martes, 15 de mayo de 2012

Es muy revelador y curioso que quienes han pasado por una experiencia cercana a la muerte y han observado desde fuera su cuerpo muerto, lo han visto con la mayor de las indiferencias y desapegos, como algo algo que no iba con ellos, porque quienes de verdad sentían que eran es un foco de consciencia, de armonía y de vida, nada que tuviera que ver con la muerte.

La vejez, la enfermedad y la muerte son la peor de las contrariedades a las que se ha de enfrentar y dar respuesta un mundo que ha hecho del cuerpo y su imagen, de la materia y el aferramiento a esta vida su obsesión, su centro y su sentido. Esa contrariedad sólo se supera una vez que nos abrimos a la belleza y realidad del Espíritu como fuerza, inteligencia, verdadera vida y sostén de todo cuanto existe.

Aquello en lo que fijamos más la atención se hace real para nosotros; así ha pasado con el cuerpo, las emociones y los pensamientos, también con toda la realidad física. Si a partir de ahora focalizas la atención en tu alma y ser superior, será esto lo que se haga evidente en tu consciencia; es más llegarás a saber que eso es lo que de verdad eres, y más todavía...

En el fondo de ti mismo, más allá de las sensaciones, de las emociones y de los pensamientos, se encuentra la puerta de entrada a tu alma, que es la base de tu ser; si entras en ella a través de la intuición y el amor encontrarás un portal todavía más grande y superior; si lo penetras tendrás acceso al corazón de la Realidad Suprema que es Ser de Dios, entonces te habrás encontrado, definitivamente, a ti mismo en Él, y en tí a los demás.

lunes, 7 de mayo de 2012

En tu ser la paz y la felicidad que buscas. Decir "Ser" o "Dios en tí" es lo mismo. Allí nos encontramos, también todo cuanto desde siempre habíamos estado buscando.

DE NOSOTROS DEPENDE SENTIRNOS LIBRES

Somos libres y siempre lo hemos sido,
pero lo olvidamos con mucha facilidad
cada vez que erigimos a los demás
como a nuestros carceleros.

Estamos atados, pero por nuestros pensamientos.
La carcel está, sí, pero en nuestras cabezas,
y sus barrotes son nuestras creencias erróneas.
Cada uno de nosotros decidimos
si estar dentro o fuera de la carcel,
de nosotros depende,no del exterior ni de nadie.
              
Lo que de verdad somos no puede ser jamás encerrado.
Nuestro ser traspasa todos los muros
y no hay valla de contención alguna que lo limite.
Cuando aprendemos a ir y vivir desde allí
sólo entonces empezamos a saber lo que significa
la palabra Libertad.

TU CRISIS LA FABRICAS Y ALIMENTAS TÚ

Nos perdemos en las crisis, en cada una de nuestras crisis,
y por eso pasamos a estar en crisis.
Las crisis como tales no existen;
las crisis existen en cada uno o no existen,
por eso es verdad y podemos decir
que somos cada uno los que las fabricamos
y los que las alentamos en nosotros.

Ahí "fuera" pasan cosas, pero el modo de vivirlas nos pertenece.
Si te crees que porque hay crisis tú tienes crisis estás perdido.
Independientemente de lo que pase
quien decide estar y vivir en crisis o no, eres tú,
y tú, lo que de verdad eres tú, jamás entra en crisis.

LA VIDA QUE YO SOY ES MUY TEATRERA

¿Quieres saber quién soy yo?, pues como tú,
un impulso de la vida consciente que viene de muy lejos
y de muy cerca al mismo tiempo. Tu vida y la mía son muy parecidas,
ambas nacen de la misma Fuente, sólo que a través de dos "caños" distintos.
Si dejo de mirarme como caño me encuentro en ti
y entonces te veo como una dimensión de mi mismo, o al revés.

En mi existencia han ocurrido y ocurrirán cosas, hoy mismo, mañana...
En cualquier caso y pasara lo que pasase, allí he estado siempre, presente,
viendo lo que se daba, agradable o desagradable, feo o hermoso,..
La Vida, es decir, el Ser que Yo Soy hace cosas, de muchas formas y maneras
se mueve, crea, ríe, llora, hace como que se deprime, se enfada,
porque la Vida que Yo Soy es así de teatrera y de divertida,
cómica, dramática, tragicómica.., o sea, igual igual que la Vida que tú también eres.

domingo, 6 de mayo de 2012

TU ORIGEN Y HACIA DONDE VAS

Si quieres saber cual es tu origen y hacia donde vas,
fíjate en el arbol y en la semilla
en los miles o muchos más árboles y semillas que les precedieron;
la cáscara de unas y las ramas y el tronco de los otros se pudrieron,
pero lo que les hacía ser continuó existiendo, más allá de cada tiempo,
sin que la enfermedad, la vejez o la muerte les afectase en nada.

Vienes de la Vida, de la Vida que Eres y así siempre,
y vas hacia la misma Vida, y también así siempre,
y todo lo demás son, pue eso: los big-bang, los átomos, las partículas,
las nebulosas, los universos, los planetas, tu casa, tu perro,
tu bicicleta, tu cepillo de dientes, tus historias y tus cosas.

ERES EL VIVIR DE LA VIDA EN TI COMO TÚ

ABRE YA LOS OJOS y bájate del carro de todos tus pensamientos,
deja de contarte cuentos, ¿no ves que sólo la Vida existe?
¿no ves que todo es vida expresándose, siempre?
¿y no ves que esa vida es lo más tú de ti mismo?.
Eres EL VIVIR DE LA VIDA EN TI, y eso es aquello a lo que yo llamo LO DIVINO.
Eres, pues el vivir de Lo Divino en Ti como Tú.
Y eso es tu ser y todo lo demás lo que tu ser contempla o expresa.

PARA SABER QUIEN ERES

CONCIENCIA, ALMA
Suelta ya la vieja farsa de creer ser aquello que no eres.
Ni el viejo, ni el enfermo, ni el rico, ni el pobre eres,
tampoco la prostituta, ni la buena y santa monja,
ni el ladrón, ni el banquero, ni el político, ni el cura,
ni el listo, ni el ignorante...no, nada de todo eso eres.
Para saber quien eres fíjate no en lo que de ti ves
sino en tu ver mismo, o mejor, en el ver de tu ver.
Eres el cuenco en donde se vierten todas tus historias,
el regazo que a todas las acoge,
Eres eso que siempre está presente, por ser PURA VIDA-CONSCIENCIA
cuando todo lo demás, tu cuerpo o cualquier cirunstancia
pasa, caduca o muere.

LA MUERTE NO EXISTE, pertenece a una época en la que creíamos ser un montón de materia inerte en vez de la consciencia-vida que en ella se manifestaba. La antigua visión ya caduca se empieza a soltar. Somos seres de luz, espíritus, almas que nos servimnos de cuerpos materiales. Sólo la Vida es real.

EN EL CORAZÓN DEL SER todas las contradicciones se integran, desde allí hasta lo más tenebroso y horrible se ve como lo único que es: un juego de nuestra mente. Despierta a la realidad de tu ser y todo en tu vida se habrá resuelto.

EL ATEISMO es la expresión nada inteligente, radical y extrema del individualismo y el orgullo del pequeño "yo". Algo a superar por la propia evolución.

La alegría de vivir y el puro gozo de ser. La vida como una danza bajo el infinito azul del cielo.

EL PLAN EVOLUTIVO DE NUESTRA ALMA Y EL PROPÓSITO Y TAREA DE NUESTRA EXISTENCIA.




 

"Constituye un puro gozo entregarse hasta el fin a algo en lo que
se cree"

(Teilhard de Chardin )


 

1
.- El Plan evolutivo del alma y El crecimiento humano en evolución.


El universo no nace como resultado del azar, ni la humanidad surge por pura casualidad, ni cada ser humano es un agregado de células o un complejo compuesto bioquímico consecuencia de la exclusiva combinación fortuita de un espermatozoide y un óvulo, ni nada de cuanto existe está excluido de un orden, una armonía, un significado, una orientación y un sentido. Así lo vimos, escribimos y razonamos en el capítulo que dedicamos a rastrear el origen y sentido de la humanidad enmarcado dentro del origen y sentido general del universo.


Partimos aquí y ahora del hecho de que la Consciencia como Inteligencia, Amor y Energía es el ingrediente esencial a partir del cual se proyecta, crea, construye y ordena el complejo entramado con que está tejida la realidad toda. Sólo hay que entrar en ella y observarla en profundidad para darnos cuenta de que esto es así y de que nosotros no somos, pues, "champiñoncitos" nacidos sin más razón que la humedad de un encuentro. No somos cosas, más bien somos un "aliento" vivo e intencionado de vida consciente e individualizada, seres espirituales en acción También esto lo indagamos cuando en otro de estos escritos nos planteábamos el interrogante sobre quiénes éramos en realidad nosotros, quién era nuestro verdadero yo.


Ahora queremos indagar en un nuevo hecho que la intuición nos acerca y muestra, y es que tenemos la íntima certeza de que venimos y encarnamos con un bagaje muy extenso que tiene la profundidad de muchísimas vidas y la semilla del infinito, un "patrimonio" espiritual que nunca se pierde y que, si acaso, se acrecienta con la experiencia y el saber que cada nuevo nacimiento nos aporta. Este hecho es el que nos lleva a creer que existe un Plan Evolutivo para cada alma, algo que vamos a tratar de analizar y comprender a continuación.


En primer lugar, ¿Por qué evolución en o para el alma humana? La respuesta más real y certera que tal vez se pueda dar a esto surge de una obviedad con la que hay que contar y que nos dice que las cosas son y suceden así. Es decir, que cuando miramos con verdadero interés en los repliegues del alma constatamos que, en su carácter intrínseco, contiene los componentes de crecimiento, despliegue, instinto hacia la perfección y ansia de totalidad. Lo cual, traducido en un término que aglutine todos esos elementos, vemos que encaja perfectamente con el significado de la palabra evolución. Sería algo así como decir y afirmar que en el "ADN" del alma se halla su ser en evolución.


El alma, pues, evoluciona; digamos incluso que ha sido creada para eso mismo, y que en su naturaleza evolutiva estriba su mejor función, lo cual sucede a través de las siguientes tendencias e impulsos que se concretan como 1) Despliegue de su potencial esencial, lo que nos habla de una exteriorización de sus cualidades esenciales que como ya vimos pivotaban alrededor de la trilogía amor-felicidad-gozo-bienaventuranza, energía-potencia-fuerza e inteligencia-discernimiento-claridad; 2) Instinto de y hacia la Perfección, lo que señala el impulso latente pero que está detrás de todo tipo de acción hacia los logros que mejor expresen el potencial insondable que intuimos que tenemos y somos; 3) Nuestra ansia de Felicidad, como dando a entender la existencia en nosotros de un estado de bienaventuranza, amor y gozo alcanzables que se quiere conseguir y actualizar; 4) Aspiración hacia la totalidad y la trascendencia, que nos impulsa a ir más allá de los límites de la personalidad mente-cuerpo y ego abriéndonos poco a poco a nuevas dimensiones de nosotros mismos de carácter superior y supramental; 5) Necesidad de Conocimiento por la que la búsqueda de discernimiento, comprensión, saber sobre la naturaleza de la Realidad, el sentido de nuestra existencia y el autoconocimiento pasan a formar parte esencial de nuestro camino de realización y 6) Creatividad en movimiento, como fruto de nuestras capacidades interiores de amar, sentir, discernir, poder y ser, a través de la belleza, con la inteligencia y con la energía de poder, por puro deleite de ser, que se traduce en capacidades para inventar, transformar, crear realidades, además de proyectarnos y vivir en mundos y universos cada vez más luminosos, autoconscientes y divinos.


Todo esto lo vamos viviendo, experimentando, alcanzando y realizando a través de estadios, por fases y niveles que se van completando y trascendiendo, cómo no, evolutivamente. Estas fases han sido estudiadas y analizadas por muchos autores psicólogos, psiquiatras, sociólogos y personas interesadas en el desarrollo del ser humano y afectan a aspectos como la evolución física, sexual, emocional, intelectual, moral, social y espiritual principalmente.


Reconocer la importancia de la visión evolutiva de nuestro desarrollo humano es algo decisivo, ya que implica asumir y aceptar que el camino de la realización es un camino lógico, coherente, ascendente y de transformación, un camino en el que cada fase de nuestro desarrollo, no importa en el nivel que sea tiene una importancia y una función decisiva que hay que desarrollar, completar, integrar y finalmente trascender, ya que de lo contrario nuestro crecimiento estará viciado de base, por ser incompleto, y, como consecuencia, sujeto a multitud de errores y equivocaciones sobre los que más pronto o más tarde habrá que volver para retomarlos y conciliarnos con ellos. El verdadero crecimiento es integral, de todo nuestro ser, individual y colectivo, físico y espiritual, hacia dentro y hacia fuera, horizontal y superior, abarcando, en fin, toda la realidad en la que nos hallamos inmersos y de la que formamos parte esencial e inseparable. Cualquier rechazo o menosprecio hacia una parte o hacia una cara esencial de esa realidad lo que significa y en lo que se traduce es en un rechazo hacia nosotros mismos.


No pretendemos aquí, en este análisis por lo menos, entrar a especificar cada una de las divisiones en que se puede apreciar externamente y con bastante objetividad ese carácter evolutivo que tiene nuestro crecimiento como almas. Si acaso, nos limitaremos a señalar algunas, entre las muchas que hay, muy importantes y características para que nos hagamos una idea aproximada de lo que queremos decir.


Por ejemplo, si se hace la división en función de la evolución como egos podemos distinguir tres estadios, que son: Pre-ego, Ego y Trans-ego; esta misma división se puede establecer como pre-personal, personal y transpersonal. En función de la evolución de la sexualidad tendríamos las clasicas etapas psicosexuales freudianas: oral, anal, fálica, latencia, pubertad y adolescencia, y genitalidad madura.


Si nos fijamos en el desarrollo de la inteligencia en los niños podemos tomar el referente imprescindible de la división que hace Piaget entre las etapas: sensorio motora, preoperativa, de las operaciones concretas y de las operaciones formales; Contamos también con las etapas del desarrollo moral de Kohlberg que divide en: preconvencional, convencional y postconvencional o de principios; o las ocho etapas del desarrollo psicosocial de Erikson. Es importante igualmente hacer mención a los cinco o seis estadios fundamentales de la evolución tecnológica y económica que recoge de entre muchos autores K. Wilber y que se dividen en Recolectores, Hortícola, Agraria, Industrial y, finalmente, de la Información (informática).


Y así podríamos mencionar otras muchas divisiones que lo que hacen es mostrarnos que vivir y existir es crecer, desarrollarse y evolucionar escalonadamente, asentándonos sobre los pasos dados y los logros alcanzados, que todo sigue un orden y que la arbitrariedad no existe porque todo se mueve de manera inteligente y con sentido.


Pero con todo lo dicho, sí que queremos, de manera especial, porque atañe de manera directa y fundamental al tema que estamos analizando sobre el trabajo en evolución que nuestra alma ha de realizar, no dejar de mencionar y resaltar la división también evolutiva que hace Ken Wilber referente a los distintos estadios del desarrollo de la Consciencia los cuales muestran y explican cómo y con que orden lógico van emergiendo y desarrollándose en cada ser humano nuevas capacidades cognitivas que son las que hacen que tengamos en cada uno de dichos estadios diferentes visiones del mundo, las cuales él clasifica con los nombre de arcaica, mágica, mítica, racional y existencial, además de las etapas que se refieren a los estadios superiores –o más profundos- de la Conciencia y que se corresponden con los niveles psíquico, sutil, causal y no dual. (Ver el libro de Ken Wilber "Breve historia de todas las cosas" pgs.89, 193 y stes.). Interesantísimo esquema este para comprender y situar el punto fundamental de nuestro desarrollo que una vez comprendido clarifica el por qué de muchas de las actitudes, creencias y patrones con los que nos manejamos en casi todos los campos de nuestra vida y que, evidentemente, además, nos muestra el estado de nuestra evolución tanto a nivel individual como colectivo.


Creo que con estos datos ya nos hemos podido hacer una idea bastante aproximada de lo que queremos decir, o sea, que nuestra alma sigue un Plan Evolutivo a través de una lógica coherente de evolución y desarrollo en todos los campos de su existencia. Este plan se materializa siguiendo un proceso muy largo al que ya nos hemos referido al hablar en el capítulo anterior sobre las características esenciales del alma, el cual empieza en el mismo instante en que nacemos a la existencia como "puntos" de la voluntad y el pensamiento del Ser de Dios.


Pues eso somos, emanaciones de La Divinidad, formas particulares del ser de Ella, "chispas", "ojos", "ventanas" del Ser Uno, aunque también, no lo olvidemos, su mismo mirar; y todo esto siguiendo una "particular historia" o aventura, la aventura de cada alma, que arranca como ocurre con una semilla, desde el aparente no ser dormido en la materia hasta su culmen como Espíritu en el que el fruto se hace del todo evidente y la inmensa riqueza de un árbol frondoso lo da todo, infinitamente: sombra, alimento, cobijo, leña, madera para construir casas,…la creatividad en fin más perfecta. Porque vamos desde la pura ignorancia y la pura potencialidad de lo que somos hasta el resurgir como Conciencia Despierta en la Totalidad y la Plenitud de Ser, Existir y Crear.


Hemos dicho ya que nuestra evolución y crecimiento es total, integral, coherente y completa. Por eso, pretender aferrarse al mundo de la trascendencia a partir de la negación o el rechazo de la materia, del cuerpo, sus necesidades y evolución o incluso despreciar hasta el mismo ego sin haber asimilado su propia lógica y desarrollo, lo único que supone es un grave error sobre el que tendremos que volver más pronto o más tarde para subsanarlo, retomando hasta completarlos, y amarlos incluso, cada uno de los pasos ignorados, no trabajados o despreciados. De lo contrario, de no hacer esto, lo que tendremos es una personalidad inmadura, triste, resentida, si no desequilibrada e insatisfecha que influirá en el modo de vivir la espiritualidad o que evitará que cualquier logro que en ella hayamos alcanzado se estabilice.


Y es que una espiritualidad asentada en una personalidad inmadura intelectual, afectiva o energéticamente, es decir sin fuerza ni brío o decisión suficiente para la acción, será una espiritualidad que estará viciada o distorsionada muchas veces por las propias carencias. Una mente lúcida, una sexualidad perfectamente integrada, un autoconocimiento claro, un psiquismo bien estructurado y sano, una vida plena y satisfactoria, una capacidad manifiesta para solucionar problemas propios y de los demás, una creatividad efectiva, una autoestima saludable, una independencia emocional y afectiva, así como la capacidad de gozo, entre otras cosas, están en la base para que se pueda vivir una vida en el Espíritu realmente equilibrada y duradera.


Esto es a nuestro entender lo que el sabio, filósofo y místico Aurobindo quería expresar cuando decía que "La evolución espiritual obedece a la lógica del desarrollo sucesivo; sólo puede tener lugar un nuevo paso decisivo cuando los anteriores han sido debidamente conquistados. Y aún en el caso de que ciertos estadios menores puedan ser obviados por un ascenso brusco y rápido, la conciencia deberá volver atrás para asegurarse de que el sustrato omitido termina integrándose en la nueva condición; una mayor velocidad (de desarrollo, algo ciertamente posible) no elimina la existencia de los pasos mismos ni la necesidad de su superación sucesiva".


 

2.- La Reencarnación (Renacimiento) y el Plan evolutivo de nuestra alma.


Si no se sabe ver, nos quedamos con la impresión y la idea de que cada vida que nace parte de cero a la hora de comenzar su existencia, "tamquan tábula rasa", como una tabla limpia, virgen, desnuda, sin nada encima. Esto es lo que por lo general cree la gente, contando eso sí, luego, con los condicionantes, más bien determinantes, de la genética, los socioambientales y de la educación posterior. En este sentido, y por lo general, todo aquello de lo que se va a disponer para realizar la travesía del vivir como son nuestro sexo, los padres que tenemos, el ambiente que nos acoge, la sociedad en la que creceremos, etc.., serían tenidos como meros accidentes y circunstancias ajenas totalmente a nuestra voluntad, sucesos fortuitos, de manera que se podría considerar que bajo esta óptica, por lo menos la existencia inicial de cada ser, vendría a ser algo así como una mera fatalidad, es decir, el resultado de una especie de ruleta o lotería que serían las que determinarían arbitrariamente nuestra suerte. Entonces, ser rico o pobre, enfermo o sano, hombre o mujer, de esta o aquella raza, en tal o cual cultura, en ese o el otro país, con buena o mala fortuna, etc., no serían sino el bagaje caprichoso con que el destino nos ha marcado a cada cual.


Esa visión de cómo ocurrirían las cosas me parece que es tremendamente injusta, además de que todo lo resuelve dejándolo en manos de la casualidad. No creemos aquí que exista una "injusticia cósmica" por la cual las cosas sucedan así. Ni la injusticia ni la casualidad encajan para nada en lo que es la dinámica de la realidad en la que, como ya hemos visto y analizado en estos escritos, nada se corresponde con el capricho ciego del destino; todo lo contrario, ya que el Amor, la Inteligencia y la Energía como Uno son los impulsores de todo.


Nosotros hemos visto que todo sigue una lógica interna y que todo responde a un sentido, y más aún todavía, si es que nos tomamos la inapropiada licencia de hablar así, cuando se trata del ser humano, pues en él mismo, o sea, en nosotros, hallamos impresa la huella de la coherencia evolutiva y del desarrollo ordenado hacia un fin superior que al mismo tiempo nos impulsa y atrae. Tratar de descubrir esto en todo es lo que nos importa y levantar el posible velo que oculta nuestra realidad y su por qué nos parece fundamental.


No creemos, pues, en aquella visión fatal de la vida que hemos señalado antes, todo lo contrario, ya que nuestra creencia parte del sentir, para nada desdeñable, de que dicha visión no es real. En cambio, la explicación que mejor desdice esa forma ciega de percibirnos es la comprensión de nuestra alma como un ser en evolución tal y como la hemos percibido y tratado de razonar.


El hecho es que observamos que la existencia se nos muestra dentro de un despliegue ordenado, escalonado, armonioso y con sentido, esta es a nuestro entender la verdad. Ahora bien, esta dinámica evolutiva que apunta hacia la vivencia y expresión de la Totalidad del Ser es imposible que se pueda culminar en una sola existencia, una existencia, precisémoslo, por lo menos tal y como ahora la concebimos; al contrario, requiere de muchas, tal vez miles o quizás infinitas existencias, para que esto se pueda o se vaya realizando, entre otras cosas porque ese Ser, Dios en el alma, como su semilla original es la infinitud misma en cuanto a posibilidades creativas.


Como consecuencia, esto nos lleva a tener que recurrir a un medio que se hace necesario como instrumento útil para que vida tras vida el alma, nuestra alma, vaya realizando o completando lo que no pudo hacer en la anterior, además de que nos ayuda a comprender aquella aparentemente "injusta" forma de proceder del cosmos con nosotros. Este instrumento no es otro que el de la Reencarnación o Renacimiento.


Se trata de un instrumento que además de encajar perfectamente con la lógica del desarrollo y de la evolución que hemos planteado nos otorga un protagonismo real a cada cual. Es, ni más ni menos que la vía indispensable e ideal para que nuestras vidas, o sea nuestras almas, apoyadas en cuerpos tan frágiles y de corta duración como los que tenemos, abocados aún a la necesaria muerte por deterioro, accidente o enfermedad, puedan retomar su Proyecto y realizar su Plan, a veces por caminos incomprensible para la lógica del ego ligada a la materia y a los sentidos físicos que no tiene más motivación que la del propio apuntalamiento en fama, poder, y aferramiento a la única existencia en la que se cree y con las posibilidades inmediatas que ofrece.


Así es la lógica y el sentido de la Reencarnación tal y como nos la presenta Aurobindo: "si hay una evolución de la consciencia en un cuerpo en evolución y un alma que habita en el cuerpo, un individuo real y consciente, entonces es evidente que es la experiencia progresiva de esa alma en la Naturaleza lo que adopta la forma de esta evolución de consciencia; el renacimiento es, evidentemente, una parte necesaria, el único mecanismo posible para una evolución así. Es tan necesario como el propio nacimiento; pues sin él, el nacimiento sería un paso inicial que no tendría continuación, la salida de un viaje sin etapas posteriores y sin llegada. Es el renacimiento lo que da al nacimiento de un ser incompleto en un cuerpo la promesa de su consumación, y lo que le confiere su significación espiritual." ( Aurobindo, "Renacimiento y karma", edit. Plaza y Janés, pag.220)


 

3.- Pero ¿por qué tenemos que afrontar situaciones de dolor en nuestras vidas? ¿por qué el sufrimiento? La ley del karma.


Pronto nos damos cuenta de que aquí aparece un cabo suelto que la sola reencarnación no ha explicado ni, menos aún, justificado; nos estamos refiriendo al por qué de tanto sufrimiento como el que se tiene que afrontar a lo largo de nuestras vidas. ¿Por qué razón nuestras almas nos colocan en situaciones, circunstancias, hechos y experiencias que nos abocan al dolor?, ¿por qué unos más y otros menos?, ¿no es esto una locura?, ¿con qué sentido?


Para responder a estas preguntas tenemos que comprender la lógica de nuestra existencia, cuyos pilares son esencialmente tres, o sea: libertad, responsabilidad y consecuencias de nuestros actos. De no ser así el "juego" de nuestra existencia dejaría de ser una actividad lógica con reglas inteligentes de funcionamiento para convertirse en un movimiento oscuro de marionetas o zombis.


Como las cosas no suceden así, sino que constantemente estamos decidiendo y optando libremente entre infinidad de posibilidades, lo que sí que existe es una ley principal en el "juego" de nuestro vivir según la cual los que participan en él se atienen a la consecuencia de sus actos. Se trata de la "ley de causa y efecto", llamada también "ley del karma". Por esta ley nos hallamos atados a las acciones de nuestro propio pasado individual y personal (praravda karma) como también a las de nuestro pasado colectivo por formar parte de la humanidad, es un karma acumulado en un tiempo incierto, eones quizás (sanchita karma), y de igual modo a las acciones que en esta misma vida estamos realizando o dejamos de realizar (agami karma). A veces, las consecuencias que recogemos son agradables y satisfactorias, pero en ocasiones, más de las que quisiéramos, lo que cosechamos es sufrimiento y dolor.


Y ¿qué es, nos volvemos a preguntar, lo que hace que de unos actos recojamos sufrimiento y, en cambio de otros no?, porque esto evidentemente nos interesa y mucho. ¿Existe alguna clave por la que el sufrimiento pueda ser evitado o estamos condenados para siempre a vivir encadenados a él?


El día en que descubramos que todo esto es un juego y obremos, por lo tanto, sin tomárnoslo como una cosa "personal", del mismo modo que un actor puede llegar a darse cuenta de que el papel que representa no se iguala ni sustituye a su verdadera identidad, entonces, ese día, el sufrimiento habrá acabado para nosotros. Y nuestro vivir tomará un rumbo absolutamente nuevo, aunque aún nos toque durante un tiempo experimentar las consecuencias de nuestros actos, pero ahora ya de una forma totalmente nueva, o sea, desapegada de ellos, sin identificación con los mismos, con la libertad de quien ya se sabe "actor" y no personaje, es decir, "Ser" y no "ego".


Esta es la explicación y el camino para liberarnos del sufrimiento y, por lo tanto, de las consecuencias de nuestros actos. Camino que ya han transitado y comunicado muchos seres iluminados, despiertos, verdaderos sabios, santos y místicos.


En cualquier caso, me parecen muy esclarecedoras a la vez que todo un programa de vida las palabras que acerca del dolor, el sufrimiento y las situaciones difíciles nos dice la admirada y admirable Kübler Ross, y que por su valor reproducimos: "La mayoría de la gente considera sus condiciones de vida como difíciles y sus pruebas y sus tormentos como una maldición, un castigo de Dios, algo negativo. Si pudiéramos comprender que nada de lo que nos ocurre es negativo, y subrayo: ¡absolutamente nada!...Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, así como todos los acontecimientos ante los que decimos: "Si lo hubiese sabido antes, no lo habría podido soportar", son siempre regalos hechos con un fin determinado. Ser infeliz y sufrir es como forjar el hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia" (E. Kübler-Ross, "La muerte: un amanecer". Edit. Luciérnaga, pag. 51).


 

 

 

3.- Vida egoísta o "kármica" y vida desde el ser o "dhármica".


La mente nos engaña tremendamente. A través e ella podemos ver una cosa y la contraria, podemos sugestionarnos en el sentido que queramos y hacer otro tanto con los otros, ella es moldeable y manipulable. Todos nuestros procesos mentales se hallan sujetos a los infinitos cambios beneficiosos o no a que pueden ser sometidos, no sólo por nosotros mismos sino también por los demás y desde fuera. La hipnosis y los espejismos son una realidad que existe; también las funciones del cerebro se pueden alterar y trastocar. En este sentido, el ser humano es tremendamente vulnerable y frágil porque está expuesto al control de quienes con las técnicas y los procedimientos adecuados lo quieran dominar y condicionar. Hasta el mismo ADN puede estar sujeto a manejos de ingeniería genética. Tanto la humanidad como los individuos particulares estamos expuestos a esa clase de intentos.


Ahora bien, sí que existe salida para todo esto, y la razón es que todo lo dicho solo puede incidir o afectar en nuestro cuerpo-mente, en donde, allí sí, reside el "talón de Aquiles", ese flanco en el cual se encuentra nuestra debilidad. Ahora bien, tal y como estamos exponiendo aquí, nosotros somos muchísimo más que ese mecanismo, pues somos esencialmente seres espirituales, almas que asentadas en su consciencia se sirven de unos cuerpos y de sus instrumentos mentales como medios para existir y vivir en esta dimensión material y terrestre.


Esto significa que, como almas, nos hallamos sujetos o condicionados por dos polos: el uno el de nuestro ser inmortal y libre, pura luz, energía creadora y amor, y el otro el de nuestro cuerpo mente expuesto a los deseos y tendencias del ego-personalidad sobre el que se sustentan; se trata de los dos "señores" a los que podemos servir, y que en el Nuevo Testamento se polarizan en "Dios" (es decir, nuestro ser) y el "Cesar" ( o sea, nuestro ego) a cada uno de los cuales hay que "darle" ( o lo que es lo mismo prestarle la atención u otorgarle el valor, la dedicación y entrega) que le corresponde, en su justa medida, no otra cosa distinta, ni más ni menos.


En ese caso, vivir esclavos del ego significa alimentar sus demandas y fundar en él (en la separatividad, es decir en la idea de ser un yo separado de los otros yos, un yo competidor de ellos, además de en la fama, el poder, el dinero, los placeres del cuerpo, la vida física, etc.) nuestra felicidad. Este enfoque, en virtud de que todos los apoyos y valores en los que se sustenta son cambiantes, relativos, insuficientes, caducos, abocados a la finitud y más pronto o más tarde a la muerte no sólo es erróneo, equivocado y falso sino la misma fuente que nos alimenta de sufrimiento y, por lo tanto, de karma.


Es esto lo que hemos querido decir con la expresión "vida kármica", que es, a fin de cuentas, una vida basada en el egoísmo de un yo que se cree aún separado de los demás, del universo y de su mismo ser.


La otra forma de vida es la que se identifica y está abierta a nuestro ser, la que en él busca la fuente de su felicidad y la guía para el obrar. Si en el ego nos esclavizamos y desde el ego podemos ser controlados y manipulados, en el ser y desde el ser lo que podemos experimentar es libertad, expansión, trascendencia, verdadera felicidad y auténtico poder. Esta es la razón por la cual los verdaderos místicos difícilmente han sido integrados por la sociedad, y también esta es la explicación de que los verdaderos hombres y mujeres sabios son relegados de algún modo al ostracismo, porque el mundo del ego no convive bien con los seres libres sino con aquellos que se amoldan y se dejan esclavizar por el "sistema". Y ahí radica igualmente el interés tan grande que todos los dirigentes políticos han tenido a lo largo de la historia para domeñar y domesticar a todas las religiones y creencias. Despojar y desnudar o desenmascarar a toda clase de falso dios es algo que los poderes del ego no están ni han estado nunca dispuestos a tolerar.


La vida que se basa en el ser se funda en la conciencia, no en la mente-cuerpo y sus servidumbres ya citadas. Aquí es la voz del corazón o de la intuición la que nos guía, la verdadera autoridad a la que servimos y por la que nos dejamos llevar. Nuestra mente nos puede engañar pero nuestro corazón no; nuestro cuerpo nos puede confundir, pero nuestra intuición no; los placeres nos pueden distraer, pero sólo la alegría nos puede alimentar de forma continua y estable y ella procede de nuestro ser.


Ahora como se ve estamos hablando de una nueva vida, la "vida dhármica" o desde el ser. Todos los pasos, acciones, intenciones y deseos que nos conducen hacia nuestra verdadera identidad, nuestro ser, constituyen la vida alineada que es el eje central del propósito de cada alma al nacer. De este modo es como el sufrimiento se irá alejando de nuestras vidas y la felicidad irá ocupando su lugar, independientemente de que podamos encontrarnos y vivir, como así será, situaciones y momentos de dolor; porque aquí estamos hablando de una felicidad que no se nutre de las cosas, personas, circunstancias y situaciones del exterior, sino que nace desde dentro de nosotros mismos, desde la fuente del ser, una realidad a la que nada ni nadie puede manipular, trastocar, dominar, ni siquiera matar, porque como el Bhagabad Gita dice de ella: "Arma alguna puede herirle ni fuego abrasarle ni agua humedecerle ni viento orearle. Porque es invulnerable, incombustible, impermeable e inoreable. Es perpétuo, omnidifuso, permanente, incorruptible y eterno. Invisible, inexcrutable e inmutable".




 

4.- Reconocer el propósito general y particular de nuestra existencia y seguirlo. Vivir el propósito de nuestra alma y la tarea irrenunciable de cada cual.


 

Ahora ya podemos entender que nuestra existencia transita de manera acorde con el plan general de nuestra alma, es decir, nacemos para seguir y poder culminar dicho plan que es el que impulsa el dinamismo de nuestra vida. El problema con el que nos encontramos es la ignorancia, normalmente muy grande, que tenemos sobre el mismo y, por lo tanto, la consecuencia que se deriva de que no sepamos cual es el sentido profundo y real de nuestra vida. Por esa razón, la clásica pregunta sobre el para qué de nuestro nacimiento queda sin respuesta y, nosotros, en una incómoda indefinición. Vivir se queda entonces reducido a un acontecer sin trascendencia.


¿Pero, es que es posible, nos preguntamos, discernir cual es el propósito de nuestra vida?, ¿se puede vislumbrar e incluso saber cual es ese plan que cada cual se trae al nacer?


El objetivo fundamental de toda existencia es conocer y amar a la Fuente de la que emana todo ser. Encontrar a Dios y amarlo es el fin supremo, ya que es lo único que nos puede llevar y acercar hasta nosotros mismos, a nuestra verdadera identidad y a la comprensión definitiva de la Unica Realidad. No hay ningún objetivo que pueda sustituir ni superar a este. A Dios sólo se le conoce cuando se le vive. El nacimiento de Dios en nuestro corazón así como el descenso de su Luz sobre nuestro ser son la mejor experiencia y el más grande regalo a los que podamos aspirar.


Luego, en nuestras vidas existen, además, otros objetivos particulares que cada cual tiene que seguir para ser fiel al impulso real de su propio ser y a las demandas que en esta vida nos plantea. Es verdad, que algunas veces dudamos, si es que no nos hemos alejado de verdad de nuestro camino. Para seguir y ser fieles a nuestro ser y por lo tanto tener una "vida dhármica" tal y como antes hemos planteado, existen una especie de "detectores" que cuando los hemos identificado nos van a situar pronto en la pista de lo que buscamos, ellos son como la aguja de la brújula que nos marca con insistencia nuestro norte, un norte que en cada caso nos indica que vamos por el buen camino, es decir, en la dirección de nuestra tarea y destino. Veamos, pues, ahora en que consiste este instrumento de discernimiento a nuestro alcance, concretemos sus características y funcionamiento.


Para esto, es muy importante caer en la cuenta de que, independientemente de los impulsos básicos que todos tenemos para vivir y conservar nuestra vida, para amar y ser amados, así como para adquirir conocimientos y autoafirmarnos, existen tendencias, como acciones en las personas que se presentan como una constante, a veces irrefrenable y duradera o en otras ocasiones de forma accidental y esporádica. De ellas, unas, cuando se realizan y consuman nos producen y despiertan alegría, paz interior, expansión, satisfacción y plenitud, y por lo tanto la sensación de estar realizando la tarea adecuada e irrenunciable, aunque a veces eso suponga alguna clase de sacrificio o renuncia personal; otras, en cambio, lo que nos causan es sufrimiento y dolor, desazón, insatisfacción, vacío, tristeza, y la sensación consiguiente de hallarnos en una vía alejada de nuestra verdad y autenticidad, de no estar realizando la acción correcta.


En el primer caso, nuestro obrar es acorde con nuestro ser, o se vive centrado en él, en el segundo es nuestro ego el que lo domina. Si estamos atentos a nuestra intuición y a nuestro corazón, pronto entraremos en contacto y desarrollaremos en nuestra vida esa sensibilidad especial que nos indicará de forma palpable y clara aquello que mejor se adecua con nuestro interés esencial e interno, aquel que surgiendo de nuestro ser es el que mejor indica cual ha de ser la dirección y el sentido de nuestro vivir en cada momento. Evidentemente esto sólo se consigue si se vive con la atención despierta y en el presente.


En la medida en que esto se va haciendo más y más real sentiremos en nosotros impulsos y tendencias cuyo origen se halla más allá de nuestra personalidad externa y de nuestro carácter, los iremos distinguiendo por su origen no personal y sí superior, es decir como provenientes de nuestra alma en contacto con nuestro ser esencial.


Esto es lo que Chris Griscom, pionera en la investigación de la "Conciencia Global" nos dice respecto al propósito de nuestra alma:


"Tu alma está aquí para percibir más allá de las limitaciones de tus cinco sentidos, más allá de las limitaciones del mundo inmediato que te rodea. Algo más te está afectando. Algo más te está impulsando. Todos nosotros somos seres multidimensionales. Somos brillantes almas de luz que poseemos el marco de referencia para estar fuera del cuerpo, para ser un cuerpo luminoso, para conocer todas las cosas. Tenemos de hecho dentro de nuestro mismo ser la capacidad de sanarnos a nosotros mismos…Nuestro mayor milagro es el plan que creamos para que nos lleve a lo largo de nuestras vidas. Lo creamos desde una conciencia ilimitada…El plan está en relación con el Despertar de Dios dentro de nosotros, el despertar de la capacidad de crear, de la capacidad de manifestarnos en todas dimensiones…Necesitamos comprender que cada uno de nosotros está aquí con el propósito de dar algo a esta Tierra. A nosotros mismos, a todos los que nos rodean. Debemos entrar en contacto con ese propósito, con el sentido de nuestras vidas…comprender que somos importantes, que cada uno de nosotros está haciendo algo aquí"
(Chris Griscom, "Extasis, la nueva frecuencia", edit. Luciérnaga)


 

Y Viktor E. Frankl, famoso psiquiatra superviviente de los campos de concentración nazis escribió lo siguiente sobre el sentido de la vida y de nuestro obrar:


"Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo.

Dichas tareas y, concretamente el significado de la vida, difieren de un hombre a otro, de un momento a otro, de modo que resulta completamente imposible definir el significado de la vida en términos generales. Nunca se podrá dar respuesta a las preguntas relativas al sentido de la vida con argumentos especiosos. "Vida" no significa algo vago, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único en cada caso. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino y cargar con su cruz".
(De su libro "El hombre en busca de sentido", Edit. Herder, pag. 114)


Yo sí creo como Viktor Frankl que todo tenemos una tarea específica, un trabajo muy concreto que realizar que a veces se concreta en cierta clase de actividad o en ocasiones en un conjunto de ellas. Hay personas que lo tiene muy claro desde el principio y se concreta a través de vocaciones muy definidas como la de los artistas, científicos, escritores, filósofos, religiosos, etc. La tarea que cada cual tiene que realizar en su vida puede tener y de hecho tiene varias vertientes, una tiene que ver con los aspectos de tipo básicamente individual que uno ha de mejorar, superar y comprender en sí mismo como sujeto de evolución, transformación y crecimiento, así se observa que algunas personas han de aprender a ser humildes, desarrollar su autoestima, dejar de ser egoístas, abrirse a lo superior, etc., mientras que en la otra vertiente de lo que se trata es del trabajo a realizar cara a los demás, como servicio social o a la colectividad, mediante el cual uno comparte sus mejores y más genuinos talentos. Cuando uno ha visto con claridad su camino de realización tanto interior como exterior y se entrega a él con pasión y amor, hasta el final de sus días en la tierra, sin que nada le aparte de él, puede considerarse un ser afortunado, alguien gozoso y feliz tal y como señalaba la cita de Teilhard de Chardin con que encabezábamos el presente escrito.