pero lo olvidamos con mucha facilidad
cada vez que erigimos a los demás
como a nuestros carceleros.
Estamos atados, pero por nuestros pensamientos.
La carcel está, sí, pero en nuestras cabezas,
y sus barrotes son nuestras creencias erróneas.
Cada uno de nosotros decidimos
si estar dentro o fuera de la carcel,
de nosotros depende,no del exterior ni de nadie.
Lo que de verdad somos no puede ser jamás encerrado.
Nuestro ser traspasa todos los muros
y no hay valla de contención alguna que lo limite.
Cuando aprendemos a ir y vivir desde allí
sólo entonces empezamos a saber lo que significa
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