sábado, 19 de abril de 2014

EL JESÚS HISTÓRICO Y EL CRISTO

    


            Según el profesor en escrituras Antonio Piñero, uno de los mejores conocedores del antiguo y nuevo testamento de nuestro país, el noventa y nueve coma nueve, nueve, nueve por ciento de los actuales estudiosos de la biblia y en concreto de la figura de Jesús, independientemente de que estos sean agnósticos, ateos o creyentes afirman que Jesús no es un mito ni una invención, tal y como algunos, teólogos incluidos, pretenden o dicen, sino que existió realmente, otra cosa diferente es la interpretación que cada grupo, religión o persona particular haya hecho o haga de su vida, significado y mensaje, aspectos todos ellos que son discutibles y más que opinables. Personalmente creo que Jesús ni fundó una iglesia, ni estableció unos dogmas, ni se ocupó de estructurar religión alguna, sino que todo esto lo hicieron otros a los que les interesaba hacerlo y no precisamente para profundizar en la figura de Jesús sino tomándolo a este como pretexto. Dicho de otro modo: las iglesias y las religiones son creaciones e inventos muy humanos, y, por eso mismo, relativos, culturales, para orientar, controlar y conducir a la sociedad de un modo determinado.

            Personalmente no estoy especialmente interesado en la figura del Jesús histórico. Sus milagros, el modo como vivió, murió y, como se dice, resucitó, tampoco son para mi los referentes definitivos y significativos a los que remito. Allá cada cual con sus creencias. A mí, lo que me atrae de verdad, lo que me vibra interiormente, lo que me despierta y me hace conectar con el ansia profunda y verdadera de mi alma que anhela la inmortalidad y la verdad radical de su ser, es lo divino y el sentido que me despierta y me hace sentir el Cristo, el ser crístico, hacia el que Jesús apuntó, ese cristo más allá de lo externo en Jesús y que este quería despertar en el interior de quienes a él se acercaron. Jesús, en este sentido, en cuanto biografía e historia, es la anécdota, y por eso mismo lo más manipulable por los seres humanos, iglesias y vaticanos incluidos, eso me interesa poco, pasa y pasará, pero no así el Cristo.

            Yo sí creo, en cambio, en el ser crístico, que es como prefiero llamarle, y El existe, existió y existirá siempre, es Lo Divino, el alma de Jesús que conecta con todas nuestras almas. Hacia eso nos podemos enfocar, y en ello podemos sentir y vivir, pues es la dimensión más elevada y profunda de nosotros mismos, Esto no es una idea, ni una creencia, ni necesita de ninguna religión, dogma o tradición para ser vivido y experimentado; ya está presente en nosotros, es lo más grande, lo más luminoso, lo más vivo y poderoso que podamos intuir o imaginar. Nos podemos dirigir a ello no con nuestra mente sino con nuestro corazón, no con nuestra cultura o tradición sino con nuestra alma limpia y entregada. Sólo si te abres y te vuelcas en ello lo puedes saborear, “tocar” y discernir de algún modo.


            El Cristo es lo divino en nosotros, es Dios en cada ser, es nuestra dimensión más real y verdadera, la única que nos puede hacer libres, sabios, amorosos, expansivos y totalmente realizados. El ser crístico es lo único importante de Jesús, desde donde dice aquello de que mi Padre y Yo somos uno, que es como decir que Dios y mi alma somos uno, lo mismo que nos pasa a todos los seres humanos. Cristo en mí como yo. Esto es y en esto creo. Se puede sentir y se puede percibir: abre tu corazón y tu mente y todo tu ser a lo más elevado de ti mismo y verás como es así, es más experimentarás cómo “desciende” y te llena como en una pascua de pentecostés. Lo demás es secundario.

lunes, 31 de marzo de 2014

¿CREACIÓN DE VIDA ARTIFICIAL?

¿CREACIÓN DE VIDA ARTIFICIAL?

            Leo en el Diario El Mundo, viernes, 28 de Marzo de 2014, escrito por Miguel G. Corral, lo siguiente: “El sueño de la vida artificial está hoy un paso más cerca. Científicos de EEUU han creado el primer cromosoma complejo fabricado en un laboratorio…El hallazgo abre la puerta a la producción de alimentos, fármacos y biocombustibles con genes a la carta programados por el ser humano…Jef Boeke, que acaba de abandonar su puesto en la (Universidad) John Hopkins por la dirección del centro médico Langone de la Universidad de Nueva York, ha logrado crear el primer cromosoma complejo fabricado desde cero en un laboratorio…su cromosoma difiere en gran medida de lo que la selección Natural ha tallado durante milenios”

            Acerca de este texto por una parte, y del importante logro científico al que se refiere, por otra, quiero precisar, eso sí, desde mi condición de notable inexperto, -quede constancia de ello-, en lo que al ámbito de la ciencia sobre la que estamos tratando se refiere, aunque compatible también con mi profundo interés por los aspectos filosóficos o que como tales se puedan derivar de aquellos, las siguientes consideraciones, unas de carácter formal y otras estrictamente metafísicas:

            Lo primero que llama la atención es el interés, que no concuerda con la realidad de lo sucedido, a la hora de afirmar que se ha fabricado un cromosoma complejo “desde cero”, hecho que es desmentido por su creador Boeke cuando afirma que: a “nuestro genoma...Le hemos introducido miles de cambios, así que es muy diferente del cromosoma natural…eliminamos una gran cantidad de ADN que creíamos que no era esencial”. Se ve, pues, que son cambios, arreglos,.., pero a partir de cero en absoluto, sino manipulando uno de los dieciséis cromosoma de la célula eucariota (un solo núcleo) del hongo de la levadura sobre el que se trabajaba. Tampoco se puede hablar “de cero” cuando se está partiendo de una célula previa, la de la levadura, de la que se extrajo el cromosoma al que se le efectúan los pertinentes cambios, y en la que se reintroduce después para que realice sus funciones, aunque con nuevas capacidades.

            La otra cosa que resulta chocante es cuando se afirma con desmesurada ligereza y prisa que ahora estamos cerca de la creación de “vida artificial”. Desmesurado e inadecuado, ya que los términos vida y artificial son absolutamente incompatibles. Porque la vida es algo “per se”, esencia, la base de todo, de ahí que no se pueda crear ni fabricar. No es el resultado de la suma de compuestos o de partes, sino que es anterior a todos ellos, lo cual no sucede con “lo artificial” que se construye, esto sí, y a partir de otros elementos. Absurdo es pretender crear vida cuando la Realidad es eso: Vida.


Con todo, es cierto que se podrán construir en el futuro cromosomas desde cero, incluso células, también cerebros,  y hasta cuerpos enteros, pero la Vida no es un “algo” sino el mismo ser, vivificando como alma cada célula o cada cuerpo humano. Este ser, que es vida de las cosas es increable, La Vida manifestación del Espíritu es fuente y raíz de toda creación, no aumenta ni disminuye, lo interpenetra todo. En cambio, en un laboratorio lo que se cree siempre será un “arte-facto y mecánico”, aunque sea el resultado de sofisticado diseño y elaborada ingeniería genética, incluso se podrá manipular y modificar el material biológico ya existente, pero, en cualquier caso, la vida sigue otro proceso. Ella sólo puede proceder de sí misma, aunque se muestre bajo infinitos rostros. Y es Ella como Conciencia-Espíritu de donde emana la materia.

domingo, 9 de marzo de 2014

LO QUE YO CREO EN ESENCIA


                                                                                                    
Creo en Lo Real-Divino, le puedes llamar Dios, Fuente, Base y Ser de Todo, desde lo cual y en lo cual nace y existe cuanto es, ha sido y será. Creo en Dios como la expresión máxima de mí, y creo en lo que yo soy como una manera y una forma del Ser de Dios en evolución sin fin a  través de mí. Creo que soy en la medida en que Dios es en mí y yo en Él. Creo en Dios como algo real, una Presencia que es intrínsecamente gozo, sabiduría y energía sin fin. Allá donde fijo mi atención está y en todo es.

Creo que Eso a lo que llamo Dios no es algo externo a mí ni a nada de cuanto es. Toda forma de dualidad en la percepción siempre es equívoca y, por lo tanto falsa. Sólo me realizo en la medida en que me identifico con Dios y lo vivo.

Creo que el principio básico de orientación y centramiento para todo ser humano es su propia conciencia, que es la sede única y auténtica de la divinidad en él, su verdadero ser. La voz de la propia conciencia es la guía única y definitiva a la que nos debemos, cualquier otra instancia, como una religión, un maestro o un guía del tipo que sean deben supeditarse siempre a nuestra sabiduría interior, al desarrollo de la cual ha de tender todo esfuerzo y tarea en la Tierra.

Creo que todo ser humano desde que nace es inocente, limpio y bueno, sin carga ni pecado alguno; otra cosa diferente y resultado de la propia evolución, aprendizaje y crecimiento, es el bagaje personal y colectivo que uno traiga consigo fruto de sus propias acciones, decisiones y apegos del pasado, es decir, de vidas anteriores, y que conllevan determinado tipo de efectos que en la presente vida se manifiestan.

Creo en el renacimiento de nuestras almas en sucesivas encarnaciones que nos permiten actualizar y desarrollar progresivamente todo nuestro potencial infinito. Creo que la muerte es un puro trámite, un paso que nos da acceso a un nuevo plano de existencia en un nivel de vibración muy sutil, el espiritual, en el cual continuamos existiendo y viviendo plenamente.

Creo que todos tenemos una tarea básica que  realizar en cada existencia, a través de múltiples experiencias, que tienen como finalidad elevarnos de menor a mayor conciencia, de menos a un más grande amor, y de menor poder interior a un mayor poder y capacidad de manifestación, creatividad y realización.

Creo que a nivel del nuestro ser nadie nos condena ni nos salva. Somos cada uno de nosotros con nuestra conciencia los que vamos descubriendo los cambios a realizar y las mejoras a introducir en orden a actualizar, cada vez más, en nosotros y con los demás las más bellas aspiraciones que en el interior de nuestra alma se hallan inscritas y tienden a expresarse.   

Todas las experiencias por las que pasamos son necesarias si es uno el que las necesita y quiere realizarlas, calificarlas de morales o inmorales desde nuestros patrones culturales, religiosos o de cualquier otro tipo es un error: otra cosa diferente es que socialmente las toleremos, permitamos o rechacemos. Dios no juzga, ni salva, ni condena. En Él todo es asumido y perfecto.

Creo que la mejor garantía para crear una sociedad equilibrada, justa, amorosa y potenciadora del ser de los demás es alentar la presencia y el desarrollo de individuos abiertos a los valores del espíritu, de cuya constancia son indicios: el gozo, el amor interior, el sentimiento de empatía y apoyo hacia los demás, y el cuidado y respeto hacia todas las formas de vida y existencia.

Creo que vivir es básicamente un aprendizaje y una experiencia. Esto es la clave de toda evolución dentro de la cual hemos decidido voluntariamente participar,  existir  y ser. Cada uno tendrá que descubrir su papel y aquello hacia lo que su alma le impulsa para realizar la tarea que le trajo a nacer en este mundo.

Creo que las circunstancias y los demás son el espejo en el que podemos ver y descubrir aquello que tenemos que mejorar, trascender y aprender. Cada sufrimiento es un mensajero y un espejo que nos recuerda aspectos de nosotros que necesitan ser sanados, perdonados, acogidos y amados. Creo que los calificados como enemigos, contrarios o “divergentes” no son sino los cómplices que vienen en nuestra ayuda para que realicemos las tareas que en notros debemos de hacer. En realidad, nuestros enemigos no son nuestros contrarios sino nuestros complementarios, aquellos con los que nuestras almas pactaron, aunque no lo recordemos, para que nos facilitaran el trabajo que habíamos venido a realizar. Unos y otros nos necesitamos para llevar a cabo nuestro propósito y misión.

Creo que traspasar el velo de cualquier espejismo del mundo de la apariencia y de la forma, así como liberarnos de la esclavitud de la importancia personal, al tiempo que descubrimos la esencia que anida en cada ser es una tarea imprescindible que todo debemos realizar para avanzar y crecer, lo contrario es continuar en la ignorancia y en la esclavitud del ego.

Creo que el amor incondicional hacia nosotros mismos, sea cual sea nuestra vida presente o pasada, así como el acogimiento amoroso y la reconciliación con cualquier clase de sombra, de dolor, de incomprensión, soledad, rechazo o cualquier otro tipo de sufrimiento por el que hayamos atravesado es la condición necesaria e imprescindible para avanzar en el camino hacia la luz y el verdadero amor con los demás. Creo en la necesidad irreemplazable de abrazar de forma total e incondicional a nuestro niño o niña interior, hasta rescatarlos, desde nuestra posición de adultos conscientes, de todo trazo de soledad, incomprensión o rechazo.

Creo que cada uno vivimos el mundo y las circunstancias que hemos decidido imaginar, crear y experimentar. Nuestras posibilidades son infinitas, como también los mundos y los universos. La infinidad de seres que existen son nuestros hermanos.

Creo que el auténtico crecimiento se produce en la medida en que vamos adquiriendo mayor conciencia del amor, el poder y la sabiduría de Dios en nosotros, hasta convertirnos así en auténticos seres autónomos y libres, dioses y diosas creadores de luz y liberadores de toda sombra de oscuridad, primero en nuestro interior y luego en el mundo del que formamos parte.

Creo que sólo la alegría sin objeto, la que surge de nuestro ser, el sentimiento de plenitud interior y el impulso por compartir lo mejor de nosotros mismos, incondicionalmente, son los signos reales y auténticos de crecimiento espiritual y de que nos hallamos en el camino adecuado y recto. El fin de toda existencia consiste en expresar y realizar en la Tierra la Vida Divina.











miércoles, 19 de febrero de 2014

UNA CUARTA RAZA EN NUESTROS GENES



 

            Los investigadores que rastrean nuestro origen biológico han encontrado, al parecer, pruebas, en restos fósiles de la antigüedad, de cuatro razas presentes en la conformación del ser humano, de las cuales tres de ellas serían conocidas e identificables por nosotros, como es el caso de neandertales, homo sapiens y homo sapiens sapiens, mientras que, respecto a la cuarta sobre la que permanecería la incógnita, los más aventurados y abiertos apuntan, como ya en su tiempo lo hizo Francis Crik, uno de los descubridores de la doble hélice del ADN, a la intervención extraterrestre. Según esta hipótesis, cada vez más aceptable y verosimil, seres procedentes del exterior  habrían intervenido en nuestra existencia.

            De ser esto así, muchas de las dudas y vacíos que hoy tenemos para comprender la evolución quedarían disipadas, sobre todo aquellas que quedan situadas dentro de los llamados “eslabones perdidos” que en realidad no explican nada, y menos aún que el cuerpo físico de los seres humanos experimentara una mejora repentina y todavía inexplicable hace 200.000 años y que, de pronto, la forma física llamada homo erectus se convirtiera en lo que ahora llamamos homo sapiens con la capacidad de hablar un idioma complejo y con un tamaño del cerebro que había aumentado en gran medida.

El biólogo Tomas Huxley ve esto inexplicable ya que para él los saltos evolutivos que se dieron para pasar del homo erectus al sapiens hubieran precisado con la evolución darwiniana normal de millones de años. Sólo una intervención extraterrestre podía explicar, pues, esta anomalía. Y esto mismo es lo que expone y explica Alan F. Arnold en su libro “Los dioses del nuevo milenio” (Ediciones Martinez Roca) para quien  para llegar al hombre actual como lo conocemos tendrían que haber pasado 30 millones de años evolutivos a partir del homo erectus, mientra que, en cambio, sabemos que el homo sapiens surgió de este hace tan sólo 200.000 años; en este caso, y de la misma manera, F. Arnold plantea que tal misterio sólo tiene como única explicación una intervención genética exterior.

            Para ayudar a resolver este enigma contamos hoy con una información privilegiada que ha permanecido para muchos ignorada o marginada desde los ámbitos de la ciencia oficial y que ya se empieza conocer, gracias a la difusión de su contenido, entre otros, por el conocido escritor e investigador David Ike. Nos estamos refiriendo a un descubrimiento que un ingles, sir Austen Henry Layard, hizo en 1850, a unos cuatrocientos kilómetros de Bagdad, en Irak, mientras excavaba en Nínive, en la capital de Asiria, de decenas de miles de tablillas de arcilla (algunos se refieren a ellas como las “tablas sumerias”) en las que se habla de una raza avanzada que había venido a la Tierra interviniendo activamente en nuestra vida.

El traductor más famoso de estas tablillas es el autor y erudito Zecharía Sitchin, hoy ya fallecido, que sabía leer sumerio, arameo, hebreo y otros idiomas del Oriente Próximo y Medio. Para él no hay ninguna duda de que describen seres extraterrestres, los annunakis, que llegaron a la Tierra, hace 450.000 años, procedentes del planeta Nibiru. Según cuenta David Ike, de quien extraemos esta información, lo más sorprendente de estas tablillas es la manera en que describen la creación del Homo sapiens combinando en un tubo de ensayo los genes suyos y los de los humanos nativos para crear un ser humano “actualizado” capaz de realizar las tareas que requerían los annunakis.
Tendríamos así ya el origen del primer hombre y la primera mujer tras manejar el ADN de los herederos del Homo neanderthalensis (seres arborícolas frugívoros con pequeños retazos de conciencia de sí, pero poseedores en su sangre de una biblioteca genética excepcional con las claves genéticas, -tal y como nos dice Emilio Fiel, a quien estamos citando- de la Federación Galáctica) y mezclarlos con algunos genes de su propia sangre azul. “Así crearon al “sapiens sapiens” a su imagen y semejanza, lo crearon como un ser obediente y devoto de sus creadores, pero también miedoso y agresivo, para que tuviera que depender de su protección. Fuimos como ganado para ellos. Estos dioses se alimentaron de nuestra energía, nos usaron como juguetes sexuales, batallamos en sus guerras y trabajamos en las minas de oro para ellos. No es verdad que fueran tan bondadosos y desinteresados. Entre todos ellos cabe destacar a Yaweh, padre de la mente y la separatividad humana, que junto con otros piratas estelares (Allah, Ra, Viuracocha…) crearon un imperio de terror en la Tierra”. (Emilio Fiel, “Peldaño a peldaño”, Mandala Ediciones). “Defendámonos de los dioses”, dice Salvador Freixedo, no sin cierta razón, de esos falsos dioses para quienes la Tierra se convirtió en una especie de “granja humana” que ellos controlan, dirigen y manipulan según sus propios intereses para nada divinos, aunque como tales se hicieron pasar ante nuestros ojos pasmados e ignorantes que contemplaron deslumbrados a los venidos de otros mundos y que ni tan siquiera pertenecían a un nivel superior de conciencia, sino que eran, por el contario, tremendamente egoístas e insensibles.

De todas formas, lo más probable, creo yo, es que hayan intervenido en la humanidad y su desarrollo seres extraterrestres no sólo empeñados en sus propias aspiraciones de dominio y poder dentro de la galaxia o fuera de ella misma, sino también otros más elevados desde el punto de vista del desarrollo y nivel espiritual que de alguna forma también han querido influenciar positivamente en nuestra evolución. Pero, dicho esto, lo que siempre hay que recalcar y dejar bien claro sobre cualquier consideración que se haga en este u otro sentido, y para no confundirnos, quedando atrapados en el relato, por muy extraño, complejo o bárbaro que nos pueda parecer, es que nosotros, cada uno en particular, aunque encarnados como humanos, en esta humanidad entroncada con tanta ramas raciales, somos sobre todo “otra cosa” muy distinta, somos cada uno un alma, y en este sentido tenemos que decir lo siguiente:

“La personalidad y el cuerpo que la sustenta son aspectos artificiales del alma. Cuando al final de la encarnación del alma han cumplido sus funciones, aquella les abandona. Llegan al final, pero no así el alma. Después de una encarnación, el alma regresa a su estado inmortal y eterno. Vuelve una vez más a su estado natural de compasión, claridad y amor infinito. Tal es el contexto en que se desarrolla nuestra evolución: la encarnación y la reencarnación continuas de la energía del alma en el campo físico, en nuestra escuela terrenal” (Gary Zucav). Nacimos, como humanos, en esta humanidad posiblemente manipulada por otras razas, no importa, con estas características tan especiales y particulares, tan contradictorias, en la que el amor y la creatividad más excelsa son posibles y capaces de convivir  junto a los más execrables crímenes y depravación. Aquí vinimos voluntariamente, no hay que olvidarlo, para aprender, conocer y amar, y cómo no, para liberar también con nuestra aportación todo rastro de oscuridad que esté en lo más profundo de nuestros genes. Nuestro trabajo es titánico, heroico y maravilloso, la mejor tarea para quienes tengan como nosotros, los que aquí hemos elegido encarnar, una voluntad firme de ascender a los niveles más altos de la conciencia y de la luz, algo que sólo se puede alcanzar después de haber vencido y abrazado a los peores “dragones” y “reptiles” de la sombra. En eso estamos.

martes, 4 de febrero de 2014

CONCIENCIAR NUESTROS MIEDOS Y ATRAVESARLOS.



    

            Los miedos, tantos, tan diversos, han hecho de nosotros seres en huida constante, seres que han tenido que hacer de sus vidas estructuras y fortalezas de autodefensa y protección en vez de lugares para el gozo y la alegría, para la afirmación creativa y el disfrute de ser. Hemos huido de muchas maneras: consumiendo desenfrenadamente o sin ton ni son para satisfacer necesidades absurdas e irreales, ejerciendo el dominio y la manipulación abierta o sutil de unos sobre otros, ignorando o negando todo aquello que nos pudiese producir dolor, proyectando sobre los demás y culpabilizándoles de la causa de nuestros sufrimientos, convirtiéndonos en víctimas o en explotadores, todo eso menos recurrir a nuestro propio ser, a nuestro verdadero poder interior para afirmarnos en la paz, la serenidad, la verdad y la confianza que sólo pueden surgir de la Fuente, siempre presente, que anida en nuestro corazón.

            Nos hemos cerrado a toda posibilidad de dolor, tal es el miedo ancestral que existe dentro de nosotros a sufrir, y, como consecuencia, nuestro cuerpo ha acusado todas nuestras cerrazones, se ha comprimido, apretado, haciendo que la energía de la vida se fuese bloqueando, y por eso nuestra salud, no sólo la física, también la emocional, la mental y la espiritual, se ha resentido y se resiente tantas veces. Así es muy difícil crecer, evolucionar y ser de verdad felices. Con el miedo en nuestros cuerpos es muy difícil que la plenitud de la Vida se sienta y se exprese. Por eso lo tenemos que afrontar, deshacer y traspasar; de lo contrario, cualquier manifestación nuestra estará viciada y distorsionada, incluso la espiritual. Decía Madre, la compañera de Sri Aurobindo que ante nuestros miedos y debilidades “existen millones de maneras de huir; sólo hay una de quedarse, que es tener verdaderamente valor y resistencia, aceptar todas las apariencias de la enfermedad, las apariencias de la impotencia, las apariencias de la incomprensión, la apariencia, sí, de una negación de la verdad. Pues si no la aceptamos ¡jamás podrá ser cambiado!” Y, evidentemente, aceptar para ella no significaba plegarnos de brazos sino abrazar cada uno su parte de sufrimiento y sanarla en uno mismo. No existen alternativas.

            Y la mejor forma de sanar nuestros miedos es a través de la atención sostenida y presente, o sea, poniendo conciencia sobre ellos, mirándolos cuando vienen o cuando intencionadamente los traemos para saldarlos, pero siempre con la respiración conectada, sin cortarla, no bloqueándonos ni cerrándonos al llanto ni al dolor, sino de frente y hasta el fondo, sin escapar cuando se presentan y dejando que nuestro yo superior, la Presencia de nuestro ser, nuestro propio mirar, los disuelva, hasta quedar, donde había angustia, ansiedad y malestar, la paz de nuestro interior, la pura conciencia de ser. Este es el auténtico camino de liberación. Es a esto a lo que Michael Brown le llama el Proceso de la Presencia que nos pide que “optemos por afirmarnos sobre nuestros propios pies y que no nos escondamos de nuestro dolor, ni que le pasemos la responsabilidad a otra persona…se nos está pidiendo que creamos en el poder inherente de nuestra presencia interior…se nos está pidiendo que nos abracemos a él (a nuestro malestar y a nuestro dolor) con toda nuestra atención y con nuestra intención más compasiva, que mantengamos conectada nuestra respiración, y miremos en profundidad ese dolor”

            Este es el Camino de los hombres y mujeres que aspiran a ser, de verdad, libres, guerreros de la luz y el amor en un mundo que duerme aún en la inconsciencia.

LA VUELTA A NUESTRA VERDADERA CASA



  


            Impresiona pensar que, de verdad, estamos viviendo un tiempo transitorio y circunstancial aquí en el planeta Tierra, y nos toca en lo más hondo de nuestro corazón, de modo que algo se mueve en una especie de alegría indescriptible y difusa, de origen muy hondo, el reconocer que existe un “mundo” –llamémosle así- que nos aguarda tras esta etapa de existencia. Saber que ese mundo es realmente el nuestro, más que este en el que domina la ignorancia sobre nuestro verdadero ser, y que allí existen otros seres a los que estamos unidos por lazos evolutivos y nivel de vibración, con complicidades de conciencia y de crecimiento espiritual, con los que formamos una auténtica familia de luz, expande nuestro corazón y nos llena de inmenso gozo. Nuestra intuición nos dice que esto es muy posible, y más que esto, verdadero.

            Estamos aquí de paso, para experimentar determinadas cosas que cada uno según sus necesidades y demandas se ha puesto como objetivo. Cada persona a la que vemos por la calle, de cualquier condición, no importa lo que haga ni donde esté, nuestros familiares, pareja, todos, estamos aquí realizando una tarea, con tales y cuales personas, que son, no lo olvidemos, nuestros colaboradores y cómplices, así como nosotros de ellos, y en circunstancias muy precisas, y todo porque así lo hemos elegido desde allá, desde nuestro verdadero hogar. Esta historia es más nuestra de lo que acostumbramos a pensar y creer. No somos sus víctimas sino sus creadores. Cada uno ha decidido crecer en un aspecto, desarrollar un tipo de saber, avanzar en tal o cual sentido, y para esto nos venimos a esta Escuela, en este planeta, la Tierra, una auténtica universidad para nosotros; y ello, a pesar de que luego vayamos por la calle y nos miremos los unos a los otros como a extraños y ajenos al auténtico trabajo que silenciosamente estamos llevando a cabo, con esta familia, en esta relación, con nuestros padres, en tal o cual entramado laboral, pobres o ricos, saludables o enfermos, en circunstancias muy extremas de dolor o con vidas más fáciles. Olvidar esto, o sea, no caer en la cuenta de por qué vivimos lo que vivimos, es uno de las peores amnesias que nos encadenan al sufrimiento, la otra es ignorar cual es nuestro verdadero ser.

            Pero si empezamos a recordar de donde hemos venido y que allí contamos con una familia espiritual que nos aguarda, esperando que lleguemos con la paz propia de quien ha realizado con éxito la tarea que un día nos llevó a encarnar en nuestro mundo, entonces todo cobrará un sentido nuevo y más dichoso, comprenderemos con más claridad lo que ha supuesto y supone el paso por nuestra querida Tierra, y nos entregaremos con más amor y pasión a aquello que debemos de hacer, y que cada cual va descubriendo. Porque, es verdad, existe ese lugar que nos aguarda, nuestra verdadera Casa, y eso no es una ilusión, ni una fantasía vana, lo comprobaremos en el momento en que traspasemos el velo de la materia y de los sentidos físicos, cuando dejemos nuestro cuerpo en el momento de la transición mal llamada “muerte”. Hay miles de casos de personas que tras sus experiencias fuera del cuerpo así lo atestiguan; a mi me lo dice también mi corazón, o, si se quiere, esa conciencia que parece traspasar la fronteras de la razón y de los sentidos y que de una forma extraña parece tocar la orilla de un saber muy sutil aunque no por eso menos verdadero. Voy, vamos, hacia nuestra verdadera Casa -algunos le han llamado Cielo- después de un tiempo de experimentación, pruebas y aprendizajes; cuando llegue el momento del “fin de curso” en vez  de pena deberíamos de sentir una inmensa alegría, y en vez de montar los acostumbrados dramas tendríamos que organizar una fiesta de despedida. Es lo lógico, si de verdad se cree.

sábado, 25 de enero de 2014

LAS ADICCIONES Y EL PODER INTERIOR



            Una adicción, cualquiera de ellas: al sexo, al poder, al alcohol, a las drogas, a la necesidad de reconocimiento y valoración exterior, al consumo, etc., lo que nos indica, en el fondo, es que existe una carencia personal (aquella que se refiere a la conexión con nuestro ser interior, desde donde nace el sentimiento de valía, satisfacción, ímpetu para realizar nuestros objetivos, alegría, felicidad y verdadero saber) que nos impulsa equivocadamente a buscar compensaciones en algo externo a nosotros, y que, además, va en contra de nuestro crecimiento, felicidad real y evolución. Por esa razón, las adicciones, además de traernos sufrimiento, lo que hacen es restarnos poder, convertirnos en títeres de lo que nos somos, y dejarnos en manos de aquellas cosas que momentáneamente nos ofrecen la ilusión pasajera de sentirnos bien, aún a costa de nuestra dignidad y la marginación de los verdaderos valores de nuestro ser.

            La dirección real de nuestra vida apunta a conseguir, cada vez más, libertad, independencia, autonomía, creatividad, gozo de ser y poder interior. Cualquier cosa a la que nos liguemos que no nos lleve hacia eso, la podemos considerar como una forma de adicción. Reconocer nuestras adicciones es el primer paso que tenemos que dar para liberarnos de ellas, detectar los vacíos y temores que nos llevaron a buscarlas es el segundo, y tener el empeño decidido y firme de recuperar el mando y el poder que sólo puede venir de dentro de nosotros mismos es la tercera condición. Sin estas cosas es imposible que maduremos y crezcamos, seremos siempre esclavos del exterior.

            El importante autor Gary Zucav, en su afamado libro “El lugar del alma” nos da su particular visión para eliminar una adicción: “Sé consciente de las consecuencias de las decisiones que tomas y elige de acuerdo con ello. Cuando sientas en tu propia carne la atracción adictiva del sexo, el alcohol, las drogas o de cualquier otra cosa, recuerda estas palabras: te encuentras situado entre los mundos dominados por el yo inferior y el yo pleno, total. Tu yo inferior es tentador y poderoso porque no es responsable, ni está lleno de amor, ni es disciplinado, y por ello llama tu atención. La otra parte de ti es total, más responsable, más reflexiva y más capacitada, pero exige de ti que sigas el camino del espíritu iluminado, es decir, que tengas una vida consciente. Una vida consciente. La otra posibilidad es el permiso inconsciente a actuar sin consciencia. Y esto es muy tentador.

            Ciertamente, tener una vida consciente va a ser lo que nos posibilitará de verdad que nos libremos de cualquier clase de adicción y, por lo tanto, de esclavitud física y psicológica. La conciencia de nuestro propio ser, es decir, de nuestra presencia, es lo que nos lleva de continuo a permanecer en el camino de nuestra evolución y de nuestro despertar, ya que en ella se halla la única raíz y, por lo tanto, la fuente de la cual se nutre nuestra felicidad. Vivir cada vez más en el momento presente es la clave para que esto ocurra, lo único que hará que el poder, la fuerza, la inteligencia, el amor y la luz que son los que hacen que no nos desviemos del Camino de nuestro ser, y que surgen de nuestro corazón, se impongan frente a cualquier otra cosa ilusoria, fútil, vana y, por lo tanto, perjudicial a la que tendríamos la tentación de atarnos.

            Practicar todos los días, sin descanso, la meditación, el centramiento, y la respiración conectada, son instrumentos que nos llevarán a que estos objetivos se consigan. La consecuencia será que viviremos con la atención despierta, eligiendo intencionadamente, con la conciencia presente y la felicidad vibrando en nuestros poros.

viernes, 24 de enero de 2014

VIAJES ASTRALES



                   

            Son muchísima las personas que se han podido ver, conscientes, fuera de sus cuerpos, gente normal que involuntariamente, la mayoría, o de manera intencionada, bastantes, han salido de sus cuerpos, y una vez así, no todos por igual, han podido realizar lo que se llama un viaje astral, porque astral se le llama a ese otro cuerpo muy sutil que está en la base del físico, su doble, y que se conserva en el momento de la mal llamada “muerte”. Con la conciencia en el astral y mientras su cuerpo físico permanecía dormido, en la cama, las personas que han tenido esta experiencia han podido visitar a otras personas, ver cosas que desconocían y saber, en definitiva, que no son sus envolturas físicas. A continuación, transcribo uno de estos viajes tal y como lo narra Lobsang Rampa, que coincide, en esencia, con lo que otros muchos nos han contado:

            “El cuerpo, acostado en la cama, consciente, plenamente distendido. Gradualmente llega la débil sensación de un crujido, una sensación como de algo que muda, cambia; poco a poco se produce una separación. Sobre el cuerpo que se halla postrado se condensa una nube formada, al cabo, de una resplandeciente cuerda de plata (el cordón que une ambos cuerpos). La nube, al comienzo, semeja una gran mancha de tinta flotando en el aire. Lentamente adopta la forma de un cuerpo humano que se eleva unos palmos sobre nuestros pies, flota y se mece en el aire. Después de unos segundos, el cuerpo astral se eleva más y sus pies se inclinan hacia el suelo. Despacio el conjunto se balancea hasta que se pone de pié al extremo de la cama, mirando al cuerpo físico, que acaba de dejar y al cual está aún unido…

            …La figura del astral mira a su alrededor y luego a su cuerpo físico que se halla cómodamente acostado en la cama. Sus ojos están cerrados, la respiración es tranquila y ligera…Satisfecho, el cuerpo astral se compone silenciosamente y  poco a poco se eleva por los aires, pasando por el techo de la habitación y por el tejado de la casa, hasta que se ve dentro del aire de la noche…se eleva hasta que se ve a un número considerable de metros por encima de los tejados de las casas…

            La forma astral…va flotando sobre las casas, mirando en rededor,  decidiendo a donde ir. Por último elige visitar un país muy lejano. Al instante mismo de su decisión se proyecta a una velocidad fantástica, girando casi con la celeridad del pensamiento a través de tierras y mares….Suavemente, este (el cuerpo astral) se deja caer en aquella comarca y se mezcla, invisible, inaudible, entre aquella gente que está dentro de sus respectivos cuerpos físicos. En un momento dado, el viajero experimenta un tirón, una sacudida de la cuerda de plata…, el cuerpo físico abandonado ha sentido el comienzo del día y reclama su astral…La forma astral…enseguida, veloz, cruza los cielos, como un rayo a través de tierras y mares hasta llegar al techo de su domicilio…y emerge…sobre la figura durmiente de su cuerpo físico. Ligera y lentamente se sitúa dentro de él.”

            Para algunos estos relatos son producto de la mente. Pero la abundancia, coherencia y comprobaciones que de ellos se ha hecho los hace más que verosímiles; para quienes los han experimentado son incontestables y ciertos. Yo así lo creo, y la ciencia poco a poco los reconocerá. Se constata que la conciencia es independiente del cuerpo físico, o sea, del cerebro. Sobre todo esto hay un buen libro, de Margarita Espuña: “Hilos de plata”, de la editorial Luciérnaga; lo aconsejo.

jueves, 23 de enero de 2014

EVIDENCIAS DEL MÁS ALLÁ



    EVIDENCIAS DEL MÁS ALLÁ

            Se trata de la pregunta más fundamental que nos podamos plantear, la de si pervivimos o no después de este tramo de existencia a la que hemos llamado nuestra vida, porque de no ser así cualquier otra clase de planteamiento, allá en el fondo, carecería de verdadero interés, al menos para mí. Pero, por fortuna, todo indica que la muerte no existe: una conciencia muy profunda de inmortalidad en nuestro interior, es decir, en el de muchas personas que han ahondado en su corazón, así como cientos de miles de casos de individuos que han podido constatar que viven independientemente de su cuerpo tras una experiencia cercana a la muerte y que, luego, han sido perfectamente estudiados, así nos lo atestiguan. De tal modo, que para mi la cuestión de la inmortalidad del alma es ya  una evidencia. El doctor Jefrey Long que actualmente es el que preside la “Fundación para la Investigación de la Experiencia Próxima” a la muerte no duda, después de descartar todas las posibles explicaciones fisiológicas o psicológicas, en decirnos que las experiencias cercanas a la muerte son completamente reales, y llega a la conclusión, además, de que hoy contamos con las pruebas más concluyentes que se han recopilado jamás sobre la vida después de la vida.

            El camino que le llevaría después a sus investigaciones se inició en al año 1984 cuando le escuchó a la esposa de un amigo suyo la experiencia cercana a la muerte que había tenido y que relata en su libro “Evidencias del más allá” (Edit. Edaf). Cuenta ella que a raíz de una reacción alérgica aguda a una medicación sufrió un paro cardíaco y que (hago ahora un extracto de su declaración):

 “…inmediatamente después de dejarme de latir el corazón me encontré a la altura del techo. Veía la máquina de EEG a la que estaba conectada yo. Mostraba un EEG plano…Se afanaban por hacerme volver a la vida. Por debajo de mi casi reinaba el pánico. A diferencia de la confusión que había…yo tenía una sensación profunda de paz. Estaba completamente libre de todo dolor. Mi consciencia salió flotando de la sala de operaciones y se trasladó a un puesto de enfermeras…de la planta donde había estado yo antes de la operación…, veía a las enfermeras que se ocupaban de sus tareas habituales.

            Cuando llevaba un rato observando a las enfermeras se abrió un túnel. Me sentí arrastrada hacia el túnel…pasé por el túnel y fui consciente de que había una luz fuerte al final…Sentía paz. Cuando hube atravesado el túnel, me encontré en una región de luz hermosa y mística. Tenía ante mí a varios de mis parientes queridos que ya habían muerto. Fue un encuentro gozoso, y nos abrazamos.

            Me encontré acompañada por un ser místico, de amor y compasión abrumadoras. Me preguntó: “¿Quieres volver?”…Después de haberlo debatido un poco más, comprendí que era yo quien tenía que decidir si quería volver a mi cuerpo físico. La decisión fue muy difícil.  Yo estaba en un plano de amor abrumador. Sabía que en aquel plano, estaba verdaderamente en mi hogar. Por fin, regresé a mi cuerpo”

            A lo largo de este libro encontraremos más casos como este, y no por casualidad sino porque tienen fuerza suficiente para ayudarnos a desvelar, como iremos viendo, que todo en la vida, sin excepción, tiene sentido, y que se va desplegando poco a poco.