios y situaciones extremas, que nuestro planeta Tierra bien nos refleja, será una humanidad más responsable de sus actos, y más consciente de la interrelación que hay entre todo y entre todos, del Espíritu-Uno que nos anima, de nuestra inmortalidad y de nuestra fraternidad con todos los seres cósmicos.

Cada cual, en nuestra medida y capacidad, podemos contribuir a que esto ya se vaya haciendo realidad, restando odios, superando la separatividad, reconociendo que todo ser es mi hermano, derribando las fronteras de nuestro corazón, y abriéndonos a la presencia del Dios-Uno que todo lo es y a todo lo impregna.

ASUNTOS MUNDANOS Y ASUNTOS ESPIRITUALES. NUESTRA TAREA.

Por los primeros entendemos las tareas y obligaciones propias que todos tenemos y que nos llevan a atender asuntos como los de la alimentación, vivienda, salud, cuidados y protección de la familia, implicación en la vida pública, etc. Tienen, pues, que ver con lo que estimaríamos que son las necesidades básicas, calidad de vida y goces terrenales. Evidentemente que tienen mucha importancia y valor, de forma que deben de ser atendidos de la forma más ecuánime, justa, ética y responsable. De hecho, muchas veces, sin la atención básica de las necesidades primarias es muy difícil crecer y avanzar  en otros sentidos, además de que nuestra dimensión como cuerpos físicos en los que se apoya una personalidad humana así lo requiere. Y es bueno que se tenga en cuenta. No hay cosa peor que vivir con la sensación de carencia, necesidad o frustración por no haber vivido o por no tener determinadas cosas.

Pero existen otra clase de tareas en las que ocuparnos y que responden a nuevas demandas y necesidades interiores, nos referimos a las que provienen de nuestra alma, la cual lo que está buscando esencialmente es su propio crecimiento espiritual, un crecimiento que lo que pretende y hacia lo que tiende, es a la comprensión e identificación con su identidad esencial en primer lugar, y a la expresión en el mundo de la riqueza, valores y potencial que ello representa. También al conocimiento de lo que soy, mi destino y tarea en el mundo. La dedicación y entrega a estas cosas, así como la de contribuir a la elevación de la conciencia y al despertar de la humanidad son tareas eminentemente espirituales.

En la vida de las personas, las tareas que conducen a la afirmación personal y a los intereses egoístas de autoprotección, defensa, cuidado, placeres y satisfacción individual o de grupo ocupan mucho tiempo, espacio, energías y dedicación. Pero llega un momento en que uno se da cuenta de que los llamados "asuntos mundanos" nunca se arreglan del  todo, ni tampoco satisfacen plenamente, es más, incluso se descubre que sólo empiezan a solucionarse realmente cuando hay una transformación real y positiva en las personas, en nosotros mismos. Por eso, para algunos, llegado un momento, la necesidad de abrirse, conectarse, e identificarse con su dimensión espiritual es tan grande que ya no pueden dejar de dedicar su tiempo y esfuerzos al autoconocimiento, vivencia y expresión de ese nivel esencial.

Cuando así sucede, la aspiración del alma por entregarse al propio despertar y al despertar de la humanidad a lo que es nuestro guión espiritual se hace imparable. Entonces, realizar el propósito que tenemos como almas, vivir la experiencia de lo superior, y la tarea de servicio compartiendo nuestros dones y valores pasan a ocupar el primer plano de nuestra existencia. Y es así como nuestra vida continua su proceso y desarrollo. En el que estamos.

Pero dicho todo esto, es verdad que cuando uno vive su vida desde la conciencia de su ser y, por lo tanto, en la vibración del amor y la bienaventuranza que nos envuelve y en la que somos, entonces cualquier cosa que antes podría ser vista como "mundana" se transforma radicalmente, y se experimenta como algo realmente superior y profundamente espiritual, sea lo que sea lo que estemos haciendo y a lo que nos entreguemos.

domingo, 30 de julio de 2017

ESTAMOS EN EL MOMENTO DEL DESPERTAR, DEL AMOR Y DEL SERVICIO A LA HUMANIDAD.

Estamos en el tiempo del despertar, y esto significa cuatro grandes cosas: 1º.- Soltar la vida vivida desde el conflicto, es decir: soltar los apegos al dolor, al sufrimiento y al enredo personal. No dar ya más cancha a esa etapa de nuestra vida. Dejarla atrás. 2º.- abrirse a la vía del amor y del entusiasmo por ser uno mismo, con el autorreconocimiento gozoso de todos los valores, cualidades y dones que individualmente tenemos, 3º.- Hacer definitivamente las paces con todo nuestro pasado, en especial con nuestra familia biológica. Perdonar y perdonarse. Y 4º ofrecer todos nuestros dones al servicio de los demás, en la forma que mejor encaje con nosotros y más bien les aporte.
Este es el tiempo en que las espadas se deben de convertir en flores. Ya está bien de tanto dolor y sufrimiento. Y para que esto se haga realidad, todos somos imprescindibles, cada cual desde su lugar, con sus valores, y con su entrega.
La acción que a esto le sigue siempre ha de ir acompañada de momentos de interiorización, meditación y silencio interior, para que la voz de nuestra alma desde nuestro nivel superior nos guíe.
El papel de la intuición es definitivo, lo que supone a prender a escuchar la verdad de nuestro ser.
Esta es la hora, no de la lucha del ego contra egos
, sino del trabajo espiritual, donde nuestra alma y su propósito en el mundo han de ser los auténticos protagonistas.
Para todo esto contamos siempre con la inestimable ayuda de los seres de luz y guías espirituales que nos acompañan.

sábado, 29 de julio de 2017

DIOS, LA OLA Y NUESTRO SER.

Dios es Lo Real. Sin principio, sin final, sin antes ni después. Es Presente, es Presencia. No hay un antes de Dios, no hay un después de Dios. Siempre es Dios. Todo es Dios. Totalidad y unicidad: Lo Uno. La mente, en cambio, es lo que hace de filtro, ella es como una rejilla que tamiza esa unidad, dividiéndola, fragmentándola, clasificándola, separándola, del mismo modo que una trama cualquiera deshace en mil formas la luz del sol, o que un cristal descompone la luz en los colores del arco iris. Pero la mente es sólo un pensamiento, y los pensamientos son formas, sombras chinescas en el infinito e inabarcable espacio de Dios.
Y Dios contempla sus pensamientos, y las formas, y todo cuanto desde dentro de sí aparece y desaparece en lo que se llama espacio y tiempo, que también son parte de esos pensamientos.
A veces, Dios se entretiene tanto con sus formas y sus pensamientos que se olvida de sí. Entonces juega a reencontrase siguiendo el rastro de esas mismas formas y de esos mismos pensamientos. Y es así, como se sorprende a sí mismo cada vez que se vuelve a encontrar.
Realmente no es fácil hablar de Dios, del mismo modo que a una ola le es muy difícil hablar del mar. Pero la ola sabe lo que es el mar, vive lo que es el mar, siente lo que el el mar. Y esto es lo que le ocurre a nuestra alma, a nuestro ser, que experimentan a Dios, pero, en cambio, ni tan
siquiera lo pueden señalar o mostrar de tan dentro de Él como están, y de tan Él como son.

VISLUMBRES DE NUESTRO HOGAR REAL

Esta vida parece que sea lo único real. Pero lo cierto, es que apenas si refleja la grandeza, la realidad y la dimensión de la vida verdadera. Si nos diésemos cuenta por unos instantes, a través de vislumbres, de nuestro origen  y procedencia, todo nuestro actuar se transformaría. Aquí hacemos determinadas tareas en función de nuestras necesidades evolutivas y el mejor servicio que podamos prestar a los demás. Nuestro Hogar Real está hecho de pura luz, de puro amor, de pura sabiduría. La sensación de realidad que aquí tenemos es muy pobre comparada con lo que la Realidad es. La experiencia de la realidad que aquí tenemos es muy pobre y llena de filtros. Cuanta mayor sea la transparencia en nuestro nivel de conciencia, mayor será la experiencia de realidad que tengamos. Cuanto más nos abramos a nuestro ser y a la intención que nos ha traído a nacer mayor será también la experiencia interior que tengamos de nuestro Hogar Real. Mientras tanto, las dificultades y las experiencias lo que hacen es empujarnos hacia vibraciones más altas de conciencia y de comprensión
espiritual, ese es su sentido.

miércoles, 26 de julio de 2017

LA TAREA DE IR AL ENCUENTRO Y EXPERIENCIA DE NUESTRO SER

Todos tenemos una serie de tareas que realizar en la vida. Amarnos a nosotros mismos es una de las más grandes, si la realizamos de verdad estamos sentando las bases de todo lo que hacemos con el mundo y con los demás. Todos contamos con los medios o el medio necesario para realizar nuestra tarea y propósito en el mundo. Amar lo que tenemos es esencial como punto de partida. Amar lo que se tiene sólo se puede hacer desde el reconocimiento a uno mismo, y desde la conciencia de lo que se es. Todo lo demás implica fusión y confusión.

Para algunos lo más importante es ejercer tal o cual profesión, para otros la fama, algunos se entregan intensamente a servir a los demás, a crear, investigar o a enseñar. Hay muchas clases de vocación. Pero hay una que destaca que es la de ir al encuentro y conciencia del propio ser, y poder luego ayudar a otros a que realicen ese mismo autoconocimiento.

Concienciar nuestro ser, el Sí mismo, o Dios en mi como yo, es la base de la verdadera libertad. En nosotros, en nuestro ser, se halla la fuente de la felicidad, del amor, de la sabiduría y de la creatividad. Este lugar nunca nos fallará, es un espacio real e inexpuganble
de paz y de seguridad

martes, 25 de julio de 2017

VIVE LA FELICIDAD QUE ERES.

Buscamos la felicidad fuera, y le ponemos condiciones. Y decimos algo así como: puedo ser feliz si...., y entonces, en función de eso construimos nuestra lista particular de necesidades. Con lo cual, hemos asociado la experiencia y vivencia de la felicidad a un determinado número de cosas y situaciones. Pero vivir así nos condena al temor permanente por lo que se puede perder, por lo que nos cuesta alcanzar o por o que se puede frustrar. El resultado,es una vida infeliz o llena de intermitencias en el modo de sentirla: ahora estoy bien, pero al menor contratiempo ya estoy de mal humor.

Pero la felicidad no depende de nada, pues es el estado natural de nuestro ser. Somos felicidad. Así que, si queremos de verdad ser felices, tenemos que abrirnos a nuestro ser y soltar cada una de las dependencias a las que la habíamos condicionado. La felicidad no depende de nada ni de nadie. La felicidad surge o se manifiesta cuando nos permitimos abrirnos a nuestro ser, cuando no cerramos el sentir de nuestro ser, cuando vivimos en nuestro ser.

En el silencio de la meditación vivenciamos la felicidad, la alegría y el gozo que somos. Afirmarnos en nuestra realidad, adentrarnos en ella y sentirnos envueltos por ella, es lo que hará que pase lo que pase, siempre, nuestra felicidad esté presente, porque ella es lo que somos.

domingo, 16 de julio de 2017

Hemos elegido nuestro mundo de la información que hay en la mente de Dios. Pero podemos crear otros mundos.

¿Has pensado lo que significa todo esto?: Al principio todo es la Conciencia del Uno, o del Todo Dios. Pura Conciencia. Y en la Conciencia, surgiendo de ella: la Mente de Dios, con sus pensamientos, con sus creaciones , infinitas: todos los Omniversos infinitos, integrados por Multiversos, no menos infinitos, y dentro de cada multiverso, los infinitos universos, con sus correspondientes confederaciones galácticas, soles, planetas...Y los seres vivientes. ¿Te lo imaginas?

Y todo eso, a su vez, formando parte de Dimensiones, ¿cuantas?, en cualquier caso van de las más densas a los más espirituales. En la teoría Moderna de cuerdas se dice que hay entre 10 y 26 dimensiones. !Cuantos seres, cuantos mundos, cuantas realidades! Pero todo siendo siempre el reflejo de la información básica que procede de la Fuente, la Mente de Dios.

Y entre los seres, cada conciencia, la mía , la tuya, focos de y en la Mente de Dios, trayendo a la realidad su particular mundo, el que hemos sido capaces de visionar y concebir en nuestra particular mente, según nuestro nivel conciencial y evolutivo, en función de nuestras necesidades ¿No es algo maravilloso? Yo, con mi conciencia me focalizo en un mundo existente en la Mente de Dios, y ese mundo que yo he sido capaz de imaginar es el que he traído "aquí" para mí. Porque es eso lo que sucede: cada foco de conciencia que somos trae a la realidad "su mundo". Y esto es lo que vivimos.

Todo el conjunto de todas las voluntades de conciencia con "sus" respectivos mundos mentales forman nuestra Matriz holográfica: este mundo en el que todo se halla interconectado e interrelacionado.

Todo lo que vivimos lo hemos traído nosotros a nuestro mundo. Nadie es el responsable, por lo tanto, de mis experiencias, ni de este teatro concreto en el que me muevo. No hay culpables. Todo es parte de mi camino de aprendizaje, crecimiento y evolución. El escenario, los personajes y la obra son lo que yo he querido que fuesen. Cuando en el nivel superior de mi alma decida que las cosas  tienen que ser diferentes cambiarán. Mientras tanto, lo mejor que puedo hacer es dar gracias de lo que vivo, perdonarme de cualquier cosa que haya atraído a mi existencia y me haga sufrir, decir que lo siento, y después de todo amarme y amar a los demás. (En esto se basa el Hoponopono)


sábado, 15 de julio de 2017

Dios es Pura existencia, clara conciencia, luminoso amor. Lo demás son películas.

La mente es un instrumento que sirve para razonar, construir una idea sobre lo que somos, recordar y también es asiento en donde el brillo del ser se refleja.
La mente puede crear y de hecho crea conceptos, ideas, e incluso grandes construcciones ideológicas, religiosas o de otro tipo, pero todas ellas son eso: construcciones de la mente.
Las construcciones que con la mente creamos, sean sistemas filosóficos y hasta las mismas religiones no son la realidad ni la verdad en sí, son sólo fabricaciones humanas, no importa el ropaje con que se presenten.
La mente puede estar más o menos limpia y ser más o menos transparente. Si es translucida como el cristal de roca dejará pasar a través de la la luz que a través de nuestro ser experimentamos. Pero si es una mente sucia, impregnada de errores, fantasías, delirios u otra clase de paranoias, lo que comunicará será eso mismo.
La mente no nos pone nunca en contacto con la verdad ni con la realidad, esa no es su función. Pero el ego necesita intensamente a la mente y sus películas. De hecho, el ego es una fabricación de la mente. El ego es una idea que nos hemos construido mentalmente sobre nosotros. Pero nosotros no somos una idea, ni Dios es una idea, ni la realidad es una idea.
La gente se fabrica muchas películas sobre lo que somos, sobre lo que es Dios, sobre lo que es el bien y sobre lo que es el mal. Así que cada cual va con su idea bajo del brazo, que pretende que sea la mejor. A veces nuestras ideas son monstruosas, otras veces son más luminosas. DE todos modos todo son ideas.
Pero Lo Real no es una idea, ni necesita de montajes para expresarse, ni de Iglesias, ni de sectas, ni de nada. Lo Real es lo único que hay, es Lo Que Hay, Lo Que Es. Eso Es Dios, eso el el Ser, nuestro ser.
Dios, no necesita de la mente, aunque él la ha fabricado. Dios es ahora mismo y siempre. En él todos los pensamientos, de cualquier clase se diluyen. Dios es el Puro Ser, La Pura Existencia, La Pura Sabiduría, el Puro Amor, la Pura Energía. Experimentar eso es conectarnos con la Realidad. Y eso ocurre cuando la mente está callada, en el silencio.
Dios es un Fondo, un Espacio, una calidad sin nombre, y eso es Vida,y...Plenitud.
Todo lo demás no son más que películas, juegos del ego, que pueden ser divertidas, aburridas, locas, dramáticas, de risa o de miedo.
Es necesario que sepamos distinguir, pues, ni
tidamente cuando estamos dentro de una película y cuando estamos saboreando Lo Real, el Ser, Dios.

FRENTE A LA MENTE CONFUSA, LA PAZ Y LA VERDAD EN NUESTRO CORAZÓN

La mente sirve para recoger información, ordenar datos, contrastarlos entre sí y con respecto a otros, retener aquella información, razonar, deducir, etc.. Pero la mente no es fuente de Verdad, que pertenece y va unida a la esencia de las cosas. La mente nos permite dudar, afirmar o negar. Si la mente es limpia y clara, es decir si no está alterada por emociones, drogas o su propia confusión, puede ser un buen aliado nuestro, porque también la razón es uno de nuestros apoyos en esta dimensión que tiene como instrumentos suyos al  cuerpo-mente;
Pero una mente no disciplinada, egoísta o alterada por sus propios líos o como consecuencia del consumo de sustancias que a la larga sólo producen paranoias y brotes psicóticos puede producir y de hecho produce verdaderos focos de sufrimiento, tanto para quien así la tiene como también para quienes, sin cogerse a su propio centro, entran en contacto con ella.
Son muchos los mundos de locura, irreales o demoníacos incluso que personas de ese perfil crean y que torturan hasta la fatiga a quienes, familiares sobre todo, se comunican con ellas,  contagiándoles  algo de su propia confusión.
La mejor defensa ante situaciones de duda que se puedan vivir en ese tipo de relaciones tormentosas,
es, además de reconocer la locura paranoica de las atormentadas mentes, ir al único espacio en donde la duda, la confusión y el inútil parloteo mental cesan, y ese espacio se llama el sentir en nuestro corazón. Allí, la Verdad silenciosa nos llena y la paz es la mejor respuesta.

La locura mental no admite discusiones ni razonamientos. El silencio y no entrar en su dinámica es la mejor forma de no alentarla ni potenciarla. En cualquier caso, quienes han de convivir o relacionarse por cualquier causa con los enfermos psiquiátricos, tienen la gran oportunidad de aprender a distanciarse de sus enfermizas películas, no e
ntrando en ellas, y en su lugar contactar con su verdadero ser, allí donde la armonía, la alegría y el verdadero saber nos acompañan y hablan. Esto y no otra cosa es Dios en nuestro corazón.