lunes, 3 de agosto de 2020

LA NOCHE EMPIEZA A DISIPARSE. EL AMANECER SE ACERCA.


LA NOCHE EMPIEZA A DISIPARSE. EL AMANECER DESPUNTA YA, NUESTRO CORAZÓN LO SABE.

Hemos vivido en una cárcel, disfrazada. Esto ha sido y aún continúa siéndolo nuestro mundo. Las instituciones, los ejércitos, la banca, la educación, también las religiones, los principales partidos políticos, las industrias y de manera muy especial las farmacéuticas, así como todos los centros de poder, nos han dominado y controlado. Son una inmensa mentira, que lo que han buscado, siempre, es mantenernos en la ignorancia de lo que realmente somos y, de este modo, hacernos dependientes (esclavos) de ellos. Su objetivo ha sido que desconfiáramos de nosotros mismos, que no creyéramos ni en nuestro sentir ni en nuestra intuición, que nos viéramos indefensos y desprotegidos, necesitados de ellos, para que así les entregáramos todo nuestro poder con el fin de que nos protegieran y salvasen, tanto en el cielo como en la Tierra.

Los dogmas, el miedo y las amenazas han sido su principal arma para mantenernos bajo su dependencia y tutela.

Nos engañaron. Y aún hoy lo quieren continuar haciéndolo. Así es como desde sus oscuros despachos, desde sus conciliábulos, llámense Bildelberg, Trilateral, o como sea, han pensado y decidido por nosotros. De tal modo, que la democracia, como la conocemos hoy, es, en realidad, una farsa y un engaño, pues ponen y quitan presidentes a su antojo, y  para que sigan la agenda con los objetivos que les marcan. Lo de derechas e izquierdas, progresistas o conservadores y todas esas cosas, son burlas y zarandajas montadas por ellos mismos para distraernos, confundirnos y liarnos, peor aún, para que nos enfrentemos unos contra otros. Ahora, lo que pretendían y aún intentan, pues continuamente se esfuerzan en ello,es deshacer las naciones y crear finalmente un estado fascista mundial, tiránico en definitiva, donde todos seamos simples marionetas suyas.

Ellos decidieron en el pasado, y aun las deciden ahora las guerras que tienen que haber, donde y cuando, la gente que falta o que sobra, igualmente crean las crisis económicas y sociales, y hasta los cambios climáticos, así como también fijan cuales tienen que ser nuestras obsesiones y preocupaciones. 

Ciertamente, este mundo aún está controlado por los oscuros, verdaderas mafias,  políticas, religiosas y financieras, detrás de las cuales se esconden gente sin escrúpulos, sin fe ni sentido, aunque aparenten prediquen o quieran hacernos creer lo contrario.

Pero ha llegado el Tiempo, porque la Conciencia y la Luz lo llenan todo y cada día más, de abrir los ojos y de retomar de nuevo nuestro poder de ser, de decidir y sentir por nosotros mismos. De asumir nuestra condición de seres libres. Reconociendo algo muy grande y maravilloso: que la salvación y la liberación que necesitamos no depende de nada ni de nadie sino que se halla en nuestro corazón, o lo que es lo.mismo: que el Cielo se encuentra  ya en nuestro interior. 

Es la hora, ha llegado ya, de creer en nosotros y de recordar que somos almas inmortales, y de que vinimos a este mundo, en este preciso momento, para dos cosas fundamentales: 1.-: para reconocernos como verdaderos protagonistas y creadores de nuestra vida y 2.-: para ayudar a la liberación del Planeta de los depredadores-carceleros que la habían tenido bajo su control. 

Es la hora de la ascensión y la Tierra colabora con nosotros en ello.

Hemos empezado ya esta ansiada liberación. La manifestación, el sábado, de un millón de personas en Berlin, en favor de un mundo libre de quienes pretenden un gobierno esclavista mundial, origen y hacedor de atentados contra la humanidad y de amañadas pandemias, ha puesto a funcionar el reloj que nos adentra definitivamente en un Tiempo Nuevo para la humanidad. Se cayó, hace años, el muro que separaba las dos Alemanias, ahora se está cayendo también el muro que nos mantenía en la ignorancia acerca de nuestra alma y de nuestra dimensión superior. La verdadera unidad, por fin, se está realizando.

El amor sustituirá al miedo, un sinfín de personas con claro sentido y propósito en sus vidas nutrirán la Tierra. Y La Luz, que es nuestro ser, se convertirá en el único poder, orientación y rumbo que nos dirija. Dios en nosotros y como nosotros (entiéndase por Dios los más grandes y maravillosos sueños, aspiraciones, valores, bellezas y cualidades que podemos albergar en nuestro corazón) será nuestra mayor verdad. La creatividad, nuestro camino y la inmortalidad nuestro destino.

Lo presentimos, la noche ya va pasando, la coraza (la mátrix) que tenía encarcelada nuestra mente se está disolviendo. Y el Sol, nuestro corazón, empieza a apuntar. Es la hora de nuestra verdad, de vivir la verdad más auténtica de cada uno, sin tutelajes ni diseños impuestos. Porque nuestra alma, nuestro corazón, que sí sabe, tiene su propio y maravilloso plan.
Buenos días.

viernes, 20 de marzo de 2020

CORONAVIRUS. OTRA PERSPECTIVA: DESDE EL SER RADIANTE.

Hola amiga, amigo: soy Julián Sánchez, psicólogo y tengo 70 años. En momentos como este que vivimos, difíciles y complicados,  siento la necesidad, uniéndome a las buenas voluntades de miles y miles miles de personas, de hacer mi pequeña aportación, compartiendo a través de este segundo audio y para quien le pueda ser útil, el modo como yo veo, siento y afronto esto que nos está sucediendo, procurando extraer, así como poner en él lo más positivo, esperanzador, rico y con sentido que encuentro y en lo que creo.
Soy muy consciente, de la complejidad de lo que juntos afrontamos, también de su trascendencia, por lo que en nada me son ajenos ni el sufrimiento que pueda producir en nosotros, ni los temores o angustias sobrevenidos.
Porque tengo las mismas debilidades que cualquiera, o quizás más, y porque, como a todos, todo me llega, me aprieta y afecta, es por lo que entiendo que mis palabras, que no nacen de elucubraciones ni de fríos análisis sino del encuentro mismo con el sufrimiento y su potencial amenaza, tan cercanos, pueden servir para aportar un poco de luz y de sentido. Este es, al menos, mi único deseo.
Amo la vida, amo la esperanza, amo el mañana que siempre está naciendo, pero también amo, sin rehuirlo, y aunque parezca una paradoja, este instante en que nos encontramos. Un instante y un momento que es tan mío, tan en mí, como todos los demás, o quizás más. Porque es en él donde hoy y ahora me encuentro, no sólo con mis temores e inseguridades más grandes y profundos- el miedo a la muerte el principal-, sino también, y esto es lo más maravilloso de esta historia, con lo más precioso de mí en mí, y que también ahora se me ofrece y me atrae: me refiero  al Sentir y al eco profundo de una Realidad más inmensa, luminosa y preciosa que lo contiene todo, y, por supuesto, a todos los temores, augurios y penalidades que nos puedan amenazar. Una realidad que el coronavirus no puede en absoluto ni siquiera rozar, pues también a él sin excluirlo lo redime, sana e ilumina. En ella, en esa Realidad suprema que nos envuelve por fuera y por dentro, me muevo, nos movemos. Ella es lo que somos.
Y, ver esto no me inhibe de nada, al contrario, hace que afronte las cosas, y en particular este momento, con más fuerza, valor, ansia de superación, optimismo y ganas de compartir. Es, como si al ver más de cerca el peligro, la preocupación, la ansiedad y la inseguridad que ahora por tan bajo planean, más intensa se volviera la Claridad y la Luz, el Amor y la Gracia, la inmensa Esperanza que queriendo emerger más allá de nuestras cortas miradas a todos nos reclama.
Claro, que si yo me quedase sobre todo o solo en los aspectos más sombríos y luctuosos, que los hay, de este panorama no podría hablar como lo hago, pero es que tampoco sería fiel a la realidad de lo que está sucediendo. No sería objetivo. Y me convertiría en un verdadero ignorante. Porque los síntomas o los efectos, cualquiera que estos sean, y sea cual sea foco desde donde los contemplemos, no pueden ni deben atraparnos en su propia y limitada perspectiva, pues  de ocurrir así nos comportaríamos como verdaderos sordos y ciegos que, sin más sensibilidad que la de su pequeño y reducido yo materialista, racionalista y a merced de sus emociones, ni quieren ver ni quieren oír ni quieren enterarse de la verdadera Realidad más inmensa, llámese espiritual, divina, de Conciencia o sencillamente esencial, que ahora mismo y siempre nos rodea, ilumina, nutre, da sentido, vivifica, salva y protege.
Es esta dimensión más profunda de las cosas lo que las transforma y las sitúa en su justo lugar,  adecuada medida, significado y valor, ni más ni menos. Y siempre, para que viéndonos en las contingencias de la vida, ahora mismo, en y a través de ellas crezcamos, evolucionemos y despertemos a la conciencia de lo que somos, de lo que hemos venido a hacer y, por supuesto, de nuestra inmortalidad.
Yo no podría, sin desesperar o llenarme de pánico, sin deprimirme o angustiarme, entrar en este mar de dolor, enfermedad, problemas, y esa ingente cantidad de noticias que casi nos desbordan, en su mayoría  dramáticas o agoreras, si no tuviera en cuenta esa realidad más grande y verdadera que soy y que va mucho más allá de nuestra personalidad externa: somos verdaderos seres de luz, almas radiantes, las de todos, bellas y, desde esta óptica, inafectables por todo cuanto nos pueda suceder y vivir.
Este recuerdo, pues, y esta perspectiva más amplia de lo que es nuestra identidad esencial, es lo que yo quiero desde aquí acercar y compartir, ya que, de lo contrario, lo superficial, que no quiere decir que no sea doloroso en ocasiones, y a lo que hay que atender como se merece, nos arrastraría, aunque fuera momentáneamente, hacia la ciénaga, en lugar de servirnos como apoyo, motivación y estímulo para ascender hasta la cima más elevada y luminosa de una nueva, transparente y gozosa vida, que es lo que en realidad y a través de toda esta experiencia está queriendo emerger para ser vivida, en nosotros y por nosotros.
 Y ahora te voy a contar un pequeño cuento, como hecho para esta ocasión, que una vez escuché y quizás tú también conozcas:
Había una vez, dos ranitas que habían caído al interior de una olla que estaba medio llena de leche. La una, desesperada muy pronto por no poder saltar fuera se abandonó a lo que ella entendió como su fatal suerte, y murió, en cambio, la otra, llena de esperanza y coraje, vio allí una magnífica oportunidad: y empezó a remar y remar con sus patas, con tan gran fortuna que la leche empezó a cuajar, y se hizo una masa sólida, entonces, triunfante, pletórica y feliz pudo al fin saltar y verse fuera del recipiente. Hoy, aún la oímos cuando es de noche y desde la lejanía croar. Ella es, precisamente, la que nos ha impulsado a compartir este rato.
Mientras tanto, amigo, amiga del alma que nada ni nadie nos impidan durante este tiempo bailar, cantar, movernos, aunque sea en un recinto cerrado, y saltar, y, sobre todo, reír, meditar, orar, soñar, porque la vida no se ha paralizado en absoluto, al contrario, ya que, como  ocurre durante el invierno con las yemas en las ramitas de los árboles, en ellas aguarda, replegada sobre sí, como en nosotros ahora, acumulando fuerzas,  acumulando poder, acumulando luz y amor, el momento de la primavera para abrirse darse y expandirse. Primavera tan cercana ya, por cierto.
Un fuerte abrazo, de mi ser a tu ser, en quien me reconozco y encuentro.
       

domingo, 1 de marzo de 2020

RETORNO A LA FUENTE, TANTO A NIVEL INDIVIDUAL COMO COLECTIVO.


RETORNO A LA FUENTE, TANTO A NIVEL INDIVIDUAL COMO COLECTIVO.
Uno puede vivir la experiencia, en algún momento de su vida, de haberse perdido, y de tener la sensación como de cierto extravío existencial. Incluso, también, más allá de lo personal, y sin dejar de estar relacionado con ello, esto mismo también se puede constatar en cierta manera a nivel social, y a escala global. De ahí que, por ese motivo, es frecuente que andemos constantemente, a nivel individual o colectivo, buscando fórmulas y soluciones que palíen semejante desarreglo. Hay períodos, y este que nos ha tocado vivir es uno de ellos, en los cuales esto se hace más evidente y hasta urgente, irreemplazable, una necesidad.
Cuando esto sucede, se ve más importante que nunca el retorno a la Fuente, que es la que sabe, para retomar de nuevo el hilo perdido, la dirección en que Ella se (o nos) mueve y el salto evolutivo, si es así, que quiere dar. Porque estas cosas no las podemos hacer como si fuésemos, ya que no lo somos, egos separados, aislados o independientes de un Sentido (el de la Fuente) que nos envuelve, dirige e integra, lo cual sucede cuando en tiempos de crisis, de cualquier tipo, nos dejamos llevar por las emociones o los impulsos más irracionales y primarios, o recurriendo a fórmulas que se atienen a modelos del pasado, más o menos mecánicos, materialista o externos, y al margen de un sentido más hondo que es el que cabe descubrir y reconocer.
El sentido de donde estamos, así como los próximos pasos sólo nos lo puede desvelar la Fuente, el Origen, verdadero motor, y más que eso, Conciencia motivante e intencional de nuestra historia, de toda historia. Esta Fuente no es otra que nuestro ser, constituyente y núcleo esencial de nuestra alma, que en unión indisoluble con ella (nuestra alma es la concreción formalmente particularizada de nuestro ser) tiene la clave de nuestro ADN espiritual y por lo tanto de nuestro desarrollo evolutivo, nuestro propósito y misión en la vida, así como de los pasos que tenemos que dar.
A nivel individual el regreso a la Fuente supone silenciar nuestra mente para estar a la escucha y poder ser receptivos tanto a su voluntad como a los movimientos que ponga en funcionamiento. La voz de la Fuente es la voz del alma, que nada tiene que ver con las voces que provienen del ego emocional-mental. El hombre y la mujer nuevos nacen siempre de la Fuente. El ego separado representa lo viejo, lo caduco, lo por superar y trascender.
A nivel global y colectivo, como humanidad, para dar paso a un nuevo salto evolutivo, nos encontramos igualmente ante una oportunidad decisiva. Podemos escuchar también y sentir la Voz de la Fuente, pero ahora la del Ser planetario, única voz que nos podrá ayudar a otro nuevo nacimiento, ahora como Humanidad Nueva,  no basada como en el pasado en las luchas de unos egos grupales contra otros, sino con conciencia global de unidad, formada por seres más despiertos, abiertos a la trascendencia, que son los que posibilitarán que la unidad y la totalidad se experimenten armónica y eficazmente interrelacionadas, al servicio de un Plan infinito de creatividad también sin fin.

sábado, 29 de febrero de 2020

HOY PUEDE SER EL PRIMER DÍA DE NUESTRO NACIMIENTO.

     
      Ahora naces, estamos naciendo, por primera vez. Esta afirmación puede extrañarnos, pero es exactamente así lo que nos está  sucediendo. Realmente todo empieza ahora desde el ser, para el ser. Este instante, frente a miles de cantos de sirena que pretender decirnos lo contrario, es el principio de todo, también de nuestra existencia. Sólo este ahora es real. Es la mente separada de nuestro ser la que nos engaña. Pero somos muchísimo más que nuestra mente y sus pensamientos. Somos una infinita grandeza.

       Ahora, en este instante vibra nuestro  Ser en un Presente Eterno. Y en él nace nuestra  existencia: un palpitar de  Pura Vida, de Puro Gozo, de Puro Amor en ti y hacia el exterior de ti, con su intemporalidad,  su carácter siempre novedoso, y por eso con su infinita frescura hecha de infinitas posibilidades que sólo aguardan y están condicionadas (es por ello un error sentirnos víctimas) por nuestra intención, voluntad y acción, que sólo de nosotros dependen. Hoy, ciertamente, empieza el Nuevo día, nuestro Nuevo día. El Gran día. No lo dudes.

          Es la la mente la que puede hacer que dudemos de esto y de que se frustre esta posibilidad. Lo cual sucede, cuando en este Ahora nuestro, en vez de asumir la realidad divina de nuestro ser, que es ese puro potencial de amor, de creatividad, de inteligencia, de poder y, por lo tanto de infinitas posibilidades de riqueza y de bien siempre a nuestra disposición, nos dejamos llevar por los viejos y renqueantes pensamientos del pasado, atados a creencias como las de: eres poca cosa, no puedes, esto no da para más, la vida es un lugar de sufrimiento,  cada uno tiene lo que le ha tocado, lo que la suerte o la casualidad permite, lo que se merece, y cosas por el estilo.

          Frente a esto, lo verdadero, lo real, es que nuestro ser, ahora mismo, y aunque nuestros sentidos físicos no lo capten, está brillando con su pura e inmensa luz, radiante, dorada, palpitando con la fuerza y la energía de mil universos. Está pulsando y sugiriendo, sí, y sin parar, hacia este preciso instante eterno, en el corazón de nuestra alma, los más bellos mundos, las más inmensas realidades, y las más extraordinarias posibilidades que sólo nuestros anhelos y aspiraciones más elevados puedan imaginar, desear y soñar. ¿Por qué limitarnos si somos el infinito encarnado?

     En ese sentido, ahora mismo está a nuestro alcance elegir: o bien ser y estar entre los Alumbradores de ese modo nuevo de vernos y de sentir la realidad, o, por el contrario, mantenernos atados al pasado de  los egos desconectados de su ser, convertirnos en estatuas de sal, rígidas momias repitiendo los viejos pensamientos de resignación, precariedad y, finalmente, la muerte.

         Esta elección que en este instante, hoy, podemos hacer, de hecho nada ni nadie nos lo impide, es la que nos da la opción a Nacer De Verdad, Ahora, por Primera vez. Es lo que sucede cuando soltamos (morimos a) la identificación con el pequeñito yo, ya de sobra conocido, y somos capaces de  reconocernos (esto significa nacer) con el Yo Superior, la Presencia que sí somos: inmensamente poderosa, rica de amor y plenitud, de verdadera motivación y propósito, abierta a nuestros dones y sentido, y a las más bellas posibilidades que ya podremos experimentar, primero como nuestro sentir más hondo y después plasmado en nuestra existencia, vivir y toda nuestra manifestación. 

          Hoy puede, si tú lo decides, ser el primer día, siempre eterno, siempre el primero, de tu nacimiento.

lunes, 24 de febrero de 2020

Este Instante, este Ahora Infinito de Conciencia en el que todo acontece.

       Ahora, este momento, este instante siempre es el fin y el objetivo hacia el que nos hemos dirigido desde toda la eternidad. Pues es imposible situarnos fuera o al margen de ese Ahora adecuado y perfecto en el que El Uno se expresa. De hecho, es lo único que existe, pues sólo este Ahora es lo real. Vivimos, somos en ese Ahora Eterno que acoge a todo movimiento, a todo acontecer, no importa lo que en él ocurra: sea cual sea su nombre, forma, color o modo a través  de los cuales se nos hace presente y consciente, agradable o no, esperado o inesperado, porque todo surge Ahí, en la vastedad de ese Infinito, que es Lo Sin Nombre, Lo Que Es.

      Pero estamos tan cogidos y absorbidos por las apariencias de lo que experimentamos que no nos llegamos a dar cuenta de ese Espacio de Conciencia y Amor, es decir, de la vastedad de este Instante, de este Ahora intemporal en el que y desde el que todo brota y emerge, incluidos el tiempo, y el espacio, y, por supuesto, todos los universos, todos los seres, todas las historias, y en ellas, cada existencia con nuestras pequeñas, divertidas unas veces, placenteras otras y en ocasiones dramáticas experiencias.

     Todo eso está sucediendo dentro del cuenco sin límites de Pura Vida, de Puro Gozo que forman las infinitas manos del Todo Uno que a todo lo sostiene, lo hace ser y acoge. Manos, Cuenco, Espacio, Conciencia, Vastedad infinita de Amor, Eterno Ahora en el que nuestro ser descansa, se hace Uno con Lo Divino y se encuentra, más allá de todo lo cambiante y perecedero, de todo lo que muestra la inconmensurable grandeza del Ser Uno expresándose.

domingo, 23 de febrero de 2020

El alma y el ser del caballo en mi sentir.

       Hoy he estado en el campo, con los caballos. Mi amigo Julio, experto veterinario, me ha invitado, contento, gozoso, a compartir la venida a este mundo de un potrito,  recién nacido, de apenas dos o tres días. Ello, me ha permitido tocar, acariciar y, sobre todo, sentir a sus otros hermanos de camada que en un hermoso paraje, al abrigo de la montaña, acariciados por la brisa del aire filtrado por los pinos, se movían pausados, relajados y atentos ante mi novedosa y expectante presencia.
      
      Junto a ellos, los caballos, al calor de sus grandes y majestuosas cabezas, mirando sus enormes ojazos, acariciando sus crines y, sobre todo, queriendoles transmitir mi afecto, me he sentido inmensamente desnudo, desprotegido de toda defensa, de cualquier coraza que como egos y entre egos tan bien manejamos los humanos. Una ligera corriente, una vibración de energía, -signo inequívoco de la respuesta de mi cuerpo ante un ser tan puro, el del caballo, que sin filtro alguno, en su totalidad, se me mostraba y observaba-, me recorría de arriba a bajo.
       
      Podía sentir intensamente ese momento, la grandeza de una mirada que me embargaba y me obligaba a salir de mi, dejando como inservibles todo pensamiento, toda idea, todo personaje, y eso me impresionaba vivamente. Me iba adentrando poco a poco a otro nivel de mi mismo, a un nivel desde donde me acercaba y me unía más y más al sentir, al alma y el ser del propio caballo. Momento sagrado, sobrecogedor, en que mi conciencia, habitualmente focalizada en la óptica humana, abrazaba más y más la unidad infinita en que yo soy, en que todo es.

sábado, 22 de febrero de 2020

El Origen, Lo Uno, y en ello toda diversidad.

         Como una ola con respecto al Océano, o como una gota de agua respecto al Océano, eso es lo que siento ser con respecto a la Totalidad de Lo Que Es.

         La Totalidad de Lo Que Es es el Origen, es el Uno, es el Todo, es Lo Real.
        Torpemente, sin acierto, no aclarando nada, tratando de decir algo, queriendo señalar sin saber muy bien qué, tan solo eso, se le ha llamado Dios. Palabra que cada vez me gusta menos utilizar, por lo gastada, por lo abanderada, por lo manipulada, por lo interesada. ¿Habrá, pues, vocablo alguno, lenguaje humano que haga que nuestra mirada gire en la dirección hacia Lo Real y acierte? Imposible tarea, vano intento. Pero lo intentaremos, una y mil veces, por necesidad de hacerlo, de compartir lo que se atisba y se siente...

         De Eso, pues, del Antes de todo, pero que siempre es Ahora, del siempre Ahora, del eterno Presente, de la Existencia en sí misma, de...., de Eso quería decir algo, pero, claro, no encuentro palabras para hacerlo, lo que contrasta con el hecho de ser eso, de Lo único Real, de lo que quiero hablar, del Ser Uno, o lo que a todo da realidad y consistencia, como el Océano se la da a la ola y a la gota de agua.

        Porque Todo, sin excepción, es, somos expresiones y formas de Eso: he aquí la base de la Unidad, de la no dualidad que a todo subyace. No hay excepción  a esa regla, no cabe levantar muros para separar a unos de otros: lo espiritual y lo no espiritual, los buenos y los malos, lo que me gusta de lo que no me gusta. Esas separaciones, todas, son sólo juegos de nuestra mente, el juego de las existencias, y está bien que sea así, pero sólo para que el juego se realice, nuestro juego, pero sólo para eso. Si de verdad nos damos cuenta de lo que estamos diciendo todo odio desaparece, el enemigo se convierto en nuestro complementario, nuestro compañero de juego nuestro cómplice, sin el cual la realidad se volvería plana, como el Océano sin ola alguna cuando el Sol planea sobre el espejo sin arruga y calmo del Mar.

     
Desde esta óptica Amar es la única posibilidad, amar que es resonar en y con la Unidad del Ser.